El desembarco en la Argentina de servicios de Internet satelital no solo ofrece conectividad de alta velocidad a lugares históricamente aislados, sino que también abre puertas a nuevas oportunidades en educación, trabajo y entretenimiento. Testimonios de usuarios de todo el país que reflejan un cambio profundo en la forma de vivir y comunicarse en estas regiones.
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Comunidades remotas en la Patagonia, zonas rurales del noroeste e incluso de la pampa húmeda, pueblos enclavados en montañas o entre la selva, se enfrentan día a día a la falta de conectividad o, en su defecto, a un servicio de Internet lento, intermitente, y extremadamente costoso. En la Argentina todavía existen vastas regiones que permanecen prácticamente aisladas, sin infraestructura tecnológica, y donde acceder a una conexión de calidad ha sido, durante años, un desafío casi imposible de superar.
Para muchas familias y negocios, depender de servicios de internet satelital tradicionales o de telefonía celular no era una opción viable ni eficiente. La geografía argentina, con sus distancias, sus extensas planicies, sus montañas y bosques, dificulta la instalación de infraestructura tradicional, en especial, por sus altos costos. En este escenario, el desembarco de Starlink al país significó una solución casi revolucionaria: el acceso a una conectividad de alta velocidad en las zonas más recónditas del país.
Así lo cuentan los testimonios recogidos por LUGARES: personas que vivían con problemas cotidianos para obtener conexión, que debían colocar teléfonos en sus techos o hacer varios kilómetros a la redonda para buscar señal, o que en durante tormentas o nevadas quedaban literalmente incomunicados, notan una sensible diferencia. En uno de los tantos grupos de Facebook dedicados a esta temática, donde se comparten novedades y sugerencias para la instalación del servicio, se pueden leer historias de transformación concretas que ha implicado la incorporación de la nueva tecnología.
Starlink es parte de la ambiciosa apuesta del empresario sudafricano Elon Musk. Y es, en realidad, un desprendimiento de su nave insignia: SpaceX, la empresa creada por Musk en 2002 que tiene como objetivo la colonización espacial y la comercialización de servicios relacionados. Starlink fue fundada en 2015, justamente con esta misión: presentarse como una solución tecnológica para resolver el acceso global a Internet.
La propuesta es, en muchos aspectos, innovadora. A diferencia de los sistemas satelitales tradicionales, que operan a más de 35 mil kilómetros de la Tierra, la red de satélites de Starlink se sitúa en una órbita terrestre baja (LEO, por sus siglas en inglés), a unos 550 kilómetros. Esta proximidad con el planeta permite una conexión constante con las antenas receptoras que se instalan en los hogares o negocios. Estas antenas, conocidas comúnmente como “dishes”, son dispositivos que captan la señal enviada desde los satélites y la transmiten a un router, que distribuye la señal de Wi-Fi dentro del domicilio.
Esta infraestructura permite que las señales de Internet viajen más rápido, reduciendo significativamente la latencia, lo que se traduce en una conexión más rápida y eficiente, comparable incluso con las redes de fibra óptica. Además, esta red de satélites está diseñada para ser escalable: a medida que más satélites se lanzan al espacio, la cobertura y la calidad del servicio mejoran constantemente.
Según informó la empresa, hoy cuentan con más de 6 mil satélites en órbita, que brindan servicio a más de 60 países y cientos de miles de usuarios en todo el mundo. Entre sus clientes se encuentran comunidades rurales, gobiernos, empresas, e incluso operaciones militares que dependen de una conexión estable y rápida en áreas remotas o en movimiento.
Starlink en Argentina: un antes y un después
Los planes de desembarco de Starlink en la Argentina comenzaron en 2022, cuando la empresa fue inscrita en la Inspección General de Justicia (IGJ). Sin embargo, debido a una falta de coordinación con la ex gerencia de la empresa argentina de telecomunicaciones estatal Arsat, sus operaciones no comenzaron hasta este año, algo que fue leído incluso como parte de la buena sintonía entre Musk y el presidente de la Nación, Javier Milei.
A fines de febrero de este año, el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) habilitó a la compañía a brindar su servicio en el país. Pero no fue la única empresa incluida en la resolución. También quedaron autorizadas Kuiper, un proyecto de la compañía Amazon, y OneWeb, encargada de nanosatélites. Starlink fue la que picó en punta: ya contaba con la tecnología lista.
En paralelo, la alianza de Amazon con el el grupo local Werthein -a través de la empresa Vrio Corporation, dueña de DirecTV Latin America-, comenzaría a operar a mediados de 2025 con una red de satélites de baja latencia y alto ancho de banda. El servicio estará inicialmente disponible en la Patagonia para luego ir subiendo desde el sur, y buscará posicionarse como una opción más económica, según trascendió. Por último, el Enacom autorizó en agosto el ingreso de la Societé Europeenne des Satellites (SES), que ya está habilitada para operar en el país.
Pero más allá de las implicancias políticas, lo cierto es que la disponibilidad de esta tecnología está generando un impacto profundo tanto en zonas rurales y semiurbanas que, hasta ahora, se encontraban al margen del acceso a Internet de alta velocidad. Todos concuerdan que la llegada de esta nueva tecnología marcó un punto de inflexión.
En el sitio oficial de Starlink para la Argentina, el servicio parte con un plan estándar de Internet de alta velocidad estable de $56.100 al mes, con un pago único por el hardware de $499.999. Además, existen otros planes, como el Itinerante (“ideal para viajeros, nómades y autocaravanas”), que cuesta $87.500, y también para embarcaciones, empresas y movilidad terrestre, que van aumentando de precio de acuerdo con las necesidades de cada usuario.
Si bien la empresa no brinda datos oficiales, Mariano Fernández, CEO de Innova Stylus, la compañía argentina que importa las antenas con destino a clientes individuales y que pueden comprarse en Mercado Libre o en cadenas de electrodomésticos, asegura que el “mercado de Internet satelital está creciendo rápidamente en el país”. “En los últimos meses, hemos visto una gran demanda de dispositivos Starlink; acabamos de lanzar la versión V4 de la antena -que reemplazará a la V3-, y próximamente la versión ‘Mini’”, amplía.
Fernández destaca también la creciente demanda en el sector corporativo y gubernamental, donde Stylus compite con otros proveedores -como Movistar y Sencinet-, y donde se está desatando una carrera para “ofrecer soluciones de alta velocidad y movilidad para empresas y gobiernos”.
Testimonios detrás de la revolución digital
Para comunidades que, durante años, estuvieron desconectadas, esta tecnología está abriendo nuevas oportunidades para la educación, el trabajo y el entretenimiento. Si bien el recorrido de la compañía en Argentina recién comienza, su presencia en más y más rincones del país promete cerrar brechas digitales de larga data.
Ezequiel Cruz es un joven que vive en Chucalezna, una pequeña localidad en el departamento de Humahuaca, provincia de Jujuy. Antes de la llegada de Starlink, conectarse a internet era una odisea para él y su familia. “Teníamos que subir con el teléfono de la casa, donde rebotaba la señal de celular. Dejábamos un teléfono en el techo, y compartíamos datos, con eso podíamos tener señal en la casa. Pero el paquete de datos se consumía rápido, entonces teníamos que estar comprando todo el tiempo. Era un costo muy alto y la inestabilidad era constante”, recuerda Ezequiel.
Con la instalación de Starlink, su vida cambió por completo: “Ahora tenemos 200 megas, a veces hasta 300, una velocidad de internet que jamás imaginamos. Me parece una excelente relación entre precio y calidad. Antes, el internet satelital era carísimo y muy limitado. Hoy, los chicos pueden jugar online, podemos ver series y películas, y yo puedo estudiar y trabajar sin problemas”. Ezequiel está cursando la carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad Siglo XXI y utiliza internet para estudiar y rendir exámenes de manera virtual, además de administrar el campo de su familia y realizar compras online.
Lisandro Ortiz, que vive a cinco kilómetros de la localidad de Sarmiento, en la provincia de Chubut, enfrentaba desafíos similares. “Teníamos dos servicios de internet, uno de 5 megas y otro de 10, pero nunca llegaba a esa velocidad. Se cortaba todo el tiempo, era imposible”, cuenta. La situación se complicaba especialmente para él, que además de ser militar, estudia a distancia. “Se me cortaba el servicio en medio de los exámenes. No hay señal de teléfono, entonces dependíamos completamente de la conexión a internet”, explica.
Desde que instaló Starlink, el cambio fue notable: “Es un antes y un después. Ahora puedo estudiar idiomas y hacer cursos sin problemas. También podemos mirar televisión por internet, algo que antes era impensado”. Para Lisandro, el entretenimiento es clave, ya que en su zona no hay muchas actividades recreativas disponibles.
Nacido y criado en Río Gallegos, Rodrigo Argañaraz es ingeniero en telecomunicaciones y cuenta cómo la llegada de este servicio ha impactado en los establecimientos ganaderos y turísticos de la región. “Antes, sólo algunas estancias tenían acceso a internet, y era muy caro. Había que instalar antenas espejadas con energía solar, lo que era complejo y costoso”, relata. Rodrigo recuerda cómo una estancia pagaba 700 mil pesos mensuales por una conexión de 16 megas. “Ahora hasta el productor más pequeño puede acceder a una conexión de calidad. Esto ha cambiado la vida de muchos paisanos que pueden comunicarse con sus familias o ver una película”, agrega.
Además de su trabajo en Río Gallegos, Rodrigo colabora con el Ministerio de Seguridad, donde utilizan Starlink para realizar operativos en zonas rurales. “En pleno invierno, ayudé a un camionero chileno que estaba varado por la nieve. Gracias a la antena portátil de Starlink, pude asistirlo para comunicarse y resolver su situación”, cuenta orgulloso.
Gonzalo Meléndez trabaja en una zona de frontera en la Patagonia, un área tan remota que en algunas zonas la señal de celular proviene de antenas chilenas. “Nos cobraban el famoso roaming y en otras zonas no había conectividad”, señala. Antes de Starlink, dependían de una radio VHF y de un enlace satelital de apenas 1 mega que funcionaba con un motor a gasoil. “El cambio con Starlink ha sido increíble. Ahora puedo trabajar, pero también nos permite comunicarnos con nuestras familias, ver videos y hasta hacer streaming”, añade.
Para Tomás Oliver y su familia, que viven en Trevelin, el acceso a internet siempre había sido un desafío. “Cuando nevaba mucho, quedaban literalmente aislados. No podían salir y tampoco tenían una buena conexión para comunicarse”, comenta Tomás sobre sus padres, Germán y Rosario. Con Starlink, todo cambió. “Pasaron de tener 15 megas a picos de 340 megas. Ahora pueden ver películas, usar Alexa y mantenerse conectados, incluso durante las peores tormentas de nieve”, relata Tomás, quien también trabaja como abogado y había enfrentado problemas para dictar clases online cuando visitaba a sus padres. Aunque la inversión inicial fue elevada, considera que sin duda “ha valido la pena”.
Creador del proyecto web Pueblear en Calamuchita, para Ignacio Agustín Origlia internet es una herramienta esencial. Antes de Starlink, dependía de servicios satelitales que apenas ofrecían entre 5 y 10 megas. “Nos llevaba mucho tiempo cargar archivos y el trabajo cotidiano era muy lento”, señala. Ahora, la situación mejoró drásticamente. “Hoy podemos hacer reuniones y videollamadas sin cortes, trabajar con varios dispositivos al mismo tiempo y cubrir eventos deportivos y turísticos sin gastar en paquetes de datos”, comenta. Además, la disponibilidad de este nuevo servicio lo impulsó a expandirse: está desarrollando un motorhome con el que planea recorrer la provincia y realizar transmisiones en vivo desde los lugares más recónditos.
En la Estancia Ototel Aike, ubicada en la provincia de Santa Cruz, a 120 kilómetros de Río Gallegos, Mariángeles Del Río experimentó un cambio significativo en la comunicación y el trabajo. “Ahora tenemos señal en todo el campo, lo que nos permite comunicarnos sin problemas, incluso durante el mal clima. Es crucial, porque si te pasa algo en cualquier lugar, te pueden auxiliar”.
Dino Burgos, encargado del almacén de una mina ubicada al pie del volcán Llullaillaco, a más de 4 mil metros de altura en la provincia de Salta, cuenta que desde que incorporaron el servicio de Starlink, desaparecieron los problemas de conexión. “Esta es una zona de muchísimo viento, en invierno hacen -25°, pero nunca se corta Internet por las condiciones climáticas”, dice, asombrado. “Cada vez se ven más antenas”, agrega.
En el otro extremo de Salta, en plena Yunga, la directora de la Unidad Educativa N° 4254, Karina Leguizamón, ubicada en la Finca Media Luna, celebra la llegada de Starlink. Este establecimiento es uno de los 28 que recibió un equipo de conexión satelital a través de un acuerdo entre Unicef y el gobierno de Salta para proveer de internet a escuelas rurales que funcionan en lugares inhóspitos de la provincia. “Antes enfrentábamos grandes desafíos en la escuela. Ahora, los estudiantes tienen acceso a una amplia gama de recursos educativos, lo que les permite complementar sus estudios de manera más efectiva”, comenta.
“Es una tarea difícil y aún falta mucho por hacer, pero al mismo tiempo es una oportunidad gigantesca de igualar oportunidades”, asegura Martín Güemes, secretario de Modernización salteño. Güemes conoce bien el territorio y las localidades pequeñas, especialmente porque el año pasado recibió un reconocimiento del Gobierno de los Estados Unidos por su proyecto “Conectividad y reducción de la brecha digital en las comunidades rurales de Salta” por medio del cual recorrió diferentes pueblos y parajes ayudando a la gente a desarrollar habilidades digitales. Actualmente es el responsable de llevar conectividad a esos parajes. “La llegada de Internet a escuelas o centros de salud no es sólo tecnología, permite avanzar con proyectos como la historia clínica digital y es una puerta de acceso a una oferta de formación vinculada a las habilidades digitales que hoy el mundo está demandando”, añade.
Han pasado pasado sólo 31 años desde que Telefónica puso al aire aquella recordada publicidad en que un paisano hablaba por primera vez por teléfono desde la pequeña localidad de Clemente Onelli, en Río Negro. “Vieja, ¿a qué no sabés de dónde te estoy llamando?”, decía emocionado. La telefonía fija agoniza mientras nuevas tecnologías ganan terreno. Y siguen cambiando vidas.
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