Al norte de la provincia de Córdoba, fue refugio del artista y conserva su casa museo.
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“Veinte años dignos le dio Ischilín a mi abuelo”, enfatiza Carlos Fader cuando habla de Ischilín, al norte de Córdoba, pueblo que fue bálsamo para el Fader pintor, Fernando, enfermo de tuberculosis. Charlamos con él en Villa Allende, a 20 minutos de Córdoba capital, y no en Ischilín, de donde ya está “desternerado”. Cuenta que va muy cada tanto y vuelve con la certeza de que “el pueblo no se va a caer”, porque lo apuntaló bien.
En Villa Allende Carlos Fader tiene La Querencia, la galería de arte (con restaurante, salón de eventos y granja educativa) que en la década del 80 le dio dinero suficiente como para cumplir su anhelo de restaurar el pueblo de su abuelo. “Compraba ranchos y los ponía lindos. Hace unos años vendí todo porque estoy grande, pero lo dejé impecable”, dice sobre el paraje del siglo XVII que tanta vida le dio al pintor y que tenemos la dicha de visitar.
Ischilín y Loza Corral están a alrededor de dos horas de Córdoba capital. En este último paraje puede visitarse la casa (hoy museo) de Fernando Fader. Quien recibe es Dora Moyano, custodia de este sitio que la vio crecer. Juntas recorremos el atelier –con algo de lápiz, catálogos, afiches, tintas y acuarelas–, la habitación –con luz que entra de todos lados– y el resto de la casa –con apenas un fresco– del pintor impresionista. Charlar con Dora completa la semblanza que antes nos ofrecía Carlos Fader. Caminamos por el jardín escalonado, estilo francés, y vemos los seis tipos de ladrillo que él mismo fabricó para levantar su casa, en 1918.
“Fernando Fader nació en Burdeos el 11 de abril de 1882. Hijo de una biscondesa francesa y de un ingeniero naval alemán, hizo el primario en Francia, el secundario en Alemania y estudió arte en Múnich. Se mudó con su padre a Mendoza para la construcción de una usina hidroeléctrica, pero su padre murió en 1904 y él siguió la tarea. En 1906 se casó con Adela Guiñazú. Y, en 1913, un alud se llevó la usina. Por eso quebraron y se fueron a Buenos Aires con lo puesto. Entonces Fader conoció a Federico Müller, un galerista, que se convirtió en su marchand. Dos años después le diagnostican tuberculosis. Con sólo 33 años, le dieron seis meses de vida. Le aconsejaron venirse a Córdoba, por el clima, y acá construyó su casa. Su período de mayor producción pictórica fue entre 1918 y 1930. Tuvo tres hijos, Raúl, César y Adelita. Y murió pobre, a los 55. Sus amigos pagaron el entierro”, relata Dora.
Bien recuerda una visita de Adelita, en 1994, en la que le contaba cómo era ver a su padre a través de un vidrio, para no contagiarse de tuberculosis. Ella y César heredaron propiedades en Buenos Aires y Raúl (padre de Carlos) se quedó con la casa de Loza Corral; pero un accidente acabó con su vida, y su joven viuda, Rosa María del Huerto Moyano, que era docente y tenía cinco hijos, le vendió la casa a la provincia –con el mobiliario y 11 cuadros– para que se hiciera el museo.
Como nos lo había anticipado Carlos Fader –nunca conoció a su abuelo y tenía 5 años cuando su padre partió de este mundo–, Ischilín está restaurado “hasta quedar como ellos lo conocieron”. Queda a siete kilómetros de Loza Corral y el caserío se define alrededor de un algarrobo de 800 años. Las casas están bien pintadas, cerradas y listas para la foto; la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Ischilín, con candado, y hay un cartel que dice que don Francisco de las Casas y los hermanos López Ayala fundaron el pueblo en 1706… o sea, mucho antes de que Fernando Fader lo inmortalizara en su obra.
Datos útiles
Casa Museo Fernando Fader. En Loza Corral, a unos minutos de Ischilín, abre las puertas como un museo provincial que conserva grabados, dibujos en lápiz y frescos, además de objetos del pintor. Se preserva su habitación y atelier, además de jardines y más espacios de su casa. Dorita Moyano es guía y segunda generación al frente de este sitio imperdible para los amantes de la obra del impresionista. Jueves a domingo de 12 a 17 horas. Entrada gratis. Calle s/n. T: (3521) 43-1273
La Querencia. En Villa Allende, es un restaurante, salón de eventos, granja educativa y galería de arte de la familia Fader. Sobre un gran predio parquizado, Carlos Fader –nieto del artista Fernando Fader– recibe visitantes secundado por su hija Martha. Sábados, domingos y feriados, de 15 a 18 horas. Rodríguez Peña esq. Vilcapugio. T: + (3543) 60- 1069 @laquerenciavillaallende
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