Supo ser uno de los alojamientos más destacados de la ciudad, donde se hospedó hasta Sarmiento. Hoy es un café y restaurante que recupera el brillo de sus primeros tiempos.
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Es uno de los edificios más antiguos de Belgrano. En tiempos en los que este barrio era un pueblo y un municipio perteneciente a la provincia de Buenos Aires, un inglés llamado Thomas Watson se radicó en el país y fue a instalarse en estos pagos. Corrían los primeros años de la década de 1860, y decidió construir un hotel y ponerle su nombre. Con arquitectura clásica, dos pisos y un mirador para divisar la llegada de las diligencias, Hotel Watson’s precedió incluso a la Iglesia de la Inmaculada Concepción (más conocida como “la Redonda”), que fue construida varios años después precisamente al lado. Su prestigio fue grande: llegó a ser hospedaje de figuras ilustres como Nicolás Avellaneda, Domingo Faustino Sarmiento y Bartolomé Mitre.
También supo ser el refugio de un amor prohibido, en el que se encontraban los amantes Teresa Scheiber y Julio Rohlfs, inmigrantes alemanes que habían llegado en el mismo barco hacia 1878. Aquí los encontró Carlos, el marido de Teresa, y ante la desesperación, Julio tomó un arma, le disparó a su amante y luego se suicidó. Ni siquiera una cesárea de emergencia pudo salvar al hijo de Teresa, que estaba embarazada de ocho meses al momento de su muerte. Y así, el Hotel Watson’s se convirtió también en un sitio de misterios y leyendas, corazón de un crimen pasional.
Hasta la literatura encontró terreno fértil en este hotel. En las fantásticas recovas que alojan la construcción también se inspiró Ernesto Sábato para su reconocida novela Sobre héroes y tumbas. En el capítulo “Informe sobre ciegos”, el escritor inscribió en este lugar la entrada al túnel laberíntico del submundo de los no videntes.
La nueva generación
Han pasado casi dos siglos desde que la inauguración del Hotel Watson’s convocó al barrio entero en admiración de su prosperidad. De aquella construcción inicial solo quedan los arcos de la mítica recova. Sin embargo, hace algunos días los vecinos de Belgrano volvieron a congregarse frente a ellos. Los atrajo la apertura de Watson’s, el restaurante que vino a dar nueva vida y brillo a este sitio icónico, y que recupera tanto su nombre original como el valor de su arquitectura y estilo.
“Nos sedujo proyectar un gran café y restaurante que le diera vida a una zona abandonada de Belgrano. Al interiorizarnos conocimos la historia, el casco histórico y la infraestructura del lugar, y nos interesó cada vez más”, relata Fernando Conde, socio del grupo gastronómico emprendedor. Enseguida vieron el potencial del espacio, considerando no solo la vereda y su recova, sino también el salón interno y hasta una terraza con vistas únicas a la plaza y a la iglesia (que planean abrir para la primavera).
No es la primera vez que un restaurante se ubica en este espacio. A lo largo de los años se han sucedido distintas propuestas (apenas cerró el hotel, abajo se ubicaron locales comerciales y arriba viviendas y consultorios), pero llevaba dos años cerrado cuando el pasado lunes 4 volvió a abrir sus puertas. Lo hizo tras una obra de nueve meses, con una ambientación que rescata la historia del lugar y el valor de la arquitectura ladrillera del viejo Hotel Watson’s, pero recuperando su magia con aportes modernos, como iluminación LED dimerizada y materiales nuevos que mejoran el confort acústico y visual. Dentro también hay historia, pero una un poco más reciente: la ambientación recrea los mejores destellos del art decó. Curvas, motivos geométricos, acabados de alto brillo y presencia de la naturaleza son gestos que se replican por doquier. “Se prestó especial atención a la luz natural y el sol en la galería de la recova”, ilustran sus nuevos dueños. También en la claraboya, uno de los puntos más impactantes del espacio.
“Durante toda la obra se acercaron distintos vecinos a preguntar qué estábamos haciendo y qué funcionaría en el lugar. Los más curiosos entraban y a algunos los invitamos a recorrerla”, cuenta Conde. Quedó claro que habían dado con una fibra sensible del barrio, que encuentra en este bar notable uno de sus grandes hitos. “Se valoró mucho que mantuvimos las fachadas y pudimos potenciar el estilo que siempre tuvo”, agrega el emprendedor.
De la mañana a la noche
Como en los viejos tiempos, esta nueva vuelta de Watson’s también recibe clientes de la mañana a la noche y de toda edad. Solo que ahora lo hace en clave gourmet. Para eso, se pensó en una gastronomía híbrida, que se adapte tanto a los jóvenes como a los mayores.
El menú incluye desde cafés especiales y una producción propia de boulangerie, tortas y pastelería en general a sándwiches fríos y calientes, platitos fríos como burratina con jamón ibérico y calientes como tortilla de papa o buñuelos de espinaca con alioli, o platos principales como ojo de bife, salmón, supremas, risottos o pastas. Como guarnición resaltan los fideos de la casa, con oliva, diente de ajo, parmesano, mix de hierbas y pan rallado (que maridan muy bien con las milanesas). “También nos gusta destacar la pizza napoletana, porque es uno de los elogios que más estamos recibiendo”, cuentan desde el emprendimiento. Y asimismo hay ensaladas creativas, empanadas y menú infantil, así como postres tan clásicos como infalibles: el volcán de chocolate y el flan casero llevan la delantera.
Para la noche, una propuesta de cocktails modernos ameniza la velada, y una cava subterránea con espacio reservado para almuerzos y cenas privadas seduce con degustaciones exclusivas. A casi dos siglos de su apertura, pareciera que este hito belgranense tiene tanta historia como futuro.
Vuelta de Obligado 2070, Belgrano. T: 4313-5679. Instagram: @watsons.ba.
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