Está a orillas del mar y fue el lugar donde el escritor, siempre recostado nunca sentado, escribió parte de su libro más famoso; la Fundación Finisterres inaugura allí una residencia literaria.
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En Barcelona, sobre un acantilado de la Costa Brava, esta casa tiene todo lo necesario para incentivar la escritura y acoger largas horas de trabajo. Pasaron 60 años desde aquel verano en que Truman Capote escribió parte de su célebre “A sangre fría” en esta misma casa, al borde del acantilado. Hoy, la célebre Fundación Finestres abre sus puertas y la convierte en Residencia Literaria.
Ubicada más precisamente en Palamós, Girona, la construcción ya recibió –en su fase de prueba- a autoras de la talla de Irene Pujadas, Leila Guerriero y Mariana Enriquez. Fue diseñada por la pareja del ruso Nicolai Woevodsky y la británica Dorothy Webster, quienes la definieron como “un territorio de calma y recogimiento”.
Calma interior
La edificación es blanca, como un libro a punto de escribirse. Espacios ideales para la lectura y contemplación se destacan, como por ejemplo la terraza con ventanas de medio punto y estilo neo-colonial, mirando al mar que golpea contra la costa. Los techos de ladrillo completan el conjunto con marcos de madera. Muchas aberturas fueron remplazadas por otras de hierro negro, preservando la lógica anterior a la vez que aportando aislamiento y estética.
Los escritorios y espacios de trabajo en general son despojados. Una búsqueda pensada para evitar las distracciones, pero con aportes de mobiliario de diseño, confortable y resistente. Mesas de madera y muebles de ratán contemporáneos se ubican sobre pisos originales, restaurados para no perder el atractivo de la construcción. Árboles de troncos flacos y altos se asoman entre las rocas, al igual que esta casa, blanquísima, para procurar que las ideas se queden volando cerca. Y no se pierdan.
Si bien muchos se acercan a contemplar la casa desde la costa, gracias a los señalizados y prolijos recorridos de senderismo disponibles para turistas, sólo los invitados pueden ingresar.
Recorrido Bravo
Desde Barcelona, llegar hasta Palmós implica apenas tomar un tren o alquilar un auto por el día. Merece la pena, porque la Costa Brava es uno de esos ítems que todo viajero quisiera tildar, al menos una vez en la vida.
Es brava, como indica su nombre, son costas de “agua tan clara y azul como el ojo de una sirena”, tal cual escribió el mismo Capote. Aguas con algas y rocas de colores que vuelven el efecto de la transparencia más salvaje. Por la costa es posible también dar paseos en bicicleta, algo que los visitantes suelen elegir para disfrutar cada paso y detenerse a disfrutar de las magníficas vistas.
Muchos hoteles ofrecen bicicletas o permiten estacionarlas sin problema. Con excelente ubicación, otra alternativa de hospedaje es el Camping Internacional de Palamós, ideal para una noche en la naturaleza virgen.
En la costa se descubren los barcos pesqueros, muchos de los cuales están desde temprano, o incluso artesanos que ofrecen sus creaciones a los paseantes en una feria espontánea.
Por las noches, espectáculos de flamenco toman Cala de La Fosca o Cala S’Agaró. Caminatas o bicileteadas revelan campos de amapolas por donde asoman las ovejas, pastando a sus anchas. El camino se vuelve escarpado, ideal para hacer trekking y llegar a la casa de piedra que construyó Dalí, con su característica puerta inclinada.
El conocido como Camino de Ronda es el que une los pueblos de Palamós y Calella de Palafrugell y es, además, el preferido por los amantes del senderismo y cicloturismo. Calas, playas, acantilados se suceden y, por tramos.
Es una experiencia reparadora refrescarse en las playas, en un entorno virgen como el Espacio Natural Castell-Cap roig. Se trata de un área boscosa de gran valor geológico, paisajístico y ecológico. Muy cerca, más de mil especies vegetales se dan cita en el Jardín Botánico Cap Roig. También es posible realizar un recorrido en kayak para dejarse llevar por el torrente y sus vistas.
Y si seguir la huella de la cultura se trata, los admiradores de Dalí pueden estirar incluso más el viaje (idealmente si van en auto, y pasar una hora y media más al volante). Así se llega a Cadaqués, enclave de ensueño, costero y de veraneo para los españoles, donde Dalí vivió y donde está un museo-casa, coronada como una castillo con enormes huevos ornamentales.
Dar un paseo, disfrutar de sus artesanías y claro, coronar el día con un chupito frente al mar, sin duda es la mejor manera de honrar a la Costa Brava y a los artistas que sucumbieron a sus encantos.
Libro abierto
Pero volvamos a Palamós y a la casa que nos trajo hasta acá. Dicen que Capote se consideraba un escritor “horizontal”. “No puedo escribir a menos que esté acostado”, decía a quienes lo escuchaban. Así que su cuarto no tenía escritorio, para sorpresa de muchos visitantes que se acercaban hasta el lugar, ante de que la Fundación hubiera creado su residencia. Dicen, también, que su llamada a despertarse eran los pescadores, que a las 5 preparaban sus equipos y los cargaban a sus botes. Fueron tres veranos –del ‘60 al ‘62- que pasó aquí el norteamericano, los cuales tuvieron un impacto enorme en su carrera y su vida.
Cuentan también, que la primera parte fue terminada en Suiza, de donde se escapó porque se dio cuenta de que no cumpliría con su fecha de entrega y decidió renovar locación. Frustrado y deprimido, se dejó caer en la casa del compositor Noel Coward y su esposa.
Espaciosa, con cinco habitaciones y cuarto para mucama y cocinero. Dicen que entonces cambió el enfoque de su libro y pidió un adelanto a sus publicistas, para alquilar esta casa en la Costa Brava. “‘A sangre fría’ fue publicada en 1966 y pasó 35 semanas en la lista de los éxitos del The New York times”.
En sus páginas se lee: “Situada al fondo de un largo camino asfaltado que corría entre dos hileras de olmos de China, aquella hermosa casa blanca que se alzaba rodeada por un amplio y cuidado césped de Bermuda, causaba la admiración de Holcomb”.
Siempre en consonancia con la residencia, preparando lecturas para los autores visitantes, entre otras actividades. Los autores que acudan aquí serán elegidos por el equipo de Finisterres, escritores que formen parte de los programas de Premios y Becas, y solicitantes que presenten proyectos de libros. La residencia durará un mes y estará destinada a escritores de cualquier etnia o identidad, mayores de 18 años.
La Fundación barcelonesa prevé, además, contar con una librería en la Costa Brava.
Este paseo catalán por la Costa Brava no sólo es ideal para los bucólicos amantes del paisaje, el arte y la literatura, también abre sus paisajes a los amantes del turismo activo. Para complementar con un paseo por Barcelona o Girona. No sin antes observar ese acantilado y la casa blanca donde Capote escribió su destino.
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