Templos, próceres, ingenieros, emprendedores y el carácter propio de su geografía fueron bautizando los distintos barrios de la Reina del Plata hasta que quedó configurada tal como es hoy.
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Buenos Aires fue fundada por segunda vez el 11 de junio de 1580 por el vizcaíno Juan de Garay. Bautizada Santísima Trinidad, fue el nombre de su puerto Santa María de los Buenos Ayres el que trascendió, la nombró y perduró en el tiempo.
Tras trazar una planta urbana en damero y dividirla en 144 manzanas limitadas por la barranca del río al este, Viamonte al norte, Independencia al sur y Salta/Libertad al oeste, tiempo después distribuyó las mercedes como recompensa e incentivo: “Yo en nombre de Su Majestad he empezado a repartir, y les reparto a los dichos pobladores y conquistadores, tierras y caballería y solares y cuadras en que puedan desde labores y crianzas de todo ganado (…) y poner cualesquiera plantas y árboles que quisieren y por bien tuvieren sin que nadie se lo pueda perturbar, como si lo hubiese heredado de su propio patrimonio”. Distribuyó distintos tipos de tierras:
Los solares urbanos solían ocupar un cuarto de manzana y albergaban las viviendas y edificios públicos. Aunque por falta de colonos quedaron manzanas sin edificar, los abusos eran moneda corriente: “Que ningún vecino sea osado de edificar en su solar sin ser previamente medido (…) y que el dueño del terreno diera al amojonador una gallina en pago de su trabajo”, decretó el Cabildo el 9/07/1590.
El ejido, que rodeaba a la traza, era un campo de uso común para labranza, recolección de leña y cría de animales empleados para la carga y el transporte.
Las suertes de chacras... 65 fincas ubicadas a lo largo de la costa desde la Plaza San Martín (Retiro) hasta San Fernando...fueron sorteadas y asignadas para el abastecimiento de frutas y verduras. La falta de una mensura oficial también provocó conflictos: “muchos pobladores no siembran, plantan ni edifican por no saber al cierto lo que es suyo”, expresó Juan Díaz de Ojeda en la sesión del Cabildo del 9/10/1606.
Por último, las suertes de estancias estaban destinadas a la agricultura y cría de ganado en gran escala y se extendían desde el Riachuelo hasta el Pago de Magdalena y desde San Fernando hasta Santa Fe.
Durante años, esta aldea articulada en torno a una humilde Plaza Mayor padeció carencias de todo tipo: “ni hachas para cortar leña y labrar madera (…) ni jabón para lavar (…) y generalmente faltan todas las cosas necesarias para el sustento y el vestir del hombre”, detalló preocupado el gobernador Diego Rodríguez de Valdés y de la Vanda en una carta al Rey Felipe III en 1599.
Tiempos de expansión
La pequeña Trinidad creció de forma lenta pero constante, al principio hacia el sur por la cercanía al puerto. En 1769 se fijaron nuevos límites y fue dividida en 6 parroquias: Catedral, San Nicolás, El Socorro, Montserrat, La Piedad y La Concepción.
A partir de 1776, ya como cabecera del Virreinato del Río de la Plata, comenzó su despegue y despliegue que se intensificó tras la Declaración de la Independencia, en 1816. La siguiente división parroquial data de 1869 y fue cuando se incorporaron San Telmo, Santa Lucía, del Pilar, San Miguel, Balvanera, San Cristóbal y Catedral al Sur.
La ciudad fue avanzando sobre el ejido sumando tierras donde luego se establecieron núcleos urbanos periféricos que terminaron integrando el entramado urbano. ¿Cuáles fueron los principales disparadores barriales? El ferrocarril y la red tranviaria que articularon zonas distantes, la federalización de Buenos Aires en 1880 que implicó una ampliación territorial, el trazado y ensanche de nuevas calles, la masiva inmigración europea que requirió espacios donde establecerse, el hacinamiento en los conventillos, la eficaz labor de los desarrolladores inmobiliarios, el pago de lotes en cuotas, la creación de la Comisión Nacional de Casas Baratas, y el otorgamiento de préstamos por parte del Banco Hipotecario, entre otros.
Dime cómo te llamas y te diré quién eres
“Garay fundó la ciudad y los porteños, los barrios”, escribió el periodista e historiador Roberto García Rozada en El Diario Íntimo de un País. Los 48 barrios porteños fueron oficialmente designados y delimitados en 1968, 1972, 1996 y 2005. Pero, como prácticamente no existen actas fundacionales, las fechas de sus nacimientos pueden ser imprecisas o simbólicas.
Sobre templos y advocaciones
La mayoría de los barrios más antiguos crecieron en torno a iglesias donde los parroquianos compartían misas y procesiones, casamientos y funerales y también votaban. Virgencitas, santos y frailes los fueron bautizando.
Montserrat, palabra catalana que significa “monte aserrado”, alude al enclave del monasterio de la patrona de Catalunya. El barrio se llamó así a partir de 1755, tras edificarse la capilla de la Hermandad Nuestra Señora de Montserrat en Av. Belgrano al 1100, y elevada a parroquia en 1769. Se veneraba a “La Moreneta”, una Santa Madre de piel oscura que se ganó el afecto de la comunidad afroporteña que cada 8 de septiembre la sacaba en procesión. Con respecto a Balvanera, se refiere a la virgen riojana de Valvanera que aquí modificó su ortografía. Su devoción comenzó a fines del siglo XVIII en el oratorio que los misioneros franciscanos tenían en B. Mitre y Azcuénaga y que fue elevado a parroquia en 1833. Y Nueva Pompeya designa al santuario Nuestra Señora del Rosario de Pompeya cuya piedra fundamental se colocó en 1896.
San Nicolás, guardián de niños y necesitados, recuerda al primer templo San Nicolás de Bari. Inaugurado en 1727 en Carlos Pellegrini y Corrientes y construido gracias a Domingo de Acassuso, quien se dice falleció mientras supervisaba la obra. El 16/08/1931 se ofició su última misa ya que luego fue demolido para la apertura de la Diagonal Norte (no para construir el Obelisco ni ensanchar Corrientes como muchos creen).
San Telmo designa a Pedro González Telmo, protector de navegantes y pescadores. Y aunque su culto se inició hacia 1600 en el primer convento de Santo Domingo, su parroquia recién se creó en 1806 en la antigua Iglesia Nuestra Señora de Belén.
En el caso de Villa Santa Rita, la constructora de San José de Flores loteó en 1889 las antiguas tierras de María Josefa Ramos de Garmendia donde existía un adoratorio dedicado a Santa Rita de Cascia, patrona de los casos imposibles. San Cristóbal, guía de los viajeros, se transformó en parroquia en 1869, pero recién se instituyó como barrio al estrenarse una parte de su iglesia en Av. Jujuy 1241: “Desde temprano se notaba gran animación en ese apartado y silencioso barrio. En la plaza y adyacencias se había colocado gran número de carpas, así como banderas y arcos triunfales”, publicó El Nacional el 10/02/1884.
Recoleta, del latín “recollectus” que se traduce como “recogido o el que se recoge en sí mismo”, evoca a los frailes de la Recolección. Instalados desde XVIII en la chacra “Los Ombúes”, fueron expulsados por la reforma religiosa promovida por Rivadavia en 1822.
En tierras jesuíticas
A partir del siglo XVII, la Compañía de Jesús tuvo extensísimas propiedades en la periferia urbana que fue adquiriendo por compra, donación y/o simple ocupación. Estas “chacaritas”, diminutivo del término quechua “chácaras” que son fincas rurales, les permitían financiar sus obras benéficas y mantener los dos establecimientos educativos que tenían en la ciudad: el Colegio San Ignacio y la Residencia Nuestra Señora de Belén. Tras ser expulsados en 1767, estos bienes fueron incautados, subdivididos y arrendados o vendidos.
La Chacarita costeaba los gastos del Colegio San Ignacio y un sector, conocido como la Chacarita de los Colegiales, funcionaba como colonia de vacaciones de su alumnado (luego del Colegio San Carlos y del Nacional Buenos Aires): “Pasábamos las vacaciones en nuestra casa de campo (…) el viejo edificio de la Chacarita, monacal en su aspecto, pero grande, cómodo, lleno de aire, domina un paisaje delicioso”, recordaría Miguel Cané en Juvenilia. Años después, allí se gestaron dos barrios que conservaron la primitiva nomenclatura: Chacarita y Colegiales. Pero se originaron otros más. Villa Ortúzar (1862) y el laberíntico Parque Chas (1925) que recuerdan a Santiago de Ortúzar y a Vicente Chas, respectivos dueños de las quintas loteadas. La Paternal nació gracias a la “Sociedad de Seguros La Paternal” que urbanizó la zona en 1903. En 1907 se inauguró la estación Villa del Parque que fue llamada así por su cercanía al Parque Central del Oeste. El barrio surgió formalmente en 1908 tras lotearse los terrenos de Antonio Cambiasso y constituirse una sociedad de fomento y, si bien fue comercializado como “Ciudad Feliz”, terminó adoptando el nombre de la estación. Agronomía tomó su designación del Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria creado en 1904 y representado en el emblema del barrio a través de una vaca y una espiga de trigo.
La Chacarita de Belén sufragaba los gastos de La Residencia o Colegio Chico y también sirvió de base barrial. En 1821, Nicolás Vila adquirió un lote y en la esquina SO de Rivadavia y Emilio Mitre abrió una pulpería. Coronó su frente con el mástil de una vieja embarcación rematado por una veleta con forma de animal que terminó nombrando a Caballito.
Parque Chacabuco rememora la victoria del Gral. San Martín sobre los realistas en Chile y nació en una fracción de una finca que fue insólita y largamente reclamada como propia por el matrimonio Pesoa-Echevarría. Como en un sector funcionaba la Fábrica Nacional de Pólvora, en 1903 la Municipalidad obtuvo su cesión y estableció el trazado y nomenclatura de un gran paseo público que, inaugurado seis años después, se convirtió en el corazón de este barrio.
Sean eternos los laureles
La nomenclatura barrial también rinde honores a quienes engrandecieron la patria. Belgrano nació como pueblo en 1855, en terrenos franciscanos conocidos como “La Calera”, luego fue sede del Gobierno Nacional en 1880, ciudad en 1883 y barrio a partir de 1887. Fue un demorado y merecido homenaje al Gral. Manuel Belgrano.
Desde 1872, Liniers lleva el nombre del francés Santiago de Liniers y Bremond que defendió Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas, virrey y benefactor de las Hijas del Divino Salvador que tenían propiedades en la zona. Vélez Sarsfield, que fue erigido como parroquia en 1895, pero recién se independizó de Floresta en 1910, conmemora al autor del Código Civil. Villa Pueyrredon (1907) menciona al Gral. Juan Martín de Pueyrredon, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Y Villa General Mitre, que hasta el 6 de noviembre de 1908 formó parte de Villa Santa Rita, evoca al Gral. Bartolomé Mitre.
Saavedra fue fundado por Florencio Núñez que así honró al Presidente de la Primera Junta de Gobierno y es el único barrio que tiene un Acta de Fundación exhibida en el Museo Histórico de Buenos Aires “Cornelio de Saavedra”: (…) En el partido de Belgrano a los 27 días del mes de abril de 1873, habiendo resuelto los señores Núñez, Rocha, Etchegaray, Macías y Montes hacer bendecir y dar el nombre de Saavedra (uno de los próceres de la Independencia) al nuevo pueblo.”
El salteño Mariano Joaquín Boedo es el epónimo de la avenida designada en marzo de 1882, al cumplirse el centenario del nacimiento de quien fue Vicepresidente del Congreso de Tucumán y comprometido impulsor de la Declaración de la Independencia. Su apellido terminó asociado a todo el barrio de Boedo.
Y dejamos para el final a Parque de los Patricios que es un tributo a este regimiento de valientes presente en el emblema barrial a través de su galera coronada por laureles.
Villas porteñas
Muchos barrios suburbanos fueron comercializados como “villa”, vocablo de origen italiano que denota una “casa de campo”, como parte de una estrategia de venta. Se los prestigiaba asociándolos a las distantes pero pacíficas viviendas rurales europeas. “Villa” seguida por el apellido del propietario, desarrollador o alguna característica del lugar. Ya nos hemos referido a Villa Ortúzar, Villa del Parque, Villa Santa Rita, Villa General Mitre y también a Villa Pueyrredon.
Villa Crespo fue un reconocimiento al intendente Antonio Crespo, quien además apadrinó la instalación de la Fábrica Nacional de Calzado, en 1888, impulsora del desarrollo barrial; a Villa Urquiza, que surgió en 1887 como Villa Catalinas, se le cambió la designación en octubre de 1901 al cumplirse los 100 años del natalicio del Gral. Justo José de Urquiza; y Villa Luro (1911) nombra a Pedro Olegario Luro que gestionó y financió tanto la habilitación del apeadero como el proyecto inmobiliario tras comprar a los Olivera su quinta Nuestra Señora de los Remedios.
En 1889, tras el establecimiento de una línea férrea, se creó Villa Devoto. El Banco Inmobiliario, presidido por Antonio Devoto, adquirió gran parte del antiguo campo de Santiago Altube.
Tanto Villa Soldati como Villa Lugano fueron fundadas en 1908 por el suizo José F. Soldati nacido en Neggio, cerca de Lugano. Y a la vecina Villa Riachuelo, establecida en 1888 por la Sociedad General Pobladora en tierras del Presbítero José Francisco de la Lastra, la bautizó directamente el Río Matanza - Riachuelo.
Villa Real, que se formó en 1909 en torno a su primera estación ferroviaria, integró la chacra de Pedro Fernández de Castro que luego fue adquirida por los Córdova. Su “Real” evocaría el paso del Virrey Sobremonte en su huida a Córdoba: “nos hizo caminar (…) a pesar de toda la fuerte lluvia hasta la chacra de don Juan Pedro Córdova a donde llegamos cerca de las dos de la tarde. Echó pie a tierra S.E. y se metió en la casa de la misma chacra en donde se hallaba la virreina con sus hijos y el Inspector”, se detalla en El Diario inédito de Pedro Cerviño sobre el ataque inglés a la ciudad de Buenos Aires (17 al 30 de junio de 1806).
Ganado, matarifes y cuchillos
¡Si algo tenía La Trinidad era ganado! Por eso, existieron varios corrales de palo a pique de ñandubay que aseguraban el abastecimiento de carne. Uno de ellos fue el “Matadero de Santo Domingo” o “Matadero del Sur” en las inmediaciones de Av. Caseros y Montes de Oca. Fue varias veces relocalizado, cada vez más lejos, a medida que la ciudad se expandía… ¡y lo repudiaba!
Así, en 1830, fue trasladado al actual Parque España, en Barracas. “Cada uno tenía un novillo salvaje en la punta del lazo (…) muchos bramaban, algunos eran desjarretados y corrían con los muñones; otros eran degollados y desollados, mientras en ocasiones alguno cortaba el lazo”, detalló Francis B. Head en Las Pampas y Los Andes. El procedimiento era tan despiadado, sanguinario y antihigiénico que hacia 1860 se resolvió clausurarlo, mudarlo y mejorarlo: “la matanza no puede continuar como hasta aquí; la salud pública y la civilización prescriben una amplia reforma del método utilizado” (Memoria del Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires)
El “Nuevo Matadero del Sur” fue inaugurado en 1872 en Caseros entre Pepirí y Montegudo. A su alrededor se generó una barriada, los “Corrales Viejos”, que en 1902 fue designada Parque de los Patricios y cuya toponimia ya hemos explicado. Con respecto al matadero, fue demolido y nuevamente trasladado.
Paralelamente a la construcción de los “Nuevos Mataderos Públicos de la Capital” que fueron inaugurados formalmente en 1901, surgió un pueblo formalmente denominado “Nueva Chicago” (como la ciudad estadounidense dedicada a la industria de carne), pero los paisanos prefirieron llamarlo a la criolla: Mataderos.
Boquita mía
Sin duda alguna, fue la entrada del Riachuelo la que bautizó a La Boca. Hacia 1850 en torno a talleres navales, astilleros, depósitos y almacenes, se fue constituyendo un arrabal formado por inmigrantes mayoritariamente genoveses. Sus casas de madera y chapa acanalada, pintadas con los sobrantes de pinturas de los barcos, fueron dando vida a este barrio que años después inmortalizaría el gran Quinquela Martín. En 1870, se oficializó el nombre al crearse su Juzgado de Paz.
Una pregunta, tres respuestas
Dos fueron los núcleos germinales de Constitución. Por un lado, la Capilla Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción erigida en Independencia y Tacuarí en 1733 y ascendida a Parroquia en 1769. Y por otro, el “Mercado del Sur del Alto”, luego “Mercado Constitución”, que funcionó entre 1857 y 1885 en un predio limitado por Cochabamba, Salta y Bernardo de Irigoyen (actual Plaza Constitución).
¿Cuál constitución menciona el barrio? ¿La nacional o la porteña segregacionista? La elección del 29 de agosto como día barrial, coincidente con el nacimiento de Juan Bautista Alberdi, sugeriría que se refiere a la carta suprema argentina redactada por dicho jurista. Pero ¿no resulta extraño que el entonces Estado de Buenos Aires, separado de la Confederación Argentina entre 1852 y 1861, honrara a una constitución que rechazó y no firmó? El historiador José Juan Maroni expuso una tercera opción: “fue un homenaje a la palabra Constitución considerada como expresión general y simbólica de lo que se entiende por Carta Fundamental, indispensable para regir todo pueblo organizado”.
Construcciones y algo más
Al igual que el ya citado Mataderos, hay barrios que responden a determinadas edificaciones.
Retiro encierra una triste y oscura historia. Nombra la enorme casa de campo El Retiro, construida hacia 1696 en el borde de la barranca de Arenales y Maipú como lugar de descanso del gobernador Agustín de Roble. Luego pasó a su testaferro Miguel Riglos quien la alquiló a la Compañía Francesa de Guinea en 1704 y luego la vendió a la South Sea Company; ambas dedicadas al comercio de esclavos y allí establecieron su asiento. A fines del 1700 “El Retiro de los Ingleses” fue trasladado a la zona del Riachuelo porque “este establecimiento (…) es sumamente perjudicial a la salud pública que es lo que más se debe cuidar, porque soliendo venir dichos negros medio apestados, llenos de sarna y escorbuto y despidiendo de su cuerpo un fétido y pestilencial olor, pueden con su vecindad infeccionar la ciudad”, Los Acuerdos del Cabildo, Libro 45, Foja 207.
Al sureño Barracas lo bautizaron los precarios galpones de mercaderías erigidos a partir de fines del 1600 en el Riachuelo. Jules Huret, quien recorrió el país en 1909, aconsejaba en De Buenos Aires al Gran Chaco: “(…) dirigirse a los barrios del sur, a La Boca, o a Barracas, a orillas del Riachuelo, donde se hayan los mercados de lanas y cueros, los mataderos, los depósitos. Allí se encuentran los centros comerciales, las industrias, las fábricas, los almacenes de hierro y madera (…) Se observa allí la actividad de los grandes centros europeos”. Se supone que estas barracas también funcionaron como “depósitos” de esclavos.
Versalles fue desarrollada por la Compañía Tierras del Oeste en los remotos dominios de Pedro Fernández de Castro. La estación establecida en 1911 (que se escribía con una i, luego suprimida) debe su designación al rematador José Guerrico quien habría quedado maravillado con el palacio francés. Obviamente fue una táctica de venta, pero no tan original: ya en 1873 se había intentado rematar lotes del futuro barrio Saavedra llamándolo el “Versailles del Plata”.
Pioneros, emprendedores y sus loteos
A fines del 1800, la mayoría de las propiedades pensadas para expandir la ciudad pertenecían a agentes privados o a descendientes de aquellos terratenientes de antaño. Ante la más mínima señal que pudiera subir su valor –como la llegada del ferrocarril, el trazado de un nuevo camino o la instalación de una importante industria–, se disparaban los loteos y la venta de terrenos. Muchos de los barrios ya referidos llevan los apellidos de estos visionarios o antiguos propietarios.
En el caso de Flores, nació como pueblo tras parcelarse la finca de Juan Diego Flores y en 1806 su nombre se oficializó al crearse el curato de San José de Flores. Palermo menciona al siciliano Juan Domínguez Palermo, dueño de las tierras hacia el 1600. A partir de 1838, Juan Manuel de Rosas empezó a comprar terrenos donde estableció su quinta Palermo de San Benito, nombre que resultó de la unión del sitio que figuraba en las escrituras (Bañado de Palermo) con el onomástico correspondiente al día de la compra (12 de enero es San Benito Biscop). Su caserón, en el cruce de las avenidas Libertador y Sarmiento, fue sede de gobierno mientras su entorno era un paseo público. Tras la derrota en Caseros, la quinta fue confiscada y funcionó como Colegio Militar, Escuela Naval hasta que fue dinamitada en 1899.
Almagro se debe al comerciante Julián de Almagro que en 1839 compró la fracción norte de la quinta de Carlos Dos Santos Valente y años después donó terrenos para el tendido de las vías y construcción de una estación. Y Núñez es un reconocimiento a su pujante emprendedor, don Florencio Núñez.
Barrios verdes
Buenos Aires es “como el coloso sin pulmones debido a su falta de espacios verdes”, publicó La Nación el 15/10/1873. Por eso… sustentados en una política higienista, influidos por el modelo de la ciudad-jardín promovido por el urbanista inglés Ebenezer Howard, y dirigidos por Directores de Paseos de la talla de Charles Thays, se desarrollaron varios parques en torno a los cuales surgieron Parque Chacabuco, Parque de los Patricios y Parque Chas a los cuales ya hemos mencionado.
En 1912, la Municipalidad compró a los herederos de Domingo Olivera parte de la chacra Los Remedios. Limitada por la Av. Directorio, Lacarra, de Lafarrere y Ameghino, se distinguía por su espectacular y añosa arboleda. “La comuna debe ser previsora y adquirir una de las pocas grandes extensiones de tierra que aún quedan en la capital, para dotar a ésta de los paseos que tanto necesita”, había aconsejado La Nación meses antes. En 1914 fue inaugurado el Parque Domingo Olivera que enseguida fue renombrado Nicolás Avellaneda en homenaje al presidente argentino. Éste fue el cimiento del barrio Parque Avellaneda.
La Floresta significa abundante y frondosa flora. En el Pasaje Chilecito entre Bahía Blanca y Joaquín V. González hubo un bar-recreo que nominó a la estación de tren y luego se hizo extensivo al barrio circundante: “(…) hemos establecido en este bello quiosco un café restaurante donde comenzará el servicio desde el día 29 del corriente en que se inaugura el ferrocarril (…) La Floresta irá ofreciendo todas las comodidades apetecibles (…)”, publicitaron Soldati & Maggiani en 1857. Y Monte Castro, cuya urbanización llegó ya entrado el siglo XX, menciona la histórica chacra de Pedro Fernández de Castro que estaba cubierta por un denso monte de talas, espinillos, sauces, ombúes y durazneros.
Ingenieros, errores y aciertos
Hacia 1860, se necesitaba un puerto para el creciente flujo comercial. Se barajaron dos propuestas: Luis Huergo aconsejó profundizar el canal y mejorar las instalaciones del Riachuelo mientras Eduardo Madero planteó construir un puerto nuevo al este de la Plaza de Mayo, propuesta que resultó elegida. Mientras tanto, se desencadenaron unos eternos dimes y diretes reflejados por la prensa: “Se quiere entregar a este caballero la suma de veinte millones de duros para que mande a hacer el puerto, haciendo a la vez su fortuna (…)”, publicó La Prensa el 1/05/1883. En 1889 se inauguró la dársena sur con el nombre de Puerto Madero, pero para comienzos del 1900 ya había demostrado ser ineficiente. Rescatado del abandono y del olvido, Puerto Madero fue oficializado como barrio en 1996, uno de los más jóvenes y exclusivos.
Con respecto a la estación y al barrio de Coghlan establecidos en 1891, deben su nombre a la memoria del irlandés John Coghlan, importante técnico de los ferrocarriles ingleses.
Desde la despoblada Trinidad hasta la actual Buenos Aires, se perdieron en el camino barrios como Catedral Sur, Catedral Norte y Villa Alvear; pero se agregaron otros como Parque Chas y Puerto Madero. También dicen “presente” los barrios no oficiales como Barrio Norte, Once, Abasto, Tribunales, Congreso, Las Cañitas...y aquellos que se prefiere no ver como las villas 21 de Barracas y 31 de Retiro.
Aunque Alberto Castillo cantaba “Los 100 Barrios Porteños”, sabemos que son 48. Cada uno con su propia historia, particularidades, funciones y jerarquía, pero sumados todos, consolidan la identidad porteña.