Se radicó en el Valle de Calamuchita durante la pandemia y desde allí trabaja como guionista. “El mundo que quisiera” se estrena el jueves en el Cine Gaumont.
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Podría decirse que antes que productor audiovisual de contenidos de turismo, antes que el esposo de Luciana Rinenberg y el papá del pequeño Jan, antes que un “umepayense”, como le gusta presentarse, mucho antes que todo eso, Diego Gueler –porteño de Belgrano, 42 años– es esencialmente un viajero crónico.
La primera vez que salió a recorrer el mundo tenía apenas 3 años, e integraba la troupe familiar de 13 personas que se movió por todo Europa en una combi Volkswagen durante 60 días. “Era muy niño. Tengo fotos y algunos recuerdos, pero eso marca un poco mi inicio”, dice Gueler en un diálogo vía WhatsApp, porque está trabajando en su casa de Umepay, en Villa Yacanto, sierras de Córdoba, y allí el teléfono no tiene señal.
Está por estrenar a distancia El mundo que quisiera, un documental que retrata los valores y la cotidianeidad en la ecoaldea de montaña, con el que busca inspirar a otros a seguir sus sueños. La película se podrá ver desde este jueves 7 de abril en el Cine Gaumont.
Hoja de ruta
La biografía de este precoz viajero que habla seis idiomas y recorrió 60 países de todos los continentes tiene un par de hitos más conscientes que aquel viaje iniciático. A los 14 años decidió irse solo a explorar Uruguay, y a los 15, hizo lo mismo en Brasil. “Era el año 1994, no existía ni internet”, apunta, para graficar el espíritu aventurero que había que tener por esos años para andar fronteras afuera. “También viví seis años en Barcelona, hacía trabajitos de inmigrante y usaba la plata para viajar. Así recorrí buena parte de Asia”, completa.
Cuando se asentó en CABA, empezó a producir contenidos audiovisuales de turismo (su empresa se llama Sasho Films), plan que le garantizó más viajes y rodajes por Argentina y el mundo, a la par que cultivaba un perfil holístico y de búsqueda espiritual. Todo eso se combinó para que recalara finalmente en Umepay.
Primero, en 2016 y 2017, fueron estadías a cambio de videos: “Yo era soltero, vivía en un PH en Núñez, y era una excusa para irme de la gran ciudad, que me había agotado. Ya no me sentía afín con ese modo de vida”. Pero luego compró un lote y cambió la ciudadanía porteña por la serrana. Desde 2020, junto a su mujer y su hijo, es uno de los 150 vecinos estables de la ecoaldea de montaña de Villa Yacanto de Calamuchita. Su oficina está en Siembra Dicha, la casa de té ubicada en el camino provincial del ingreso.
“¿Cómo es mi casa? Está en un terreno de una hectárea y media. Tiene 70 m2 y un deck de 30 m2. Estructura de troncos de madera, ladrillos de adobe y techo vivo. Todo es bioconstrucción, sustentable, porque son las normas de edificación y de convivencia que tiene Umepay. Está en Nogales, la segunda villa que se abrió luego de La Aldea. Mi vecino más próximo está a 150 metros, abajo”, describe.
En esa casa, el 28 de febrero pasado, Diego y Luciana, que es terapeuta del tantra, dieron el sí por civil en una ceremonia al aire libre, acompañados por 110 invitados. “En noviembre de 2021, ya nos había casado en Brasil mi maestro espiritual, Sri Prem Baba, en el ashram de Nazare Paulista, en medio de la selva”, acota.
Vida de película
Gueler cuenta que la idea del documental, que se estrenó por YouTube y se presenta esta semana en Buenos Aires, surgió hace cuatro años mientras iba y venía de Umepay, “un lugar extremadamente fotogénico, donde había una historia muy potente e inspiradora que contar: la de un grupo de amigos que, en 2010, soñó con una vida diferente y pudo hacerla realidad”.
El mérito, en su opinión, está en que, a diferencia de otras iniciativas que buscaron crear una realidad más sana y sustentable en otros lugares de Argentina, ellos no fracasaron en el intento. “Umepay pudo ir más allá y pudo traer algunas reglas de juego de la gran ciudad para que la ecoaldea funcionara bien. Es un documental inspirador”, resume. Con idea de Diego, el financiamiento corrió por cuenta de los fundadores.
En los últimos años, el lugar ha trascendido también como destino turístico para un público que busca relax y desconexión. “Obviamente, su belleza natural es imponente porque el río Grande pasa aquí junto a un paredón de piedra que le otorga una magia muy especial. Es un paisaje más propio del centro de Brasil que de la Argentina. Y el funcionamiento de Umepay, de su ecoaldea con el salón para retiros construido con techo de paja, que parece que estuvieras entrando al Machu Picchu, también es un atractivo turístico en sí mismo. De hecho, hay gente que viene y alquila una casa de alguna familia, o hace intercambio con la suya de la Patagonia, por ejemplo, porque quiere venir a hacer la experiencia de vivir como un umepayense más”, dice.
El precio de la tranquilidad en una casa de tres ambientes, a 10 minutos del río, ronda los 20 mil pesos por día, según estima Diego, que aclara que con Luciana prefieren no participar de eso porque son muy cuidadosos de la energía de la casa.
Top 3 cordobés
Con su productora, Gueler asegura tener filmada con drones toda la provincia de Córdoba y sostiene que la zona de Umepay, con la confluencia de los ríos Grande y El Durazno, encabeza el ranking de bellezas serranas. “Le siguen las cascadas y los alrededores de La Cumbrecita, y la parte más alta de Traslasierra, por Los Molles y San Javier”, enumera.
“Y si hubiera lugar en el podio para un cuarto destino, pondría la Quebrada del Yatán, por el cañón y las cascadas impresionantes”, concluye.
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