Dentro del recuperado parador náutico Puerto Piedras Blancas, la flamante propuesta incluye cuatro domos y próximamente van a sumar otros en versión all inclusive.
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Tan cerca y a la vez tan lejos de Puerto Pañuelo, el parador náutico Puerto Piedras Blancas invita al contacto con la naturaleza. Ubicado al norte de la isla Victoria, el lugar se erige como un espacio recuperado: hasta hace dos años, allí se congregaban libremente grupos de locales y turistas que llegaban en sus embarcaciones y disponían, muchas veces con desidia, del paisaje.
“El proyecto nace de las ganas de concientizar y conservar, de cierta utopía de que las cosas se pueden hacer bien. Cuando tomamos la concesión, Piedras Blancas era un lugar descontrolado de uso público. La gente venía, hacía fuego en cualquier lado, esto siempre estaba al borde de un incendio. De acuerdo al compromiso que tomamos con Parques Nacionales, hemos recuperado el espacio. En ese proceso, sacamos casi tres toneladas de basura y construimos sanitarios con biodigestores”, cuenta Diego Noia, responsable, junto a Carlos Pelli, del lugar.
Piedras Blancas cuenta actualmente con un camping de 28 parcelas, fogones y un aforo máximo de 200 personas. Lo inusual es que a este camping sólo se llega por vía lacustre. El parador se ubica a unos 30 minutos desde San Carlos de Bariloche y a unos 35 minutos de Villa La Angostura. La mayor parte de los visitantes llegan en sus propias embarcaciones, aunque también hay un porcentaje (especialmente extranjeros) que alquilan embarcación para llegar hasta allí o contratan el servicio de traslado en excursiones privadas.
Recientemente se sumó Folk Camp a la propuesta: se trata de cuatro domos con capacidad para dos personas, a pasos de la costa del lago Nahuel Huapi. De 28 m², cada domo tiene calefacción a leña, energía eléctrica, puertos USB y una cama Double Queen (160 x 190 cm) o dos singles (80 x 190 cm). El mobiliario minimalista se completa con mesas de luz, un organizador para la ropa, dos sillones y un tronco que hace las veces de mesa ratona. La estadía incluye desayuno y los baños se comparten con las personas que duermen en carpas.
Próximamente, esperan sumar seis domos: bajo la idea de “lujo simple en lugares agrestes”, los aventureros sólo necesitarán traer su bolsa de dormir. Y algo más al norte de la isla, en Puerto Radal, están desarrollando un predio con otros seis domos (con baño privado) que estaría listo en noviembre de este año. Con concepto de resort, se podrá contratar un paquete cerrado con traslados, comidas, alojamiento y actividades.
Desde el deck del domo, el tiempo se ralentiza. A diferencia de otros campings en “tierra firme”, aquí las embarcaciones son protagonistas: semirrígidos, veleros y yates parecen el bolso de Mary Poppins cuando sus ocupantes comienzan a descender a la isla con heladeritas, sillas, mesas, carpas, cañas de pesca, stand up paddles, kayaks, inflables y hasta gazebos. También están los que sólo amarran en el lugar, pero comen y duermen en sus barcos, y los que eligen descender en playas cercanas, como Llavallol, y sólo recurren al parador para comprar comida o hielo.
La mayor parte del público en Puerto Piedras Blancas es de familias habitués. Diversas generaciones de personas que se conocen entre sí y disfrutan de encontrarse en ese rincón se dan cita aquí cada verano. Ninguno escapa a la caminata tradicional hasta la formación rocosa que da nombre al lugar: desde el lomo de esa suerte de dinosaurio echado se obtiene una magnífica vista panorámica sobre la bahía y hacia el norte de la isla.
A su vez, el parador es un ideal punto de partida para emprender un trekking de baja dificultad hacia Puerto Gross y Puerto Anchorena. Allí también puede visitarse el Centro Forestal y Vivero Ing. Agr. Alberto Suero del Jardín Botánico Isla Victoria, que contiene un arboretum con 140 especies exóticas. El vivero –que fue el primero de la Patagonia– forma parte del complejo histórico del Vivero Nacional del Gran Parque del Sur, de 1922. En 1934 constituyó la primera sede de la intendencia del Parque Nacional Nahuel Huapi hasta que se construyó el edificio actual en el Centro Cívico de Bariloche. Funciona actualmente en ese lugar un invernadero botánico en el que se propagan especies nativas.
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