El restaurante Croque Madame en el Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires guarda un secreto artístico: un monumental mural de Raúl Soldi, una joya desconocida para muchos.
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“Cuando la gente entra y ve el mural, queda impactada”, asegura Rodrigo Contreras, el empresario gastronómico encargado de la sucursal de Croque Madame ubicada en el Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires. A pesar de que ya lleva unos meses abierta al público, esta sede del icónico restaurante que marcó tendencia desde el Museo de Arte Decorativo, todavía sigue siendo una especie de secreto que atesora una verdadera joya artística: un inmenso mural de Raúl Soldi y un tapiz del mismo autor. Acá es posible disfrutar de un café mientras se desmenuza un lienzo de 12 metros de largo y casi cuatro metros de alto que Soldi le donó al Colegio en 1972 y que tiene una historia fascinante detrás.
Pero antes de llegar a ese punto, es necesario hacer un breve recorrido. No es casualidad que Croque Madame terminara habitando este salón que, hasta septiembre de 2023, estuvo destinado a ser disfrutado sólo por los miembros del Colegio de Escribanos. Tampoco es casualidad que el primer Croque Madame, abierto en 2005, estuviera justo enfrente de este mismo edificio. Desde entonces, entre ambos espacios hubo una suerte de afluencia común: escribanos que cruzaban hasta el restaurante para comer o tomar un café y también propuestas cruzadas para que Pablo Campos, fundador de Croque, abriera allí una sucursal en el segundo piso. “El problema era que hasta hace poco, no querían evaluar la posibilidad que entre público desde la calle y era un lugar destinado sólo para escribanos y empleados de la entidad”, cuenta Campos.
Durante 2023, 18 años después del inicio de estas idas y vueltas, el acuerdo fue tomando forma. Campos supo que, finalmente, las autoridades del Colegio estaban dispuestas a negociar. Luego de un par de reuniones, llegaron a un acuerdo. Lo que el dueño de Croque Madame todavía no sabía era que, entre los salones de puertas cerradas, descansaba semejante tesoro. “Cuando empezamos a recorrer el lugar, iban abriendo puertas de salones hasta que abrieron la que tiene un cartel que dice ‘Salón Soldi’... “¡Quedé shockeado!”, dice. “Les pregunté si se podía usar, primero dijeron que no, pero insistí hasta que me autorizaron a usarlo sólo para eventos, no para la cafetería. Pedí que, por lo menos, se mantuvieran las puertas abiertas para que la gente lo pueda ver mientras se toma un café. Así fue que decidimos cerrar el primer local sobre Callao y lo mudamos acá”, agrega.
Lo sorprendente de este sitio es que nada parece indicar la presencia de esta obra de arte creada por este artista reconocido internacionalmente, que pintó la cúpula del Teatro Colón y tiene piezas incluso en la galería de Arte Sagrado del Vaticano. La entrada, ubicada sobre Callao al 1540, es un pasillo anodino que separa en dos el edificio: de un lado los salones cargados de ímpetu notarial; del otro, en una sala de techos altísimos, empiezan a desparramarse mesitas de café, una barra, y salones compartimentados con sillones y mobiliario de época. Ahí, entre puertas decoradas con vitreaux, deja entreverse de a poco Las Mujeres Sabias, el mural de Soldi. Según reconstruye Contreras, se trata de una obra que el artista había pintado en 1964 como telón de fondo para representar la obra homónima de Molière en el Teatro Nacional Cervantes y que se había salvado, por poco, de un incendio en ese teatro.
En un texto escrito por Álvaro Gutiérrez Zaldívar, el autor revela que se trata de “la obra más importante con la que cuenta el Colegio” y ésta fue “una donación realizada por el pintor en 1972″. Además, agrega datos acerca de cómo se llevó a cabo la gestión: “En ese momento, era Presidente del Colegio el escribano Jorge Bollini y Secretario, el escribano Adolfo Scarano. El escribano Scarano, un apasionado por la historia y la pintura, fue quien gestionó la donación, dada su amistad con el pintor”. Zaldívar añade otros datos sorprendentes que califica como “felices coincidencias”. Primero, las dimensiones de la pared prácticamente eran las mismas que las de la pintura. “Algunos centímetros faltantes, en el lado que da sobre Callao, fueron pintados por el artista en el lugar”, cuenta. Soldi también “la autografió en el Colegio mismo, pues antes no llevaba su firma”.
Las Mujeres Sabias, según Zaldívar, “contiene dos etapas de la pintura de Soldi”. Mientras la parte central es un “canto a la alegría”, con mujeres que recitan, cantan y leen, y hombres calificados de escritores, poetas y filósofos, ambos laterales “quizá reflejen una etapa triste”: una mujer que se aleja, desparecen las aves y ya no hay letras entre los árboles.
“Pensar que este lugar estaba cerrado y luego nos enteramos de que muy poca gente sabía a ciencia cierta de la presencia de este mural, que incluso estaba poco representado”, detalla Contreras. Esta afirmación no es menor. Con este tipo de hallazgos que combinan gastronomía, patrimonio y arte, Buenos Aires sigue sorprendiendo. Una gran excusa para contemplar una increíble pieza de pintura, comer rico (recomendable el risotto de hongos, además de las siempre festejadas croques madames) y deleitarse con rincones poco explorados de la ciudad.
Datos Útiles
Abre de lunes a sábado, de 9 a 00.
Av. Callao 1542.
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