Martín Peralta es diseñador gráfico y trabaja en una de las cristalerías más importantes del país. Se considera artista amateur, aunque ya ganó varios premios y distinciones con piezas de cristal que requieren oficio y destreza técnica.
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Podríamos hacer un chiste y decir que Martín Peralta nació, literalmente, en cuna de cristal. Este santafesino que hoy tiene 44 años y es oriundo de San Carlos Centro, el sitio donde se encuentra la cristalería más importante del país, desde muy chico estuvo rodeado de ese material trasparente e incoloro, frágil y luminoso. Su padre, Jorge Peralta, es tallador de cristal desde los 18 y Martín creció entre herramientas, piezas talladas, y pedacitos brillantes esparcidos por todas partes.
Además de conocer el tras bambalinas del oficio de su padre, él iba a talleres de acuarela, pintura y pastel. A los 18 se instaló en Santa Fe capital para estudiar diseño gráfico en comunicación visual en la Universidad del Litoral, “…y ahí fue la explosión, verdaderamente el diseño me abrió la cabeza y siempre sentí que tenía que hacer una fusión entre el diseño gráfico y las artes visuales”. Estudió torno, alfarería y se vinculó con la Escuela Provincial de Artes Visuales Prof. Juan Mantovani, donde actualmente cursa el profesorado de Artes Visuales. Pero a él lo que más le gustaba era la escultura, el objeto. Y lo que más le atrae es el cristal, “siempre fue una curiosidad el material”. De esa conjugación, la escultura y el cristal, resultó algo pocas veces visto: un escultor de cristal.
En el año 2006 entró a trabajar en Cristalería San Carlos –¿en qué otro lugar podía estar mejor?- en el área de diseño, imagen y difusión de la empresa. Su puesto actual es el de Coordinador General de producción artística, aunque se vincula constantemente con el área de producción. Cada vez que Martín tiene que elaborar una de sus piezas, se reúne con los operarios, hombres de oficio y amplia experiencia. A ellos les cuenta lo que quiere hacer, trabajan bocetos y entre todos ven el modo de llevarlo a cabo, “poder lograr las piezas siempre es una alegría. Sabemos que va a estar en un museo y va a haber un montón de gente que lo va a ver”.
En 2013 fue ganador del 1º premio XII Salón Diario La Capital en Rosario, en 2014 el 1º premio (adquisición) en el Museo Provincial de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez”. Ganó el premio adquisición “Honorable Cámara de Senadores” categoría Arte Objeto, y el primer premio de la categoría y del salón del Museo de Bellas Artes Juan Castagnino, de la ciudad de Rosario. Estos reconocimientos le dieron el envión que todo artista necesita, “…fue el gran impulso, como para decir, esto está bueno y seguir”.
Cristalería San Carlos, la más importante del país
Cristalería San Carlos tiene 70 años de trabajo ininterrumpido y es reconocida por la técnica que utiliza, la del soplado por caña. Martín se mueve por el lugar con soltura, hace de guía, muestra las piezas del museo fabricadas en diferentes décadas, bomboneras bordó, lámparas, copones y copas de varios tamaños y formas. Baja escaleras, cruza los pocos metros que hay desde el edificio hasta la fábrica de producción, un galpón de chapa con al menos 80 operarios que comienzan su día a las cinco de la mañana, entre hornos que bullen, parecidos a pequeños contenedores de lava.
A medida que fue pasando el tiempo, por curiosidad y porque la gerencia fue permeable a su quehacer artístico, Martín se fue vinculando con la producción de piezas. Así empezó a comprender la dificultad que tiene manipular un material tan frágil como el cristal. “No es como la cerámica que podés sacar, poner, añadir, trabajarlo todo en frío. No, en este caso se tienen que tomar desiciones técnicas muy rápido porque el cristal se puede quebrar. Es super lindo, pero te ofrece limitaciones”.
Los que trabajan en el sector de producción son todos hombres y están ubicados de a grupos. Hay diferentes puestos jerárquicos, de acuerdo a la destreza con la que manejan el oficio: banco (hace la pierna y los pies de las copas), soplador (saca un poco de cristal y sopla dentro del molde), colatero (hace el globo primario para poder ir a sacar cristal al horno y le pasa la caña al soplador), sacador (saca pequeñas porciones de cristal para poder hacer piernas y pie), ayudante general (una vez terminada la pieza, la agarra y la lleva al horno de recocido).
Es fascinante verlos hacer, dar vuelta la caña fina y soplar mientras el material incandescente que está del otro lado cambia la forma. Lo que hacen lo hacen con la misma soltura con la que Martín se mueve entre hornos y cristales. Parece fácil, pero es un oficio que requiere tiempo. “Yo no soy soplador, pero conozco la técnica. Para poder manejar una buena porción de cristal hay que tener muchos años de trabajo y de oficio. Es lo lindo del grupo que conformamos, todos respetamos nuestras posiciones y el saber de cada uno”. Él conoce las particularidades, sobre todo las del tallado en cristal, “conozco todos los pasos, la parte de cómo iniciar el dibujo, cómo darle brillo, cómo afilar las piedras para que se pueda trabajar, pero no tengo las horas metidas ahí”.
Una fiesta en la casa
Con el tiempo, Martín se fue formando como artista, haciendo talleres, cursos, el profesorado de artes visuales. El premio que obtuvo en el Museo de Bellas Artes Juan Castagnino fue con Luminaria Ishi, una lámpara que requirió horas y horas de investigación por parte del equipo de producción. Además de hacer objetos bellísimos, Martín busca trabajar con las emociones, que las piezas evoquen imágenes de la memoria, “esa siempre es mi intención, que recuerden la pieza de una abuela, una tía, un familiar querido, o ese objeto que nunca te lo dejaron tocar porque era de cristal y uno siempre lo quería tocar porque era como un objeto deseado”.
La última muestra en la que participó se llamó “Una fiesta en casa”, y fue montada en el Museo de Arte Decorativo Estévez. Trabajó con el concepto de apilamiento –algo así como una pila de vasos, uno arriba del otro, en las vísperas de una celebración-, lo llevó a los moldes aprovechando (como sabe hacer un artista) que Cristalería San Carlos cuenta con 14.000 moldes y figuras. “Era un desafío hacer una superposición de moldes y que el soplador pueda entrar y soplar una sola pieza, pero con diferentes cuerpos y volúmenes. Y jugar siempre con la arbitrariedad de la posición de los moldes. Que se vea en una sola mesa, una multiplicidad de objetos que tengan un ritmo visual”. El encargado de soplar fue Gustavo Saucedo. En cambio, Luminaria Ishi, la lámpara o pieza de diseño-cristal con la que sacó el primer premio adquisición en la categoría equipamiento, hogar y escritorio, en el XII Salón Diario La Capital, fue soplada por Carlos Rossi, con la asistencia de Juan Zapata. Luminaria Ishi se puede ver en el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino de la provincia de Santa Fe.
El escultor de cristal
A Cristalería San Carlos también van otros artistas. Llegan de Buenos Aires los que se dedican al arte contemporáneo y Martín conversa con ellos. Lo mejor que le queda de esos encuentros es la fuerza, el ánimo y convicción que logran transmitirle en cada charla. “Siempre me dieron un empujón, como un “animate a hacer producción” y bueno, yo veía como ellos trabajaban, cuál era el motor de ser artista y me encantó, sentía que mi vida iba por ese lado”.
Pero él dice que aún es un “embrión de artista”, que cuando termine de cursar el profesorado va a dedicarse de lleno al legado que le dejó su padre, un oficio que, como muchos otros, podrían desaparecer si nadie toma la posta. “No hay artistas reconocidos en Argentina que trabajen este material”, dice Martín. Y hacia allá va él. A paso firme pero con cuidado de no quebrar lo extremadamente delicado: una pieza de cristal, una emoción. Un hijo honrando el oficio de su padre.
Datos Útiles
Martín Peralta: pranalink@gmail.com / Cristalería San Carlos. Dirección: San Martín 1646. T: (3404) 420360. Horario del Salón de exposición y ventas: lunes a sábados, de 7 a 12, y lunes a viernes, de 15 a 18. Visita guiada: lunes a sábados, de 7 a 10. Valor de la excursión o ingreso, $500 por persona, para grandes contingentes (escuelas, jubilados, etc.). Grupos reducidos sin cargo.
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