A casi 400 km de la capital catamarqueña, Villa Vil apuesta a vivir del turismo gracias a dos atractivos únicos: las nuevas termas y la visita a Los Castillos.
- 7 minutos de lectura'
“Este mes recaudamos tres millones de pesos”, asegura don Marcelino Cruz, secretario de Gobierno de Villa Vil. El orgullo se le nota fácil y enseguida nos lleva a conocer las termas que la comuna inauguró en junio de este año y que se pueden visitar en las afueras del pueblo.
“Es que aquí solo hay empleo público”, agrega Marcelino. El hombre, como muchos otros, está esperanzado en que las termas atraigan viajeros y tiente a los locales a quedarse a vivir en la zona.
Villa Vil, el nombre del pueblo, proviene de una deformación del vocablo cacán Huilla Huil, que significa Aguada de la Liebre. El poblado de tan solo 600 habitantes creció a la vera de la RP 43. Ubicado en el departamento de Belén, es el paso obligado hacia la puna catamarqueña y un sitio con atractivo propio. Además del baño reparador que ofrecen sus termas, el lugar guarda un increíble secreto: Los Castillos, una formación de roca sedimentaria de origen volcánico y belleza única.
Castillos catamarqueños
Para llegar a Villa Vil hay que recorrer 370 kilómetros desde San Fernando del Valle de Catamarca. El pueblo tiene dos sitios de interés: las termas y el trekking a Los Castillos.
Para llegar a los Castillos es preciso pasar primero por la Dirección de Turismo y contratar allí un guía local, no es aconsejable ir solo. Además, es necesario contar con un vehículo alto, son siete kilómetros de ripio con algunas partes de cuidado. De lo contrario, lo mejor es optar por una salida con traslado, y casi que es mejor. Muy importante: chequear con la gente de turismo el estado del río para evitar accidentes por las crecidas.
Llegar lleva apenas 30 minutos en vehículo. Luego, espera un trekking de exigencia media, de unas 3 o 4 horas, que invita a adentrarse en la geografía del lugar hasta la impresionante formación de piedra volcánica tallada por el viento y el agua.
Caminamos en compañía de Sandra Segovia, guía nacida en el pueblo, que nos conduce por un sendero hasta la primera parada: una suerte de mirador en lo alto. Abajo, el río Pedregal es un hilito de agua que corre por un inmenso cañadón. El caudal del río crece en verano (generalmente en enero y febrero, cuando se suspenden las caminatas), pero ahora está exangüe y solo hace falta un salto para atravesarlo. Pero eso vendrá más adelante. Todavía está lejos.
Hacia un lado aparece la Pampa de los Cardones y por el otro se adivinan, a lo lejos, Los Castillos. Ahí nomas, está el puesto La Pampa, una antigua casa de piedra y barro de casi 200 años, donde vivieron varias generaciones de la familia Segovia.
Una familia, una historia
Atilio “Tula” Purulla, nuestro chofer, se crió en esa casa hasta los 8 años junto a sus siete hermanos. Allí, vivió su madre, Alfonsa Segovia, antes su abuela y mucho antes su bisabuela: mujeres fuertes, solas y duras quienes criaban a sus hijos y a sus cabras en aquellas lejanías, sin ayuda alguna.
De pequeño la vida de Atilio giraba alrededor del ritmo escolar: “Todos los días muy temprano partíamos al pueblo porque el maestro era exigente y no permitía las llegadas tarde. Regresábamos después del almuerzo. Ahí sí, volvíamos jugando, deteniéndonos en el camino, de modo que estábamos en la casa recién para las seis de la tarde y vuelta a empezar”, concluye. Nunca faltaban a clase, solo aquellos días que la crecida del río impedía cruzarlo.
Se ve que aquella experiencia marcó su vida, porque se convirtió en maestro. Ahora, recién jubilado, maneja la camioneta para los turistas.
“En esos tiempos mi padre solo estaba en casa tres meses al año –recuerda Atilio –, el resto del tiempo trabajaba en la zafra del azúcar en Tucumán y luego en la Patagonia, en el petróleo “.
El padre falleció en el sur apenas cumplidos los 30. Entonces, su madre se quedó sin sustento para mantener el familión: “Por eso nos mudamos al pueblo –cuenta–, ahí mi mamá encontró un trabajo como portera en la escuela. Una vez que terminaban las clases, durante las vacaciones, volvíamos al puesto, hasta que ella ya no tuvo más fuerzas.”
Fantasías en la roca
Con esta historia en la cabeza descendemos hasta el cauce del río para avanzar con dirección a Los Castillos, un afloramiento de roca sedimentaria particularmente atractivo por sus variados colores y sus formas.
Las rocas que componen esta formación tienen diferente granulometría y esa peculiaridad determina grados y ritmos de erosión muy disímiles en cada área. Las estructuras que aparecen a medida que caminamos son todas muy distintas, caprichosas, sugestivas: solo verlas uno da rienda suelta a la imaginación.
Conos, cárcavas (hendiduras estrechas y profundas separadas por aristas), tótems de rocas en equilibrio (rocas pedestal), columnas y huecos dan como resultado un paisaje casi surrealista. Un paisaje que se tiñe de una llamativa variedad cromática: negros, rojos, grises, marrones, blancos, nada más lejos de la monotonía.
En la antesala de Los Castillos lo primero que se observa es una formación encadenada que se asemeja a los tubos de un órgano gigantesco. Luego aparece el Obelisco, una formación de quince metros de altura que se mantiene en solitario a pesar de los vientos y el agua.
Un poco después llegamos a las inmediaciones del Loro Huasi, una estructura surcada de huecos que indica la presencia de los loros, que excavaron allí sus nidos. Quizá lo más raro son las chimeneas, una suerte de conos que tienen en su extremo una roca en equilibrio.
Finalmente estamos en Los Castillos propiamente dicho una serie de paredones de casi 80 metros altura erosionados durante siglos. Allí nos quedamos un buen rato, contemplándolos.
Ahí nomás nos encontramos con Roly Segobia, guía y promotor del sitio, que regresa con un grupo de caminantes. “Este era mi patio de juegos–recuerda– acá veníamos con mi abuelo a buscar el rebaño porque vivíamos allá”, entonces señala en dirección a una elevación, detrás está la casita de su infancia.
Roly fue el primer guía certificado del pueblo y un fan de este lugar: “Queremos que esta zona se convierta en reserva municipal para que la comunidad la maneje. Eso sería lo correcto –agrega– porque generaría fuentes de trabajo para nuestra gente.”
Lo cierto es que desde la intendencia el secretario de Turismo Julio Pachado se encuentra trabajando para presentar un proyecto ante el gobierno provincial. La idea es convertir a Los Castillos en Patrimonio Municipal, con la intención de preservar el sitio y sus recursos y destinarlo al turismo de un modo responsable, como una fuente más de trabajo para los pobladores locales.
Las termas
De regreso al pueblo visitamos las termas recién estrenadas que esperan con sus aguas calentitas. Las mismas están siendo estudiados por el Instituto de Bio y Geociencias del NOA (CONICET – UNsa) y próximamente habrá resultados. Por ahora se sabe que desde el punto de vista geoquímica son aguas del tipo cloruradas sódica, en tanto que por su temperatura son consideradas geotermales.
El complejo emplazado a 3 km del pueblo cuenta con tres piscinas de tamaño medio. El agua proviene de dos vertientes cercanas y surge a 47 °C. En las piscinas la temperatura es un poco menor y varía entre 42 °C y 33 °C , según la pileta que se elija. El sitio cuenta con baños privados para compartir en grupos de tres personas y sanitarios. Todavía falta planificar los sectores de sombra y terminar de equipar la confitería, que está casi lista.
En Villa Vil están entusiasmo con la acogida del nuevo proyecto, tanto que tienen planeada una segunda etapa que apunta a construir asadores, una piscina para niños y quizá algunas cabañas.
Datos Útiles
Dirección de Turismo del Villa Vil. T: (03835) 46-0403/404. E-mail: Julioalbertopachado@gmail.com. Trekking a Los Castillos $2000 por personas. El traslado en camioneta se cobra aparte.
Complejo Termal Villa Vil. A 3 km del pueblo. T: (3834) 90-2987 Abren todo el año de 7 a 22.30. $1.500 por personas. Jubilados 50% de descuentos. Menores de 6 años y discapacitados, gratis.
Sandra Segovia. Guía Turística. T: +549 3835 44-5446. Sandrasegovia902@gmail.com. @segovia5032.
Rolando “Roly” Segobia. T:+549 3835-52-7539. @rolysegobia. Salidas guiadas.