Pablo Arauz subió a la torre de la iglesia de San Pedro y Santa Cecilia para conocer el reloj que su bisabuelo donó en 1908. Las campanas de la iglesia, importadas de Francia e instaladas en 1929, sonaron para celebrar el acontecimiento.
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Es la tercera catedral más grande de la provincia de Buenos Aires, después de las de La Plata y la de Luján. Del más puro estilo neogótico, fue construida por el arquitecto Pedro Benoit –que trabajó adhonorem– en un terreno donado por el fundador de la ciudad, Patricio Peralta Ramos.
Su construcción demoró muchos años. Las gestiones se iniciaron en 1893 y la obra fue haciendo lentos avances. Los 29 vitrales en los que se representan distintos pasajes del Evangelio fueron traídos en 1904 desde la casa Marechal et Champinelle de Metz, Francia, y son considerados por los especialistas la vidriería más importante del país. Los mosaicos del piso, en tanto, fueron fabricados en la casa Mixton & Co de Stoke Upon Trent, de Inglaterra, y arribaron a Mar del Plata en 1902. Las tejas del techo, originarias de Viena, fueron donadas por el matrimonio Fernández Anchorena, que también contrató obreros para que las colocaran sobre una superficie total de 1340 metros cuadrados.
Hubo una primera inauguración, no definitiva, en 1898. Ese año, la iglesia empezó por ofrecer misa de 9 y 10 los domingos y fiestas, a la que asistían los feligreses muy satisfechos con esta nueva ubicación, que evitaba que tuvieran que trepar hasta la capilla de la loma de Santa Cecilia. El 28 de febrero de 1897 se celebró la primera misa de acción de gracias en la catedral San Pedro en honor a Pedro Luro, uno de los principales impulsores de la fundación de Mar del Plata, que había muerto en 1890.
El nombre de Santa Cecilia se le agregó más tarde y fue en homenaje a Cecilia Robles, esposa de Patricio Peralta Ramos. La inauguración definitiva fue el 12 de febrero de 1905. Asistió el obispo de La Plata Monseñor Juan M. Terrero. La primera misa oficiada en el altar mayor, después de la inauguración, fue el jueves 16 de febrero, en memoria de don Pedro Luro y su esposa Juana Pradere de Luro. El 18 del mismo mes se celebró una misa en homenaje al arquitecto Pedro Benoit y su señora Dolores V. de Benoit, en agradecimiento prestado a la dirección de las obras desinteresadamente.
Un reloj con historia
El 25 de diciembre de 1908, el relojero cronometrista alemán Luis Agthe pronunció un discurso con motivo de la instalación del reloj que donó Jacinto Peralta Ramos, hijo de Patricio. Fabricado en Francia por Paul Odobey, fue instalado en el primer nivel de la torre principal (por encima del rosetón exterior) y cuenta con un complejo sistema de poleas y pesas.
Pablo Arauz, bisnieto de Jacinto Peralta Ramos, subió el pasado 8 de septiembre para conocerlo, gracias a la gentileza del señor Adrián Lomello, Delegado Episcopal para la comunicación del Obispado de la Catedral de Mar del Plata, el presbítero de la Catedral Ariel Sueiro y el sacerdote vicario Juan Pablo Arrechea. “Deseo que este reloj toque segundos minutos y horas de felicidad y prosperidad, para todo aquel que habite esta bendita ciudad…” refirió Arauz que decía su ancestro respecto del reloj.
Cuanta con cuatro cuadrantes, uno por cada punto cardinal, y unos dos metros de diámetro. Es de cristal esmaltado y sus agujas son de cobre rojo barnizado. Está colocado a una altura de 46 m.
Algunos metros más abajo está la caja donde funciona la maquinaria que mide 2,80m de largo por 0,95 m de ancho. El reloj tiene tres pesas que suman 725 Kg. Penden de dobles cintas (cables) metálicas de 10 m de largo. Estas regulan el movimiento de la maquinaria, la hora, las medias y los cuartos de hora. Para esto se utiliza un carrillón de tres campanas de 500 kg, 300 kg y 200 kg de peso. Éste es el llamado «carillón chico» o «del reloj».
Las pesas se levantan una vez a la semana utilizando una manivela. El reloj, por lo tanto no es eléctrico sino que sigue funcionando como fue construido hace más de 100 años. Para el movimiento de las agujas, la maquinaria posee un escape de fuerza constante que da contactos cada cuatro segundos a través de un tubo transmisor que llega hasta la torre y que controla la aguja horaria y el minutero. En virtud de este accesorio, se consigue la exactitud y regularidad en la marcha del reloj, cosa que sería imposible de otra manera debido a los fuertes vientos que soplan a esa altura.
A cada lado de la máquina del reloj, se encuentran unas paletas llamadas “ventolas” que actúan de cadencia o freno al dar las campanadas. La transmisión de las campanas del reloj se encuentra por encima de las campanas del carillón del reloj.
En oportunidad de la visita, Arauz obtuvo fotografías que permitieron observar detalles de la maquinaria, y también las campanas del carillón grande, que sonaron para celebrar el acontecimiento.
Por quién doblan las campanas
En los primeros meses de 1928 llegaron a la ciudad cinco campanas fundidas en los talleres de la casa “Les Fils de Paccard” en Annecy- Le- Vieux, Francia, una casa fundada en 1796. Se instalaron el 20 de enero de 1929 y, sumadas a las tres del reloj, forman el total de ocho. A diferencia de las del reloj, que se accionan automáticamente, estas funcionan en forma manual, sólo en ocasiones especiales, vinculadas a la liturgia. Antiguamente llamaban para las Oraciones de las Horas o el Angelus, y también para otros eventos de carácter social: bodas, nacimientos, temporales meteorológicos, siniestros, incendios… Existía un lenguaje para cada momento que el campanero y la población en general conocía bien.
El quinteto ilustre de campanas marplatenses está integrado por:
1. Clara (en homenaje a Clara Anchorena de Uribelarrea) Diámetro: 1,35m / Peso: 1542 kg / Nota: Re
–Donada por la familia Anchorena. Su escrito anverso: «Cantaré las Glorias de la Patria. Donación del pueblo». Reverso: “Me llamo CLARA, fui consagrada por Monseñor Francisco Alberti, Obispo de La Plata, Siendo mis padrinos don Manuel de Uribelarrea Peña y doña Clara Anchorena de Uribelarrea, Mar del Plata, Febrero de MCMXX-VIII»
2. Ercilia (en homenaje a Ercilia Cabral Hunter de Anchorena) Diámetro: 1,35m / Peso: 1245 kg / Nota: Mi Bemol
–Tiene la inscripción «Nacer, Vivir, Florecer». La donó la familia Anchorena. Su escrito anverso: «Di mi primer sonido en el 54º aniversario de la fundación de Mar del Plata. Vivat, Crescat, Floreat. Donación del pueblo». Reverso: «Me llamo ERCILIA, fui consagrada por Monseñor Francisco Alberti, Obispo de La Plata, siendo mis padrinos don Enrique Anchorena y doña Ercilia Cabral Hunter de Anchorena, Mar del Plata. Febrero de MCMXXVIII».
3. Ernestina (en honor a Ernestina Ortiz Basualdo de Llavallol) Diámetro: 1,50m / Peso: 2165 kg / Nota: Do
–Donación de la Familia Ortiz Basualdo. Su escrito anverso: «Lloraré sobre la tumba de los muertos. Donación de doña Ernestina Ortiz Basualdo de Llavallol». Reverso: «Me llamo ERNESTINA, fui consagrada por Monseñor Francisco Aiberti, Obispo de La Plata, siendo mis padrinos don Pedro Llobet Llavallol y doña Ernestina Ortiz Basualdo de Llavallol Mar del Plata. 1 Febrero de MCMXXVIII».
4. Inés. Diámetro: 1,12m / Peso: 892 kg / Nota: Fa
–Fue donada por la Familia Peña Uribelarrea, y llegó en 1918. Es la más pequeña. Dice en su anverso: «Mane, meridie et vespere, anuntiabo gloriam tuam, o Clemens, o pia, o dulcis Virgo María. Donación del pueblo». Reverso; «Me llamo INÉS, fui consagrada por Monseñor Francisco Alberti, Obispo de La Plata, siendo mis padrinos don Estanislao Uribelarrea y doña Elisa Peña de Uribelarrea. Mar del Plata. Febrero, MCMXXVIII».
5. Josefina (Se desconoce en honor a quién lleva ese nombre, podría la versión femenina de José, puesto que se usaba poner nombres de santas o damas en la época.) Diámetro: 1,70m / Peso: 3075 kg / Nota: Si Bemol
– Donada por José Naveira. Su escrito anverso: «Cantaré las Glorias del Señor. Donación de José R. Naveira». Reverso: «Me llamo JOSEFINA, fui consagrada por Monseñor Francisco Alberti, Obispo de La Plata, siendo mis padrinos don José R. Naveira y doña Elina Fernández Beschtedt de Naveira, Mar del Plata. Febrero de MCMXXVIII».
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