La propiedad de la familia Röhner, en Esquina, fue uno de los primeros establecimientos en abrir sus puertas al turismo a fines de los años 80.
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“Nos tocó la pelada”, exclamó Isabel Dreher Frers cuando su marido, Augusto Santiago –Chungui– Röhner recibió en vida las 5.000 hectáreas de campo que le legaba su padre, Augusto Víctor Röhner. En Esquina, Corrientes, a la vera del río Corriente, los cuatro hermanos Röhner recibían su parte de la herencia: las dos mujeres, Sara y María Elvira, se harían cargo de los campos que tenían casco, mientras que los varones –Augusto Santiago y Arnoldo–, de los que no. “Esto era una lomada arenosa junto al río, sin árboles, ni casa”, relata Augusto Julio Röhner, hijo de Chungui y hoy anfitrión del establecimiento que por aquella expresión de su madre se llamó La Pelada.
“En esta zona había caudillos”, agrega para desmembrar la historia del campo. Cuenta que Clotilde, su abuela paterna, se apellidaba Martínez y descendía de los hermanos Plácido, Erasmo y Juan Esteban Martínez, políticos y héroes de la Guerra de la Triple Alianza. “Gente que perdía dinero al hacer política. No como ahora… Mi abuela nació con solo 300 hectáreas, pero con mucho prestigio social”, reflexiona Augusto y cuenta cómo es que la familia llegó a tener grandes extensiones. “A principios del siglo pasado, mi tío bisabuelo, Santiago Baumann, vino del sur de Córdoba a comprar dos propiedades de 10.000 hectáreas: Santa Elena y Buena Vista. Con solo 17 años, mi abuelo Augusto Víctor Röhner los administraba. Cuando se casó con mi abuela Clotilde, ella recuperó, de alguna manera, las tierras que su familia había vendido para jugársela por la Patria”, cuenta Augusto, de 57 años, más conocido como Augustito.
Detalla entonces que luego nació su padre, Santiago –Chungui– Röhner, estudió veterinaria en Buenos Aires y conoció a Isabel Dreher Frers, su mamá. Tuvieron cuatro hijos entre los que está él –Augusto Julio– y vivieron un poco entre Martínez, en el Gran Buenos Aires, y la ciudad de Esquina, donde además de los campos tenían una gran casona familiar en el pueblo.
“Sobre este terreno pelado mi papá vio un potencial. Construyó la casa en 1982 y poco a poco plantamos los árboles”, relata Augusto que es contador y licenciado en Administración de Empresas. “Quiso hacer la casa de estilo mediterráneo, tipo Casapueblo del pintor Carlos Páez Vilaró en Punta del Este. Mi padre era un hombre muy creativo, siempre vinculado al carnaval de Corrientes. Por eso le encargó la obra a un arquitecto que solía diseñar la comparsa. Nada fue rígido, ni tradicional. El hombre marcaba el piso a ojo. Por eso las distancias entre las columnas no son simétricas”, apunta Augusto y señala los arcones de la galería que, intuitivamente ubicada, regala una vista inigualable del río Corriente.
Entre ejemplares de ibirá pitá, ficus pandurata, palmera, pinos, eucaliptus citronella, palo borracho, robles y jacarandá, la casa se levanta en una sola planta generosa y con una torre circular. Se compone de siete habitaciones en suite, con un living rectangular que termina en un amplio comedor. “Mi papá construyó la casa con la única intención de que el campo tuviera un buen casco de estancia. No planificó nada. Lo cierto es que veníamos poco. Usaba el campo para criar vacas. Sin embargo, siempre sociable y muy querido, en 1988 empezó a invitar cazadores de patos sirirí, crestón y criollo. Venían franceses de la nobleza europea y además un príncipe austríaco, Chulo Kinski, que se volvió amigo de mi padre”, cuenta Augusto y agrega que todavía los recuerda con saco y moño, recorriendo la estancia.
Fue entonces que Silvia Cattaneo, de la agencia de turismo Comarcas, le propuso a Chungui Röhner recibir huéspedes a dormir. “A fines de los años 80 no existía el concepto de turismo de estancias. En ese entonces La Bamba, en San Antonio de Areco, recibía extranjeros, pero para pasar el día en el campo, no a pasar la noche. Al aceptar la propuesta de esta agente de viajes, mi padre fue pionero en alojar huéspedes y cobrar por eso”, asegura Augustito.
Mientras estudiaba en Buenos Aires, cada vez que podía venía a la estancia para involucrarse con el proyecto turístico que crecía al compás de Esquina. Por entonces también los frecuentaba el más célebre de los futbolistas que ha dado la Argentina, Diego Armando Maradona. Hijo de Don Diego y Doña Tota, nacidos y criados en Esquina, el entonces jugador del Nápoles, Barcelona, Boca Juniors y de la Selección Nacional solía encontrar sosiego en la tierra de sus padres. “Cada tanto venía a jugar algún picadito o a comer un asado”, rememora Augustito que desde 2007 está al frente de La Pelada, y que está casado con María José Iglesia, una esquinense, y tiene dos hijos, Mía y Augustito, de 15 y 8 años respectivamente.
¿Su padre? Chungui Röhner murió en octubre de 2020 en circunstancias trágicas y confusas. Fue asesinado de tres disparos por su amigo, Raúl Dal Lago, un médico cirujano de la ciudad, cuando volvían en su camioneta por la RP 30 después de un día de campo. Al día de hoy Esquina se conmociona cada vez que alguien pregunta por el asesinato de uno de los hombres más queridos y admirados de la ciudad. Su esposa, había muerto un par de años antes.
Poco afecto a hablar del tema, Augustito lo homenajea poniendo en valor su legado. “Venir a La Pelada es disfrutar de una estancia con costa sobre el mejor río del mundo. El río Corriente tiene agua de estero porque nace en los desagües de Iberá y se destaca por sus embalsados. Tiene fondo de arena y barrancas que lo encausan. Tiene 247 kilómetros de los cuales 60 corren en paralelo con el río Paraná y forman un delta lindísimo, con arroyos que se conectan. La biodiversidad es enorme”, apunta el dueño de casa e invita a salir de cabalgata por el campo y hacer el cruce del río a nado con caballos… Una experiencia sin parangón.
Datos útiles
La Pelada. Queda a 600 kilómetros de la Capital Federal. A pasitos del río y en un entorno cálido que deja pasar el fresco, la estancia recibe visitantes en sus siete habitaciones con baño privado. Muy bien atendida por Augustito y Majo, propone paseos en lancha por el río Corriente y cabalgatas que lo bordean, atraviesan las lagunas e incluyen avistaje de yacarés, aves y carpinchos. Las empanadas, el asado, el chipá, la simpatía de los dueños y la amabilidad de peones y empleadas completan la grata experiencia. Desde $20.000 por día de semana por persona con todo incluido. Fin de semana y fin de semana largo, $25.000. Menores de 4 a 9 años pagan la mitad. RP 30 s/n, Esquina, Corrientes. T: (3777) 60-8460. IG: @estancialapeladaesquina. FB: EstanciaLaPelada
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