Un paraíso natural inexplorado a 70 km de las Cataratas del Iguazú y a 40 minutos de Andresito. Surucuá Reserva & Ecolodge es un refugio de biodiversidad en la selva misionera.
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Alrededor todo es selva. No hay rastro del bullicio citadino ni de ningún tipo de civilización. Estamos en un remanso de tranquilidad, repleto de biodiversidad. Surucuá Reserva & Ecolodge está en una zona virgen del noreste de Misiones conocida como La Península, un rincón de la Argentina a 70 kilómetros de las Cataratas del Iguazú y a 40 minutos del pueblo de Andresito, el benjamín de la provincia.
Hace un cuarto de siglo, desde que comenzó la aventura de poblar esta región, Andresito se ha desarrollado lo suficiente como para contar con servicios esenciales, como una estación de servicio atendida por sus dueños, una plaza, una terminal de ómnibus, comedores locales y una heladería que nunca cierra, donde ofrecen el exquisito helado de yerba mate.
Pero a medida que nos aventuramos más allá de Andresito y nos adentramos en La Península, la naturaleza se apodera del paisaje. Aquí, donde los sonidos de la selva misionera dominan, encontramos a Adrián Heredia y María Laura Alcaraz, los corazones y almas detrás del refugio de Surucuá. Su historia es la de un sueño de vivir en un lugar donde no tuvieran que desmontar un solo árbol, sino exactamente lo contrario: abrazar la belleza natural que los rodea.
Adrián, un apasionado experto en aves que ha identificado más de 200 especies, comparte su fascinación con estos seres alados en las redes sociales, donde sus fotos reciben cientos de “me gusta”. Pero en Surucuá, la experiencia de ver estas aves en su hábitat natural supera con creces cualquier imagen del mundo virtual. Desde el imponente surucuá, pariente del quetzal, con su cabeza gris y pecho rojizo, el bailarín, los boyeros o caciques de nidos largos, hasta el escurridizo urutaú, que se camufla con los troncos y ramas secas, la diversidad de aves en esta región es simplemente asombrosa.
La pasión de Adrián se combina con la experiencia de Laura, licenciada en Turismo, quien entiende la necesidad de posicionar a Andresito como un destino turístico diferente de las masificadas Cataratas del Iguazú. “Poca gente, trato personalizado, más casero y auténtico” son las claves de esta experiencia única que ofrecen.
El ecolodge cuenta con solo cuatro cabañas, todas construidas sin dañar un solo árbol, y se conectan a través de pasarelas que se entrelazan entre altos palos rosas y alecrines. El lujo aquí es la propia riqueza del entorno natural. Además de la observación de aves, Surucuá ofrece a sus visitantes la oportunidad de adentrarse en la selva misionera a través de senderos que serpentean entre lianas, musgos y helechos. Para los amantes del agua, los paseos en kayak por el río Iguazú son una experiencia única.
Otro de los atractivos de la zona es la posibilidad -aunque remota- de avistar yaguaretés y pumas. Por ejemplo, recientemente, las cámaras trampa capturaron la presencia de una pareja de yaguerés, lo que agrega una dosis de emoción a la experiencia de la selva. “¡Extrema felicidad!”, publicaron en el Instagram oficial de Surucuá.
Acá, la esencia de la selva misionera se despliega en toda su grandeza. Los sonidos de la naturaleza, la observación de aves, los encuentros con grandes depredadores, y la sensación de estar inmerso en un entorno prácticamente virgen se revelan como experiencias trascendentales. Además, Laura deleita a los huéspedes con su exquisita cocina, en especial, con los dulces y las famosas chipas, un manjar regional.
Mientras el mundo moderno sigue su curso, en Surucuá, el tiempo parece detenerse y la naturaleza cobra vida, invitando a todos a formar parte del mismo todo.
Datos Útiles
Ubicación:
T: (+54 9 376) 4371046
IG: @surucualodge
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