La mayor parte de este gran emblema chino se encuentra en ruinas, pero hay varios tramos reconstruidos. Una caminata por uno de las porciones más alejadas de Beijing, y con menos turistas.
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7am. En silencio nos alistamos. Vamos a realizar un trekking sobre la Gran Muralla china. Nos espera una experiencia buscada por viajeros de todo el mundo. El plan es recorrer 6 km de la sección entre Jinshanling y Simatai. La excursión, de día completo, presenta una dificultad moderada y es elegida por el buen estado de conservación y la baja cantidad de visitantes. Badaling, el tramo más cercano a Beijing, en cambio, suele estar atestado de turistas.
Desde ya, se precisa un buen estado físico para caminar tres horas a través de los desniveles y sus desafiantes pendientes. La sección forma parte de los 21.196 km de la muralla, que se divide en 14 áreas. Además de las mencionadas, algunas son Mutianyu, Jiankou, Gubeikou y Huanghua Cheng, que tiene un tramo sumergido y es visitada por buceadores.
Salimos del hostel y tomamos el subte para encontrarnos con nuestra guía. Li es de baja estatura y gran sonrisa. Nos da la bienvenida e invita a subir al bus para así dar inicio a la excursión. Desde el asiento detecto varios idiomas. Hay representantes de todos los continentes. A continuación, escuchamos con gran atención la historia de la muralla.
Fue construida –y reconstruida– como una antigua fortificación entre el siglo V a.C. y el siglo XVI, con el fin de proteger la frontera norte del Imperio chinodurante las sucesivas dinastías imperiales de los ataques de los nómadas xiongnu de Mongolia y Manchuria. Su presencia abarca la frontera con Corea, al borde del río Yalu, hasta el desierto de Gobi, a lo largo de un arco que delinea aproximadamente el borde sur de Mongolia, aunque hoy solo se conserva un 30% de ella. En promedio mide 7 m de alto y 5 m de ancho.
A media mañana, el bus llega al punto de partida. A caminar. Bajo un cielo azul y totalmente despejado iniciamos una corta caminata hacia la muralla. A los pocos minutos divisamos una gran escalera de piedra. Su altura es desafiante y es solo un anticipo de esfuerzo físico que tenemos por delante. El primer paso es simbólicamente muy significativo. Una sensación de goce y plenitud nos invade. Evocamos lo lejos que estamos de Argentina y las veces que pensamos, desde niños, en este lugar, tan célebre, tan lejano. Aquellas imágenes de la primaria hoy son una realidad. Estamos aquí, podemos caminar sobre ella, abrazarla y desafiarla. Tras unos minutos de reflexión nos lanzamos al vertiginoso ascenso.
Durante la subida, Li, con alegría, nos habla de Jinshanling. Esta sección de la gran muralla se ubica en la zona montañosa del condado de Luanping, ciudad de Chengde, provincia de Hebei, a 125 km al noreste de Beijing. El área del muro está conectada con la sección Simatai al este. Se extiende a través de 10.5 km de largo, con 5 pasos, 67 torres y 3 torres de faro. La zona inicial del muro ha sido restaurada a su estado original, pero el muro se deteriora a medida que se acerca a Simatai.
La escalera va quedando atrás. La silueta de la muralla se nos antoja como un gran dragón de piedra que avanza por la montaña. Su espalda y escamas sobresalen de la tierra en busca de nuevos horizontes, aunque no logra perderse en él. Su gran extensión la convierte en un ser mitológico. En los primos metros, Li nos enseña las almenas, grandes bloques de piedra sobre la muralla separados por un espacio, en donde se ubicaban los cañones. También nos muestra las aspilleras, pequeñas aberturas en la piedra en donde se colocaban ballestas u otras armas para proteger a los soldados. Cada piedra emana una mística especial. Podemos evocar el espíritu defensivo de la muralla en tiempos de guerra. Más allá, la vegetación crece de forma salvaje y contrasta con sus fuertes tonos verdes. Tras lograr el km 2 del trekking y sortear los calores del mediodía, Li, arremete con más historia e información. Es increíble pensar que 100 millones de toneladas de ladrillos, piedras y tierra fueron transportados por millones de soldados, campesinos, prisioneros y animales por sistemas básicos de cuerdas, madera y canastas desde lejanas extensiones y a través de un relieve montañoso.
Mientras avanzamos por la espalda del dragón, logramos un nuevo ángulo. A la distancia oímos a Li desmitificar algunas cuestiones que son vox populi sobre la muralla: asegura que no puede ser observada por el ojo humano desde el espacio sin ayuda de la tecnología. También resalta que no es una línea recta, como se suele mencionar, sino que se compone de paredes laterales, circulares, paralelas y secciones sin muro, en donde la naturaleza hace de extensión con sus ríos y montaña. Sumado a esto arroja un dato curioso, en la Dinastía Qin (221-206 a.C), se utilizó harina de arroz glutinoso para unir los ladrillos. Mientras avanzamos, entre datos y leyendas, no perdemos de vista la montaña.
La pendiente de la primera torre, sumada al sol que arremete dificultan el avance. Sin embargo, nuestra sed de historia y leyendas acrecientan las ganas de trepar. Nos cuentan que las torres de vigilancia eran edificaciones por encima de los muros en donde se buscaba divisar el ataque enemigo a tiempo. Su altura podía alcanzar los 15 m y albergaban hasta 50 soldados. Entre sus tácticas y ante un avance enemigo, se realizaban de día señales de humo o de bandera, y por la noche, de luces. Hoy se estima que quedan un total de 24.000 torres. Desde ellas se logran excelentes vistas panorámicas que permiten admirar el porte de la mega construcción asiática.
El cansancio se hace notar pasado el mediodía. El último kilómetro se torna áspero ya que el estado original de la muralla presenta ciertas dificultades. Piedras grandes entorpecen el camino y las nuevas torres se alzan de forma empinada. Antes de empezar a bajar, admiramos el sistema de drenaje, pieza clave en la distribución del agua y el mantenimiento de su estructura. Hacia adelante el camino no requiere gran dificultad si uno es paciente, pero a esta altura solo queremos alcanzar el final del tramo y dar por cumplido el objetivo.
Tras descender la última torre, celebramos el final del trekking. Compartimos con el grupo una gran sonrisa que se dibuja involuntaria en nuestras caras, y un cansancio enorme, que pide urgente un asiento. Nos queda la inquietud de haber caminado sin riesgo por un lugar que sufrió ataques nómades, cañonazos y varias batallas. Nosotros festejamos, aplaudimos, nos relajamos en el viaje de regreso a Beijing. Mientras nos alejamos, contemplamos por última vez la espalda del dragón, que aún permanece dormido.
· Tips para organizar el Trekking
- - Duración: todo el día (9 a 18 hs).
- - Dificultad: Media
- - Distancia: 6km.
- - Sección Jinshanling: buen estado de conservación y menos turistas que en las secciones próximas a Beijing
- - Mejor época: Marzo a junio, primavera. Temperatura óptima y mucho verde en el paisaje
- - Peor época: verano e invierno, con temperaturas extremas.
- - Buen estado físico
- - Seguir instrucciones del guía
- - Llevar efectivo por si no funcionan las tarjetas de crédito convencionales
- -Más info @gavito.travelling
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