La diferencia horaria y la dependencia con la conexión a redes sociales del país de origen conspiran contra el descanso.
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Hace unos días hice un viaje que me dejó a doce horas de diferencia horaria de casa. Y fue duro, no sólo por el cansancio físico sino también por un fenómeno nuevo que puede llamarse “jetlag social”. Pero vayamos por partes.
Vuelos largos
Esto es algo que varía según cada persona. Hay muchos que no pueden dormir, otros que no tienen problemas y algunos que se quieren quedar despiertos y pasan el tiempo mirando películas, leyendo un libro o conectados a algún dispositivo móvil.
Mi gran consejo acá es hacer lo imposible para dormir. Hay muchos métodos naturales que pueden ayudar a hacerlo. El más simple es agotar el cuerpo el día del viaje, dentro de las posibilidades. Caminar mucho o ir a un gimnasio podría servir. Por eso es normal también que, cuando uno vuelve de Europa, por ejemplo, suele dormir y acomodarse mejor a los horarios que cuando fue, simplemente porque el último día lo aprovechó recorriendo hasta el último minuto y eso cansó naturalmente el cuerpo.
Además de todo esto, es muy importante cuidar el cuerpo para evitar el “síndrome de la clase turista” que afecta a muchas personas, pero fundamentalmente a mujeres. Quedarse quieto en un vuelo largo puede dificultar la circulación de la sangre generando una trombosis venosa.
Esto es importante combatirlo caminando, tomando mucho líquido, estirándose y moviendo las piernas y tobillos en nuestro asiento.
Un par de medias de compresión ayuda a evitar este problema y, a su vez, al disminuir la hinchazón de piernas, nos permitirá llegar menos cansados a destino.
Jetlag
No es un tema menor, y combatirlo en el vuelo largo durmiendo es una gran ayuda. Personalmente descreo de acomodarme previamente al horario con muchos días de anticipación. Creo que influye más el descanso en el viaje, pero de una manera u otra siempre hay trastorno y hay que combatirlo.
Lo mejor sigue siendo lo natural, por lo que en el destino siempre hay que acompañar al sol. Es la mejor manera de acomodar el cuerpo y la mente a ese nuevo huso horario.
El problema se dará si llegamos de noche a nuestro destino. En esos casos sí puede servir regular el descanso previo, para tratar de llegar cansado y dormir un poco.
En un viaje a Europa la diferencia no es tan grave, pero en uno a Oceanía o a Asia, esa brecha es muy grande y descansar es fundamental.
Jetlag Social
Es un concepto relativamente nuevo, y yo lo noté recién por primera vez hace pocas semanas, con motivo de un viaje a Japón. Cuando me acostaba, mi familia se levantaba. Cuando me levantaba, ellos estaban por cenar y además me enteraba de que había subido el dólar mientras dormía… Una experiencia muy rara, pero sirve para graficar, lo lejos que uno queda de su rutina diaria. Es algo que hace algunas décadas no pasaba. Porque hoy estamos conectados sea donde sea: es más fácil acceder a las noticias, ver en tiempo real dónde está la familia o presionar un botón y hacer una videollamada sin mayores complicaciones.
En los 90 había que poner unos cospeles en un teléfono enorme para poder hablar con delay y a los gritos pagando fortunas. Pero no existía esta noción de jetlag social. ¿Qué se puede hacer en estos casos? Hay que evitar conectarse con dispositivos electrónicos en el horario de descanso, tratar de no pensar tanto en lo que pasa en casa porque eso aumenta la actividad cerebral y complicará el sueño.
No hay una receta 100% efectiva, pero tener en cuenta estos puntos puede servir para hacer más agradable el viaje largo y los trastornos del regreso.
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