LUGARES empezó a compensar la huella de carbono de sus viajes, para seguir recorriendo el mundo con responsabilidad. Qué hay que saber y cómo hacer para revertir esa huella en el medio ambiente.
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Hablar de lo que significa viajar implica circundar el sentido mismo de la vida. Desde siempre, las personas estuvimos, de alguna u otra manera, en viaje: nos trasladamos de norte a sur y de este a oeste, abrimos camino, exploramos tierras nuevas, descubrimos paraísos (a veces, también, infiernos), interactuando con nuestra propia especie y con otros seres.
De esa pasión por viajar –lo que en alemán llaman, poéticamente, wanderlust– deriva también el anhelo de “dejar huella”, ya sea literal (como lo hicieron los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin sobre la superficie lunar en 1969) o de otras maneras, más o menos creativas según el caso y la era.
Hoy, revolución industrial y nuevas tecnologías mediante, sabemos que, cada vez que viajamos, dejamos una huella invisible, pero de gran impacto, mucho más grave que los grafitis que corrompen ruinas arqueológicas y patrimonios de la humanidad. Esta huella representa la cantidad de gases de efecto invernadero que emitimos al hacer o consumir cosas que requieren energía, y es la máxima responsable del alarmante calentamiento global.
Se trata de la huella de carbono y se mide en kilos o toneladas de dióxido de carbono (CO2), el más infame de los gases de efecto invernadero. Casi sin excepciones, cualquier acción cotidiana contribuye a agrandar nuestra huella, desde usar el auto o prender la luz hasta comprar un par de zapatos o comer un determinado alimento (elaborados en una fábrica, que tuvieron que ser transportados hasta la zapatería o el supermercado). Sin embargo, ir de un lugar a otro (a menos que lo hagamos caminando o en bicicleta) es, por lejos, una de las actividades más contaminantes. Y el avión es el medio de transporte que más huella de carbono genera.
Cuanto más espacio y comodidades se ofrezcan a los pasajeros, más emisiones generará el vuelo. Sin embargo, la cantidad exacta de emisiones generadas por un pasajero dependerá de varios factores, como la aerolínea, el tipo de avión y la ruta del vuelo.
Por ejemplo, un viaje ida y vuelta de Los Ángeles a Nueva York emite cerca de una tonelada de CO2 por pasajero en clase turista; al viajar en primera, la cifra se cuadruplica (4,3 toneladas) y equivale a la misma cantidad de emisiones que lo que genera un auto promedio durante los 365 días del año, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos. “Esta diferencia tiene que ver con que se calcula que un pasajero de primera clase ocupa más lugar en el avión que alguien que elige un asiento en turista, de ahí que al primero le corresponda un mayor porcentaje de la cantidad total de emisiones del viaje. Además, los pasajeros de primera clase pueden tener acceso a servicios adicionales que aumentan la cantidad de emisiones asociadas en su vuelo”, explica Teresa Cañete, directora de Carbon Neutral+, una start-up argentina que ofrece servicios de medición y compensación de huella de carbono.
En general, cuanto más espacio y comodidades se ofrezcan a los pasajeros, más emisiones generará el vuelo. Sin embargo, la cantidad exacta de emisiones generadas por un pasajero dependerá de varios factores, como la aerolínea, el tipo de avión y la ruta del vuelo. Teresa señala: “Los vuelos de larga distancia, por ejemplo, tienen un mayor impacto ambiental debido a la altitud a la que llegan. A mayor altitud, la atmósfera es más delgada y los gases de efecto invernadero emitidos por los aviones tienen un impacto mayor”.
Lugares compensa su huella
A partir de ahora nos proponemos medir y compensar la huella de carbono de nuestros viajes. En alianza con la empresa argentina Carbon Neutral+ realizamos la compra de los bonos certificados bajo Verified Carbon Standard, el programa de compensación de huella de carbono más prestigioso del mundo. Además, mediante el “Plus de Impacto” de Carbon Neutral+, donamos el equivalente a un tercio de nuestra compensación a la organización Amigos de la Patagonia.
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