En el centro de la Capital Federal, en la Dársena Norte, se encuentra un muelle de pesca que ingresa 1.200 m en el Río de la Plata desde donde se aprecia una rara panorámica de la Ciudad de Buenos Aires.
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Solo 48 horas en el año no están abiertas las instalaciones y el extraordinario y prolongado muelle de la Asociación Argentina de Pesca (AAP): el 25 de diciembre y el 1 de enero. Un millar de integrantes de la institución deportiva tienen libre el acceso las 24 horas para su paciente práctica, quienes pueden estar acompañados de familiares o visitas.
El club está a unas 23 cuadras del Obelisco, podrían decirse que se encuentra en una ficticia continuación Este de la avenida Córdoba en el puerto, junto al exclusivo y elegante Yacht Club Argentino y a la Reserva Ecológica Costanera Sur.
La AAP cumplió 88 años ya que fue fundada el 7 de junio de 1936. “Fue gracias a la iniciativa de un grupo de amigos apasionados de la disciplina que luego convocaron a una asamblea donde hubo 73 pescadores y el primer presidente fue Miguel Bomchil”, cuenta el presidente Ricardo Niño. En reconocimiento a la trayectoria y actividad, en 2007, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires declaró de valor patrimonial el muelle, como lo señala la placa junto al mástil de ingreso por la avenida Intendente Hernán M. Giralt N° 22, solar por el cual abonan un canon.
LUGARES recorrió el complejo. Un alargado predio verde con eucaliptus, tipas, jardines y flores –todo muy bien cuidado– rodeando edificaciones destinadas a la recreación y servicios muy al estilo de un buen club: juegos infantiles, parrillas, quinchos, canchita de fútbol, lavaderos, vestuarios, sanitarios, estacionamiento…
La sorpresa surge al caminar la calle asfaltada de entrada de 485 m (unas 5 cuadras). Está sobre un muelle de piedras que en el pasado se levantaba en medio del agua. Luego, el asombro se acrecienta al entrar al muelle de pesca propiamente dicho. ¡Es una larguísima pasarela de 730 m con piso de tablas, barandas y bancos de madera sustentada sobre sólidos pilotes de quebracho!
Una curiosidad limítrofe o catastral: a la derecha de la calle principal, el terreno es incumbencia del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y linda con la Reserva. Y a la izquierda de esa línea, es jurisdicción de la Administración General de Puertos. En tanto que el hermoso edificio –ubicado a metros del portón–, construido por los socios del club en 1941 (y ampliado en 1945), depende en un 75% del organismo portuario nacional y en el espacio restante desenvuelve sus ocupaciones la asociación.
El pasillo de la paciencia y el buen humor
La extendida rampa se enfila como una larga lanza en las marrones aguas y cada tanto hay refugios techados, cubiertos con placas galvanizadas y ventanas vidriadas con cierto mobiliario y elementos para uso de los pescadores, como microondas y dispensers de agua fría y caliente. Afuera puede hacer calor o frío, ser de día o de noche; pero a lo largo del aireado pasillo es manifiesta la mansedumbre de los aficionados.
Nadie grita y el medio tono de las conversaciones es regla, aunque se hable de política o fútbol, sean hombres, mujeres o niños. Es notable la cordialidad, la camaradería, el buen humor y los calurosos reconocimientos o chanzas de acuerdo a las piezas que levantan las cañas y luego devuelven a las aguas. A veces puede ser un importante pez; pero la corriente puede enganchar una prenda o una bolsa y el chiste aparece.
“De acá yo nunca me fui zapatero”, sostuvo jocoso Alejandro Pizarro y se tomó la tarea de explicar que formaba parte de la jerga para referir que la suerte no estuvo para lograr un patí, un pejerrey, un bagre, una boga o un dorado… algo, ni tampoco un zapato.
La gente prepara pacientemente sus líneas y carnadas, lanzan con sus cañas que se arquean de acuerdo a las pericias y festejan serenamente las piezas obtenidas, se toman selfies o celebran en familia y luego el pez es devuelto a su hábitat. “Hace 22 años que soy socio porque me encanta pescar, es un relax y vengo siempre. Trabajaba como mecánico y ahora, como jubilado, vengo seis o siete veces al mes”, comentó Jorge Blanco.
En tanto que Luis Angel Díaz estaba muy contento con una pieza que ya había devuelto al río. “Fue un dorado que estimo pesaba unos 2,5 kg, en general me va bien. Este es el mejor pesquero de la provincia de Buenos Aires porque hay tramos donde tenemos 18 m de profundidad y seguro que es el más largo de la Argentina. ¡Desde la primera tabla hasta la última tenemos 730 m!”, destacó entusiasta.
Los que practican en familia son los Colussi, Juan, su esposa Silvina, su hijo Juan y la nieta Jazmín. “No, nunca comemos lo que pescamos, siempre es con devolución. Nos gusta este club porque es tranquilo, seguro, familiar y muchos nos conocemos”, dijo la vocera Silvina.
Por supuesto, cada tanto se organizan concursos de pesca y hasta viajan delegaciones a las provincias para competir en certámenes. La AAP dispone además de un anexo en el río Paraná Guazú (antes del segundo puente de Zárate-Brazo Largo) y otro frente a la Laguna de Chascomús con un excelente muelle de 120 m frente al predio, más un parque arbolado con espacios para camping, habitaciones, sanitarios, duchas y despensa. Durante varias décadas también tuvieron otro espacio construido en Dársena F, atrás del ex edificio de la ex compañía Italo; sin embargo, una decisión política les cercenó su uso.
La misma ciudad, otro punto de vista
La relajada caminata hasta la punta de la escollera lleva su tiempo, son doce cuadras desde el litoral, desde la entrada… Resulta placentero deambular con la mirada para observar diferentes clases de veleros surcando con los vientos, lanchas de paseos, buques de carga o catamaranes de turismo circulando, entrando o saliendo de sus amarres.
Claro, es la vía de entrada al Puerto de Buenos Aires, donde las dimensiones de las embarcaciones oscilan entre un velerito tipo Optimist piloteado por un chico que soltó amarras del Yacht Club Argentino o algún refinado yate surgido de alguna marina de los diques cercanos, como el Yacht Club Puerto Madero. Pero también es magnético contemplar algún gran crucero de ultramar o ver anclado el rompehielos Almirante Irízar.
El otro gran atractivo es la visión de la arquitectura porteña desde tanta distancia. Poder divisar hacia el Norte el contra-frente del antiguo Hotel de Inmigrantes, el Apostadero Naval, la dársena del Irízar y detrás los rascacielos Catalinas Norte, IBM, Globant, Madero, BBVA, Stellantis, Macro…
Girando hacia el sur, resulta un deleite avistar el edificio ICBC, el de YPF, las torres El Mirador (conjunto de tres edificios unidos de 24 pisos), El Faro (dos construcciones interconectadas), Mulieris (dos torres de 44 pisos y 161,4 metros de altura) o la lujosa Alvear Tower de 235 m de altura.
Una imagen recordada del muelle en los medios se concretó en 2018. Fue una intervención plástica de arte conceptual en el contexto de la muestra Art Basel Cities cuando el artista argentino Eduardo Basualdo creó en el extremo de la pasarela una Puerta giratoria que rondaba con el viento. Fue una iniciativa del Ministerio de Cultura de la Ciudad que encantó al público visitante, incluyendo artistas nacionales y extranjeros.
Esta expresión estética lleva a reflexionar que siempre se habla de una ciudad que le da la espalda al Plata. Afortunadamente, en los últimos años, Puerto Madero o el Parque de la Memoria o la eliminación de algunas barreras costaneras le dieron otras oportunidades a la fisonomía ribereña procurando una integración.
Asociación Argentina de Pesca T: 4311-4625. La cuota mensual para socios nuevos es de $43.000 por mes.
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