Con el apoyo de una empresa norteamericana especializada en diseñar senderos, el Parque Patagonia ofrece varios nuevos trekkings. Uno de ellos permite llegar a pie a la Cueva de las Manos.
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Si la sensación general cuando uno está parado frente a las pinturas de las Cuevas de las Manos es la de estar en el exacto escenario donde estuvieron estos grupos cazadores y recolectores hace nueve mil años estampando sus manos y observar el mismo paisaje de imponentes farallones que ellos miraron, si se llega caminando desde el otro lado del cañadón la experiencia se potencia. Desde hace poco esto es posible, en un recorrido de 4 km de ida y vuelta y exigencia media que arranca en el Parque Patagonia y lleva una hora y media sin contar la visita a las cuevas.
La llamada Bajada de los Toldos y el ingreso hacia la Cueva de las Manos desde el corazón del Parque Patagonia por lo que era parte de una antigua huella de guanacos, ofrece una perspectiva muy distinta y es como caminar a través del tiempo. Es una gran alternativa a las rutas vehiculares que van desde las localidades santacruceñas de Perito Moreno y Bajo Caracoles al sitio arqueológico, a una distancia de 114 y 47 kilómetros respectivamente.
Aunque la bajada a lo profundo del cañón solía ser bastante abrupta, ésta se ha mejorado con pendientes más amables y en los sectores más escarpados con escalones construidos por manos locales en materiales naturales que hacen el trekking más llevadero. El sendero hasta el tesoro arqueológico que demuestra cómo vivían y cómo era la relación con la naturaleza de los antiguos habitantes de la zona es autoguiado y está bien marcado.
Arrancamos el trekking y, desde arriba de los farallones el colorido cañadón se ve en toda su amplitud. Se destacan los imponentes paredones rocosos de hasta 300 metros de altura y abajo, el río Pinturas, que nace en la meseta del lago Buenos Aires y que hoy es un hilo angosto que serpentea en lo profundo de la piedra. En la pared opuesta del cañadón y con una vista frontal única, a una distancia de unos 400 metros, se distingue la cueva principal, y sorpresivamente nos llega el murmullo de las voces de los guías. Hacia allá vamos.
Luego de bajar con cuidado en zig-zag hacia el cañadón, un sector plano permite otra vez captar las dimensiones del lugar. Llegamos hasta lo profundo de la quebrada y rodeados de sauces que dan la tan esperada sombra –una especie exótica invasora que encontró condiciones para prosperar y desplazó plantas y fauna nativa– cruzamos el río por una pasarela metálica.
Marcas en los troncos muestran el nivel que el río puede alcanzar durante las crecidas primaverales. Por una última escalinata bastante pronunciada ascendemos hasta el centro de visitantes del Parque Provincial Cueva de las Manos para hacer la visita guiada. Una vez allí hay que registrarse y abonar el ingreso, y esperar al próximo grupo (salen todos los días, cada hora, de 9 a 19 durante los meses de verano y con horario más acotado el resto del año). La caminata es espectacular y la aventura se siente definitivamente más auténtica si se llega a las cuevas de este modo y no por la ruta tradicional.
Esto se suma a otra novedad: las vallas de dos metros de alto colocadas para su protección por viejos actos de vandalismo que tapaban las pinturas e interferían en la visibilidad, fueron reemplazadas en 2021 por una baranda de 90 cm que permite disfrutarlas muchísimo mejor, sin rejas de por medio.
Las Cuevas
“Acá se puede sobrevivir” parece estar anunciando la superposición de manos en negativo estampadas sobre las paredes de las cuevas en una especie de memoria social y colectiva generación tras generación. El sector más antiguo tiene 9300 años, 1300 el más reciente. Distintos grupos nómades de 20 personas se refugiaban en las cuevas −la más grande tiene 10 metros de alto, por 15 de ancho y 24 de profundidad, inaccesible desde 2006− siguiendo los movimientos de los guanacos. Las investigaciones arqueológicas sugieren que estos pobladores habitaron las zonas más reparadas del rio Pinturas con disponibilidad de leña y agua, y que su principal recurso era el guanaco.
La guía Antonella Medina explica que hay 89 sitios con pinturas relevados en la región, aunque este es el más importante por mostrar gran cantidad de períodos y generaciones en tan pocos metros, y por la representación de escenas de cacería. Claro, aquí se entiende que resultaba más fácil emboscar al guanaco en el cañón −lo representan en rojos, ocres, negros y blancos− que en la estepa, donde puede correr. Grandísimas tropas –ahora no superan los 60 individuos− se movían por este sector de la Patagonia desde las zonas altas de las mesetas en verano hacia áreas más bajas de los cañadones en invierno, donde había más alimento.
Los cazadores que habitaron las cuevas pintaron no solo manos en negativo sino también escenas de caza deslumbrantes de gran dinamismo, animales característicos de la región y motivos geométricos como líneas punteadas, círculos y algunas figuras abstractas. Con pigmentos minerales en forma de arcilla molida cocinada con líquido –agua, sangre o grasa− hasta que adquiría distintas tonalidades, dejaban su impronta soplando el material a través de un soporte ahuecado alrededor de la mano.
A las pinturas se las ve en su estado original, a tal punto que la Unesco declaró el sitio Patrimonio Cultural de la Humanidad por su estado de conservación: el clima semi-desértico, la composición de los minerales y la porosidad de la roca ayudaron a que hayan perdurado. Uno también se pregunta si la roca volcánica que conforma los paredones donde está la cueva, que se compone de un manto superior y uno inferior en donde actuó la erosión dejando la roca superior en forma de alero, ayudó también a su protección.
Rewilding
Los mismos sitios que inspiraron a los primeros cazadores recolectores a plasmar sus huellas durante miles de años de ocupación en la Cueva de las Manos, son hoy el escenario donde el equipo de Rewilding Argentina trabaja para recuperar el esplendor y buen funcionamiento del ecosistema y recuperar la fauna originaria de la estepa. Su objetivo es recomponer los ambientes y la fauna nativa y promover experiencias en la naturaleza a través del senderismo activo y el avistaje de grandes mamíferos. Ocurre que, en medio de la estepa árida, muchas de las especies han desaparecido o sufrido una merma significativa. La invasión de flora exótica y el uso que se les dio al lugar son las causantes de este deterioro.
Para traducir el término inglés “rewilding” no hay en español una palabra perfecta. Sería algo así como re-asilvestramiento, o re-asalvajamiento. Pero en realidad es más bien una herramienta que involucra un manejo activo para restaurar ecosistemas. Cuando se produce naturaleza mediante el rewilding, se busca trabajar localmente para ayudar a que las especies extintas, o cuyo número ha disminuido por acciones humanas, puedan volver a ocupar el territorio que ocupaban restableciendo las relaciones e interacciones que mantienen sanos a los ecosistemas.
No es casual que en la Fundación hayan elegido ese término para autodenominarse. Lo que en su origen y de la mano de mentores como Douglas y Kris Tompkins se llamó Conservation Land Trust −con grandes proyectos concretados en Iberá y Gran Chaco− y Fundación Flora y Fauna Argentina −con programas como el Parque Patagonia− es hoy una fusión denominada Rewilding Argentina.
En la región, la fundación adquirió la estancia La Ascensión y la donó a Parques Nacionales, que ya la tiene como uno de los portales de acceso al Parque. Lo mismo sucederá, hacia fines de 2022, con el Portal Cañadón Pinturas.
Aunque desde hacía casi 40 años el Municipio de la localidad de Perito Moreno estaba a cargo de la custodia de la Cueva de las Manos, y a pesar de haber sido declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1999, la propiedad continuaba en manos privadas. Cuando la Fundación adquirió la estancia Los Toldos a fines de 2015, con el objetivo de incorporar las tierras al sistema de áreas protegidas, se eliminó la ganadería intensiva y se comenzó a recuperar la zona y a especies que estaban en peligro, como el chinchillón anaranjado. Finalmente, en julio de 2020 la provincia de Santa Cruz aceptó la donación de las 600 hectáreas de tierras para la consolidación del Parque Provincial Cuevas de las Manos, y la Fundación traspasó los terrenos.
Senderos
Cuando la fundación adquiere una propiedad, releva los sitios más atractivos para hacer senderos y pone manos a la obra con un equipo especializado. En el Portal Cañadón Pinturas del Parque Patagonia hay 20, y se proyectan decenas de kilómetros más. Se dejaron asesorar bien: consultaron a la empresa norteamericana OBP Trailworks (por off the beaten path) con quienes relevaron las áreas, trabajaron las pendientes para que sean progresivas y no demasiado pronunciadas, los drenajes para mayor perdurabilidad. Porque dicen que una buena senda debe durar 80 años.
Además de la ineludible Bajada de los Toldos que nos deja directo en el ingreso de la Cueva de las Manos y desciende desde Los Balcones –un sendero corto y fácil que conecta diversos miradores sobre el paredón norte del cañadón Pinturas con vistas altas del río–, el sendero Koi es un ascenso progresivo de exigencia media a la cima de la meseta Sumich con una excelente vista en 360° que permite ver típicas mesetas basálticas, como la meseta Lago Buenos Aires. La amplia red de senderos incluye La Guanaca, el ascenso hasta la cima del cerro Amarillo desde donde, en un día de sol pleno, se puede distinguir el emblemático cerro San Lorenzo en el horizonte. También Tierra de Colores, una increíble geografía de texturas, formas y colores vibrantes ocultas muy cerca de la entrada al parque y la ruta 40.
Lo mejor para poder cubrir toda la red de senderos es pernoctar en el parque. La Posta de los Toldos, el cálido refugio-hostería comúnmente rodeado de manadas de guanacos y grupos de choiques, está decorado con muebles macizos de madera, pieles de oveja, mantas artesanales y fotografías que le dan calidez. Sus nueve habitaciones tienen nombres de fauna local: zorro colorado, puma, cóndor, chinchillón anaranjado, gato del pajonal, huemul, gallineta austral, choique y guanaco. Cuenta con cómodos espacios comunes desde donde se realizan diferentes actividades ecoturísticas y que ofrecen gastronomía a cargo de prestadores locales. Hay fogones de uso público y un flamante puesto, El Mollar, con empalizadas para motorhomes.
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