El músico y un equipo de gente allegada a él, inauguraron el Espacio León Gieco, una gran sala frente a la plaza principal de su pueblo natal, Cañada Rosquín, que recorre su enorme trayectoria.
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En Cañada Rosquín, Santa Fe, el lugar donde nació uno de los músicos más notables de Argentina, se inauguró hace menos de dos meses, un espacio cuyo interés podría recaer, tranquilamente, en un amplio abanico de edades.
La sala, ubicada frente a la plaza principal -justo al lado de la casa de Malvina Gieco, hermana de León, y a 50 metros de su propia casa y de Alicia Scherman, su compañera de toda la vida- recorre la “inabarcable” trayectoria del músico popular argentino. “León la compra e inmediatamente ya tenía en la cabeza la idea del museo para dar cabida a la cantidad de cosas que fue atesorando en su trayectoria, pero no alcanza. A tal punto que él habilitará en su propia casa, acá a unos metros, otro lugar con más cosas. Eso se abrirá en un mes”, dice Oscar Zanello, más conocido como el Chino, uno de los coordinadores del espacio.
Afiches, remeras, instrumentos, manuscritos, discos, mates, libros de la biblioteca personal y otros con firmas de periodistas y escritores como Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Tato Bores, Carlos Ulanovsky, objetos en vitrinas y fotografías de décadas pasadas, hablan de la notable carrera de León Gieco y de su compromiso social conocido. Carrera y compromiso que siguen: “cumple 72 años y hay que seguirle el tranco”, dice Oscar. En noviembre, León Gieco viajará a Sevilla, España, a la ceremonia de los premios Grammy. Él es así, sumamente vital, y su espacio es igual, “... un espacio tan vivo y tan participativo que por eso fuimos eliminando la palabra museo”.
Se inauguró el 14 de agosto de 2023 y la obra estuvo a cargo del arquitecto Eric Rovere. Aunque la verdadera fecha de inicio (la piedra fundamental) fue en enero del año pasado, cuando la organización Mumala, en defensa de los derechos de las mujeres y con mucha presencia territorial en Cañada Rosquín, estuvo ahí y León les abrió las puertas para que hicieran un taller. Esa es la fecha que él considera inaugural.
Es imposible visitar el Espacio León Gieco sin experimentar alguna emoción del tipo: asombro, admiración, curiosidad, nostalgia. Asombro por la cantidad de cosas reunidas a lo largo de una vida; admiración por las decenas de álbumes expuestos, entre solistas, recopilatorios, vivos, tributos; curiosidad por las remeras de moteros, clubes locales, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y shows, colgadas en un perchero especialmente diseñado; nostalgia al recorrer las fotografías o descubrir en una vitrina el manuscrito original de “Solo le pido a Dios”, donde hay correcciones, palabras tachadas, frases que no quedaron en la versión final de esta canción que terminó siendo, como dice Oscar, un himno universal.
Que el deseo no me sea indiferente
Parece que León Gieco siempre tuvo claro lo que quería. A los 18 años se fue de Cañada Rosquín a Buenos Aires con la idea de convertirse en músico. Pero músico ya era. La primera guitarra se la compró con el dinero que juntó trabajando como repartidor de carnes y verduras arriba de una bicicleta, en realidad triciclo, “porque la cubierta de adelante es más chica”, cuenta Oscar. “Si bien ha sido reconstruida porque estaba muy deteriorada. León, en un triciclo así, a los ocho años empezó a repartir carne y verdura en la Carnicería Cavalero. Con esas moneditas que fue ahorrando se pudo comprar la primera guitarra: La Calandria, que va a ser exhibida en la otra parte”.
Una croc compañera de otra que se extravió en Tilcara, mates de diferentes regiones, la verde y blanca colgadita de una percha, remera del Club Juventud, donde León alguna vez trabajó de mozo, “León estuvo en la fiesta de los 100 años, que fueron en el 2010, y le entregaron la 10″. Claro, ¡así no hay espacio que alcance!
Siento que otros vientos me escuchan
Los manuscritos son una de las joyitas del lugar. Hay uno donde León dice lo qué es lo que siente cada vez que Mercedes Sosa, la cantante folclórica argentina, le grababa una canción: Cuando Mercedes canta una canción mía siento que otros vientos me escuchan, que gente de otras tierras me conoce. Siento que la canción se hace ágil para cruzar los mares y cuando regresa ya no es la misma, está llena de olores nuevos y tiene marcas de otras manos, siento al fin que mi canción ya se hizo grande. León Gieco.
O las correcciones de “Solo le pido a Dios” donde el compositor se debate entre poner la palabra “pasado”, “presente” o “futuro”, y se queda con la última, “Solo le pido a Dios / Que el futuro no me sea indiferente”.
“We shall overcome someday / Deep in my heart / I do belive / We shall overcome someday. Todos venceremos hoy / en mi corazón / yo tengo fe / todos venceremos”, se lee en una pared. Es el cartel de Amnistía Internacional del año 1998, cuando León y otros artistas dieron un recital. “Mirás una portada y es un disquito que tuviste en tus manos o en la casa de tu familia o algún cd, alguna foto que te recuerda algún recital donde fuiste. Instantáneamente se transforma lo colectivo en algo personal”, dice Oscar.
Si lo dice León...
Oscar Chino Zanello, junto con Noelí Colla, sobrina de León Gieco, son los anfitriones y coordinadores de este espacio que no es solo un lugar para mirar, está claro, también se hacen talleres, se dan charlas, se prestan libros de la biblioteca personal de León y Alicia, para llevar a la casa o leer cómodamente en los sillones de ahí, hay espacios comunicacionales, transmisiones de streaming, canciones, lectura de poemas. “Cuando me lo propuso no lo podía creer, era un privilegio poder estar acá adentro. Un privilegio enorme”, asegura.
Oscar, además, coordina un medio que se llama Posta Rosquín, hizo muchos años televisión y radio, donde entrevistó varias veces a León: “Siempre con notas que duraban entre una hora, una hora y media. León cuando se sienta a hablar, se sienta a escuchar, a responder, y a veces te inquieta con una pregunta él”. Eso mismo fue lo que hizo en el bar Garufa, fundado por Idelfor Zanello “Garufa” y Cladis Biolatto “Pocha”, el padre y la madre de Oscar, donde parece que Idelfor hacía unos cortados memorables que León amaba. Una noche iba por el sexto cortado, miró una de las paredes del bar y dijo... “Chino, acá va un escenario”, y el Chino le dijo, “decíselo a Garufa”. Y parece que Garufa bajó la cabeza y contestó, “Si lo dice León”.
Garufa y Oscar, padre e hijo, habrán estado en la multitud que se congregó en la plaza, el 29 de junio de 1985, día en que León Gieco llegó a Cañada Rosquín después de su espectacular gira musical, como le llama Oscar, De Ushuaia a La Quiaca, que hizo junto al músico Gustavo Santaolalla. Así lo relata: “Entra al pueblo, nos pasan el dato, en ese momento no había celulares y lo esperamos frente a la escuela, acá nomás. Se bajan del micro, creo que eran 25 integrantes de la producción, y empieza a cantar, la gente ahí... le llevaron un cortado calentito, tortas, facturas, el abrazo y cantó. Estaba muy emocionado”.
Espacio León Gieco. Dirección: Rivadavia 485. IMartes a sábados de 10 a 12 y de 19 a 20.30. Entrada gratuita.
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