Hace más de 25 años, un grupo de mujeres incansables promovió la creación un Jardín Botánico en plena estepa santacruceña. La mayoría de ellas, hoy jubiladas, lo siguen cuidando con el amor y el entusiasmo de siempre.
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Comandante Luis Piedra Buena es una ciudad pujante y llena de sorpresas que aún conserva la atesorada calma pueblerina. Sus calles están pobladas de esculturas y murales alegóricos, Patoruzú y su troupe tienen su propio parque temático y, gracias a su profusa vegetación y sus bulevares floridos, se la conoce como “el oasis” de la estepa santacruceña. Pero quizás lo más asombroso de todo, cuando se viene bajando desde Caleta Olivia por la Ruta Azul (RN3), es su bellísimo Jardín Botánico: el más austral de nuestro país y (según dicen) del mundo.
Los destinos de una chacra
El espacio que hoy ocupa el Botánico tuvo variados dueños y destinos antes de ser jardín. El primer inmigrante en instalarse en las tierras habitadas por tehuelches (allá por 1905, cuando Piedra Buena todavía se llamaba Paso Ibáñez) fue el español Antonio Teyra.
Dicen que llegó buscando trabajo y se resguardó con su baúl rojo (donde llevaba algunas bolsas de semillas) sobre la margen norte del río Santa Cruz. Unos años después Teyra le vendió el terreno cultivado a un alemán apellidado Hope y en 1945, ya bajo el nombre de Chacra San Carlos, el predio abastecía de frutas, leche, miel y flores a la zona. Pero el nuevo propietario, Marcou, tenía pasión por las especies exóticas y mandó plantar, pasando las hileras de papas y cebollas, majestuosos ejemplares de castaño de Indias y pino de Oregon que aún siguen en pie. En 1985, Marcou vendió la chacra al municipio y comenzó otra etapa: sucesivamente alojó un asilo de ancianos, un comedor comunitario y una carnicería. Hasta que, en 1992, en el mismo edificio que hoy preside la entrada, se inauguró una escuela experimental.
En tiempos de “la escuelita” la tierra estaba reseca, pero los árboles resistían gracias a las lluvias y a la profundidad de sus raíces. Ayudadas por una auxiliar criada en el campo, las maestras empezaron a regar con la misma bomba que todavía se utiliza. Pero en 1993 el establecimiento educativo se trasladó y la ahora ex chacra quedó nuevamente a la deriva. La batalla por la supervivencia de los árboles parecía perdida. Hasta que en 1996, una nueva figura entró en escena.
Amigos de la Naturaleza
Elsi Quinteros era preceptora de la secundaria cuando cruzó el portón de la vieja chacra y, pese al abandono reinante, pudo apreciar su enorme potencial. Ahí nomás decidió que era ideal para jardín botánico y, aguerrida como era, tomó el toro por las astas.
Poco después se creó la Asociación Amigos de la Naturaleza, que hoy preside Josefina Mouzo, también docente y tan apasionada y “arrolladora” como sus predecesoras. “En el 97 vino gente del INTA, que hizo la proyección del jardín, pero había que seguir luchando en el día a día y Elsi nos puso a trabajar a todas”, comenta. “Lo cierto es que fueron cinco mujeres, cinco maestras, las que le pusieron el cuerpo al jardín”. Lloviera o tronara, todos los días a la hora de la siesta Anita Kraevsky, Norma Arregui, Ana Pleich, Úrsula Dreizler y Mirta Calicate de García iban a desmalezar, abonar, palear tierra, plantar y regar. Parece ser que, hasta que consiguieron una manguera lo suficientemente larga (el jardín abarca tres hectáreas), regaban el cedro azul con una pava.
Una epoyeya ecologista
Pero todavía faltaba persuadir a las autoridades municipales de que el Jardín Botánico era una necesidad para los habitantes de Piedra Buena. Ya lo dice el proverbio japonés: para ser felices, los humanos necesitamos tanto el pan como las flores.
Y fue la comunidad la que, con un empujoncito, logró que se inaugurara. Elsi convenció a los alumnos de la secundaria Juan F. Tognon para que la ayudaran a hacer campaña y en 1996, en el marco de la ECO Joven, propusieron que se creara un Jardín Botánico en la vieja chacra. Los chicos salieron a golpear puertas y lograron reunir 1500 firmas entre los entonces 3000 habitantes de Piedra Buena. El Concejo Deliberante aprobó el proyecto por unanimidad y en el año 2000, como para festejar el comienzo de siglo, otorgó el predio en comodato a las pioneras. Lo bautizaron Jardín Botánico San Carlos.
Palabra de Elsi
El segundo viernes de octubre de 2021, día de los jardines botánicos en la Argentina, encontraron en la sede del San Carlos un escrito sin fecha firmado por Elsi Quinteros que resume el espíritu que la animó y animó a los piedrabuenenses a perseguir su sueño: “Nuestro pueblo está situado al sudeste de la patria, en el corazón de la estepa patagónica. Esta estepa que nos rodea carece de árboles. Su vegetación consiste en arbustos y plantas xenófilas, achaparradas, espinosas, algunas suculentas, otras en cajín. El clima es riguroso: frío en invierno, nevador en ocasiones, con grandes vientos en primavera. No obstante nuestro pueblo, desafiando estas condiciones, con el esfuerzo de varias generaciones y el apoyo de los sucesivos gobernantes, ha logrado transformarse en un oasis de verdor a la vera del río Santa Cruz”.
2022: las guardianas siguen en sus puestos
Casi todos los días, Anita o Norma “se dan una vuelta para ver cómo andan las cosas”. Ya no agarran la pala ni cavan pozos como antes, pero siguen sacando yuyos y hojitas secas y dando instrucciones a Don Sepúlveda, el jardinero histórico (vivió en San Carlos cuando todavía era chacra) que, a sus 71 briosos años, “si se tiene que levantar a las seis se levanta”.
En el actual jardín hay plantas de distinto cuño y época: los antiguos frutales que “las chicas” quisieron conservar conviven con las coníferas y los lupinos que Elsi (junto a su esposo Francisco Morseletto, médico y observador de aves) traía en su camioneta desde Bariloche. Además están planeando un sector de autóctonas de estepa (calafates, lenguas de fuego) y, en honor a Elsi, un jardín de flores que se abran en distintas épocas del año para que “nunca falten los colores”.
Para recaudar fondos, organizan eventos y ferias americanas donde venden todo tipo de cosas que donan los locales (también cuentan con apoyo del municipio para pagar los salarios de los jardineros). Cuando se les pregunta qué es el Jardín para ellas, Norma responde: “Forma parte de mi vida, no me imagino la vida sin el jardín”; y Anita dice: “Yo lo veo como una labor noble, una viene triste y el jardín te devuelve la energía”.
Jardín Botánico San Carlos. Comandante Luis Piedra Buena, Santa Cruz. Lunes a viernes de 10 a 13 y de 14 a 17; sábados y domingos de 14 a 17. Entrada gratuita.
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