En apenas unas cuadras se concentra una serie de propuestas de tinte artístico que abarca desde tiendas de ropa y joyas hasta un club de cocina.
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La unión hace la fuerza. Así suele decirse y así lo entendieron bien en un pequeño polo que se fue armando sobre la calle General Paunero, en Martínez. Ateliers de artistas, tiendas de ropa, de joyas y hasta un club de cocina convergen en esta zona a pasos de la estación de tren. En este rincón de Zona Norte es posible investigar algunas de las propuestas más frescas de diseño, y antes o después darse un gusto en algunos de los hitos gourmet que también enriquecen el barrio: desde la mítica heladería y panchería Blancanieves hasta la casa de té Süss, pasando por la chocolatería Vasalissa y el café de especialidad de Preto, todo está dado para un paseo completo.
1. Estudio Cecilia Nigro
Comprar y crear piezas únicas
“Un estudio en el centro de Martínez con mucha luz y una gran instalación”. Así soñaba su espacio Cecilia Nigro, comunicadora de larga data que en los últimos años se dedicó especialmente a su faceta de artista visual. Luego de tener un taller en su casa que le fue quedando chico conforme crecía su cantidad de obra, llegó a Arriba, un espacio que comparte con otros dos artistas. “Aunque yo ocupo más lugar, por la naturaleza de la arcilla y sus materiales y horno, y porque doy talleres ahí”, cuenta Cecilia. Bajo un espíritu colaborativo, pueden trabajar a la par o solos, así como prestarse el espacio cuando alguno no está.
Especializada en cerámica escultórica, crea piezas únicas plenas de contraste y movimiento. A la vez, acompaña a artistas y amateurs a materializar proyectos en 3D, funcionando como una suerte de usina creativa. Anualmente realiza muestras de cada trabajo y también hay talleres especiales de técnica que se van dictando durante el año. El pasado 25 de mayo, por ejemplo, realizaron un estudio abierto con artistas que incluyó empanadas fritas, humita en chala y postre patrio.
Sobre el porqué de su elección de locación, cuenta que es vecina de Martínez hace mucho, pero que esta zona le gusta especialmente porque se armó “como un pueblito muy vibrante”, en el que conoce a todos y siente un ritmo casi de vacaciones.
Gral. Paunero 2028. Instagram: @cecilianigro.
2. Andrea Schneier
Joyas como esculturas
La orfebre Andrea Schneier estuvo entre las pioneras. Llegó a esta zona hace 11 años, y para ese entonces incluso llevaba unos cuantos previos a la espera del local que hoy ocupa. “Lo tenía visto, pero dos veces se alquiló antes de que pudiera tomarlo, y a la tercera lo logré. Quería esta misma cuadra, porque veía que algo se estaba gestando. Tuve fe de que se venía algo fuerte”, relata. Hoy esa fe ya es certeza. De la mano de una gran oferta de gastronomía primero y de opciones de diseño de autor después, su local se encuentra en una manzana siempre efervescente.
Su propuesta es de joyería con técnica tradicional, pero con diseño contemporáneo. “Ofrezco joyas con una terminación y una base técnica muy buenas, pero dándole una vuelta al estilo para que pierdan la ostentabilidad y se conviertan en una mini escultura”, detalla. Este dato resuena con el hecho de que antes de abrir el local solía exponer en galerías de arte.
Si tuviera que describir a la clientela de la zona, Andrea apunta a personas que buscan lenguajes nuevos de diseño. Que valoran la terminación de las piezas y el hecho de que trabaje con metales genuinos y piedras preciosas y semipreciosas. “Siento que se armó un polo arty muy fuerte. Quienes estamos aquí respetamos el diseño y nos ocupamos de él”, apunta.
Gral. Paunero 2011. Instagram: @andreaschneierorfebre.
3. Caro Chinaski
De la ilustración a la cerámica
En el espacio de Arriba Estudio de Artistas también se encuentra Caro Chinaski. Esta ilustradora de larga data reconocida por sus trabajos con tinta china, blanco y negro y también diversos colores en el último tiempo se abocó a la cerámica, disciplina con la cual realiza máscaras en un tono casi de cómic.
“Comencé a hacer cerámica en el taller de Cecilia Nigro, cuando este sucedía en su casa. Con ella empezamos a hablar precisamente sobre la idea de un espacio colectivo, y cuando surgió la oportunidad de Arriba, no lo dudamos”, relata. Sumaron entonces a Estanislao Fagnilli (@estanifagnilli.arte) y dieron vida a la tríada artística. “Se creó una energía espectacular. El trabajar en comunidad suma un montón, sobre todo en el caso de un artista, donde la labor es súper solitaria”, apunta.
Esta locación compartida también permite que reciba visitas de potenciales clientes que de otra forma quizás no hubieran conocido su propuesta. Y así, se generó un intercambio no solo de artistas, sino también de espectadores. “El formato taller es muy llamativo y también muy amable, permite acercarse al artista por fuera de la formalidad de una tienda de arte o galería”, describe Caro. Por esto mismo, por Arriba pueden pasar desde grandes y chicos hasta conocedores del arte y amateurs totales. Allí, precisamente, reside gran parte de su encanto.
Gral. Paunero 2028. Instagram: @carochinaski.
4. El Sagrado Club de Cocina
Cocinar y conectar
El Sagrado tuvo dos vidas. La primera sucedió cuando Isabella Kicherer regresó de estudiar pastelería en Colombia y la mujer de su padre, Gaby Candioti, le propuso alquilar un espacio atrás de su local. Desde ese lugar realizaba pan integral con semillas que vendía a los vecinos y repartía en una pequeña camioneta.
Allí continuó sumando pastelería y ampliando la carta, vendiendo bagels, panes integrales y tortas, siempre basándose en la fermentación natural y con masa madre. “Todas mis harinas siempre fueron orgánicas y los productos, agroecológicos. Utilizaba huevos de campo, azúcar integral orgánica, fruta y verdura de estación y todo de comercio justo”, se enorgullece. Al mismo tiempo, empezó a interesarse por la posibilidad de abrir talleres en el lugar. Y fue tal la convocatoria que debió generar un espacio más grande, que a su vez se alimentó con una pastelería y panadería que abría dos días por semana. Y como si fuera poco, con un amigo decidieron ponerse a hacer pizzas de masa madre estilo napolitana.
Fast forward a hoy, cuando la propuesta ha cambiado en locación y estilo. Después de seis años de ese proyecto, su creadora está abocada a los talleres, y así nació la segunda vida de este emprendimiento: El Sagrado Club de Cocina. De la mano de una clienta que se transformó en amiga, orquestaron un espacio en el que no solamente dan clases de cocina, sino que también generan conexión.
Cada martes a las 7 de la tarde ofrecen un ciclo en el que la gente se presta a cocinar, aprender, conocer a otros y luego comer lo hecho con el maridaje de un buen vino. “Este año tomamos algunos cocineros reconocidos que nos gustan y vamos haciendo sus recetas, aunque también mezclamos con las propias”, relata. En mayo, por ejemplo, revisitaron a Julia Child, Cristina Sunae y Máximo Bottura. En un margen de público que va de los 20 a los 50 años, no duda en asegurar que lo más rico del proyecto es la comunidad que se generó.
Instagram: @elsagrado__.
5. Tienda Candioti
Una sofisticada curaduría
Vecina de Martínez desde hace 25 años, Gaby Candioti siempre buscó propuestas de cercanía. Sin ganas de ir al shopping, solía estar atenta a tiendas vecinas con las que identificarse y de las que hacerse asidua. Pero le costaba encontrar ese perfil, así que fue mucho más práctica: lo creó ella misma. Abrió su primer local a una cuadra de la locación en la que se encuentra hoy, para probar y tener una primera experiencia. “Mucha gente me decía que estaba equivocada y que no iba a funcionar. Pero me encontré con muchísima otra gente a la que le pasaba lo mismo que a mí: ama Martínez y busca un consumo de cercanía”, describe.
Unos años más tarde hizo la mudanza a la casona en cuya planta baja se ubica su tienda hoy. En el piso superior funciona Arriba Colectivo de Artistas, y por un tiempo anterior también albergó a El Sagrado, el proyecto de la hija de su marido. La idea de tener un espacio de alguna forma compartido le resulta revitalizante. “En este tiempo, en el que hay como un culto a lo individual, lo comunitario me hace bien”, sintetiza.
Ese es también el espíritu de su tienda, que nació especializada en tejidos y hoy abarca la combinación de diferentes estilos y exploraciones, bajo un manto común: el gusto de Gaby, quien realiza una curaduría exquisita descubriendo y dando una vidriera diseñadores de todo el país.
“Siempre me gustó la melange y el combinar cosas diferentes, así que con los años fui sumando diseñadores. Hoy tenemos unos 30 y pico”, cuenta. La propuesta incluye desde vestidos, pantalones, camisas y abrigos a zapatos, carteras y accesorios varios, todo con un twist de diseño que resulta en piezas muy únicas. También en ocasiones se dan talleres de distintas artes textiles. “Ojalá esta casa fuese mía, me encantaría. Por lo pronto, la dueña está feliz con el uso que le damos”, cuenta Gaby. Parece que habrá tienda por mucho tiempo más.
Gral. Paunero 2030. Instagram: @tiendacandioti.
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