En Minas Gerais y a cuatro horas de Belo Horizonte, Diamantina vivió su auge en el siglo XVIII y tiene un casco histórico muy bonito.
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Trescientos kilómetros al norte de Belo Horizonte, entrar al casco histórico de Diamantina (en el estado de Minas Gerais) no es complicado y el Hotel Canto do Chafariz tiene estacionamiento, fundamental en estas ciudades con valor patrimonial que tienen subidas y bajadas, escalinatas, construcciones antiquísimas e iglesias, y se recorren a pie. Nuestro hotel está al costado de la Iglesia de Santo Antonio, de 1819, que de afuera es imponente y tiene vendedores ambulantes que ofrecen limas y mangos. Por dentro, en cambio, está remodelada y no conserva sus atractivos de antaño. A unos pasos, se encuentra la plaza Juscelino Kubitschek, con una estatua que homenajea al presidente –nacido en Diamantina– que impulsó la construcción de Brasilia y es uno de los más recordados, probablemente por su lema de “50 años de progreso en 5″.
Condensada y accesible, Diamantina resulta fácil por los carteles que marcan la ubicación de iglesias, museos y mercados. Los negocios cierran a las seis de la tarde, pero de noche se pone muy linda, cuando la rua da Quitanda vibra alrededor de bares y restaurantes que sacan las mesas y las sillas a la calle. Además, amaina el calor que tanto sentimos durante el día. Un muy buen lugar para comer es la Cervejaria Relíquia, que funciona debajo del hotel del mismo nombre. Sobre una casa de dos siglos, abrió hace un año como fábrica de cerveza, donde se puede beber y picar. El anfitrión es Leonardo do Nascimento, que nos convida platos de cerdo y de bacalao, inteligentemente maridados (“armonizados”, dicen ellos) con diferentes tipos de cerveza.
Pegado al Hotel Canto do Chafariz está el Museo del Diamante. Sin embargo, cuando intentamos visitarlo, está en reparaciones y, por eso, nos conformamos con una versión más acotada: la sala sobre el tema que hay en la Casa Xica da Silva. De las pie dras sólo es posible ver réplicas (para mi desilusión) y herramientas que muestran cómo se trabajaba en las minas de aquí, que, a diferencia de las demás ciudades, son de diamantes y no de oro. Xica fue una esclava –llamada Francisca– que, para escándalo social, se enamoró y se puso en pareja con un explotador de diamantes, João Fernandes de Oliveira, de ascendencia portuguesa. En 17 años de relación tuvieron trece hijos y ella no sólo se pudo educar, sino que además logró ser respetada por muchos. Todo un hito para el siglo XVIII.
En Diamantina, también hay una Casa da Glória, que tiene un puente recubierto –tipo pasillo– que comunica dos edificios y atraviesa la rua da Glória. Hoy es un instituto geológico, pero originalmente era escuela de frailes, levantada con semejante estructura para que las mujeres no salieran a la calle para ir de un sector al otro. Hay una Iglesia Nuestra Señora del Rosario, que es de 1728 y tiene, como particularidad, una sola torre del lado derecho. Y otra iglesia, Nuestra Señora del Amparo, con su capilla original de 1773.
Para entender la esencia de Diamantina, y andar por sus alrededores, Felipe Ribeiro, de la agencia Sertão Espinhaço, nos guía por la localidad en un jeep Bandeirante, modelo 1989, de Toyota, algo destartalado, pero muy pintoresco. “Diamantina es parte de la sierra del Espinazo, al igual que Ouro Preto y Salvador de Bahía. El pico do Itambé es el más alto de la región, con 2.052 metros sobre el nivel del mar”, relata mientras un chubasco nos estropea la caminata por un sector del antiguo Camino Real demarca do para mulas y esclavos. Este circuito (o Estrada Real) era una serie de caminos que datan del siglo XVII y que conectaban los estados de Minas Gerais, Río de Janeiro y San Pablo. Se trazaron en tiempos de la colonia para extraer y trasladar en mula los bienes del imperio portugués que llegaban desde el corazón del territorio hasta los puertos, primero de Paraty y luego de Río de Janeiro, para salir en barco con rumbo a Europa. En la actualidad se trata de una ruta turística que atraviesa alrededor de 117 municipios, a lo largo de 1.600 kilómetros, que exponen el patrimonio cultural del lugar a través de sus edificaciones cotidianas e iglesias. “La mayoría de las mulas se criaban en estancias jesuíticas de la Argentina”, agrega Felipe y nos lleva al Memorial do Tropeiro, que está debajo del mercado del pueblo. Es un museo chiquito que pone en valor el trabajo de aquellos hombres de campo que iban a caballo y arreaban las mulas (entre 20 y 150) cargadas con oro, diamantes, azúcar o lo que fuera, dependiendo de la época.
“Cuando llegaron los portugueses, en Diamantina, era tal la cantidad de diamantes que aparecían en el cogote de las gallinas que mataban para comer”, apunta Felipe sobre estas piedras preciosas que los exploradores extraían en el río Jequitinhonha. Dice que hasta hace 20 años estaban activos los garimpeiros, que se dedicaban a buscar diamantes de forma ilegal. ¿Cómo los reconocían? “Muchas piedras se parecen al diamante, pero el diamante ¡no se parece a ninguna! Una vez que viste uno, no te confundís nunca más”, sentencia Felipe. Es asertivo y suena contundente, como esta tierra que vivió de esclavos estoicos y exploradores intrépidos. Y que, en cada esquina, ostenta su patrimonio de piedra, conquista y oro.
Datos útiles
Dónde dormir
Hotel Canto do Chafariz. Muy bien ubicado, con agradable vista y espacios generosos. El desayuno es muy completo y saludable. Desde u$s 70 la doble con desayuno. Rua Macau do Meio, 25. T: +55 (38) 99867-3019. IG: @hotelcantodochafariz.
Dónde comer
Café a Baiuca. De día es un típico bar de hombres, pero de noche vira a restaurante de platos típicos y abundantes. Tienen sillas sobre la vereda, en una de las cuadras más convocantes. De domingo a miércoles, de 7 a 24 horas; de jueves a sábado, de 7 a 3 de la mañana. Rua Quitanda, 13. T: +55 (38) 3531-3181.
Relicário. Bonito, con platos delicados. De martes a viernes, de 18 a 23 horas; sábado, de 12 a 15 y de 18 a 23; domingo, de 12 a 16. Rua Joaquim Gomes da Costa, 59. T: +55 (38) 3531-4294.
Cervejaría Relíquia. Funciona debajo de la posada de la misma familia, en un salón bien moderno. Proponen platos de la región, preparados con un toque especial, y servidos con cerveza artesanal de la marca. De martes a viernes, de 17 a 24 horas; sábado, de 13 a 24; domingo, 12 a 22. Rua do Tijuco, 57. T: +55 (38) 3531-1627. IG: @cervejaria_reliquia.
Casa Lu. Sirven rico café, platos dulces clásicos y, además, tiene un pequeño mercado. Horarios variables. Praça Barão Guaicui, 99. T: +55 (31) 99677-1604.
Paseos y excursiones
Sertão Espinhaço. Felipe Ribeiro es muy buen guía de esta agencia que propone programas de aventura e históricos. Los precios varían en función de la propuesta. T: +55 (38) 9941-0044. IG: @sertaoespinhaco.
Casa Xica Da Silva. Visitada desde 1950, casa del siglo XVIII que expone objetos personales y muebles de Francisca da Silva, que había sido esclavizada y se casó con un empresario del diamante. Temporalmente, aquí también está una parte del Museo del Diamante, que está cerrado por remodelación. De lunes a viernes, de 9 a 18 horas. Gratis. Praça Lobo de Mesquita, 266. T: +55 (38) 3531-2491.
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