Es una de las instituciones académicas más exclusivas y caras de nuestro país, e integra el circuito turístico de la Manzana Jesuítica de la capital santafesina.
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“Es esta”, aseguró el papa Francisco aquel verano europeo de 2015. Acababa de liderar una de sus clásicas audiencias de la Plaza San Pedro cuando un ex alumno, Carlos Hugo –alias Pichi– Minati le pidió que hiciera memoria. El egresado de la camada ‘65 le mostró una foto del Colegio Inmaculada Concepción de Santa Fe y lo instó a que marcara la puerta de la que había sido su habitación. “Es esta. Sin dudas”, repitió el antiguo maestrillo al señalar la habitación 223 de la institución jesuita que tiene 412 años de trayectoria. De esa manera, le marcaba al colegio un atractivo turístico fundamental de la historia de los jesuitas en Santa Fe y de su vida misma.
Por estos días, siete años después de aquel encuentro entre el papa Francisco y sus ex alumnos en la Plaza San Pedro de Ciudad del Vaticano, la habitación 223 del tercer piso del Colegio Inmaculada de la capital santafesina tiene en la puerta una placa que marca dónde durmió quien hoy es cabeza de la iglesia católica. Adentro hay una cama de hierro simple, una mesa de luz con un crucifijo y una sotana negra. Los pisos de mosaicos son originales, así como las puertas de madera. “Jorge Mario Bergoglio se instaló en este dormitorio entre 1964 y 1965. Llegó al colegio para dar clases de literatura y psicología. Durante dos años subió y bajó esas escaleras, caminó estos pasillos y se involucró con los alumnos que tan bien lo recuerdan”, asegura Victoria Paiva que junto con Andrea Maraz es guía de sitio de la Manzana Jesuítica de la ciudad. “Vino a hacer magisterio, una de las primeras etapas de su formación como maestrillo. Los ex alumnos aseguran que en sus clases no volaba una mosca, pero que afuera era uno más. Les llevaba apenas diez años. Y durante años siguió comunicándose con muchos de ellos por carta”, apunta Victoria y detalla una gran iniciativa pedagógica del joven Bergoglio. “A mediados de 1965 trajo a Jorge Luis Borges para que diera una clase de literatura. Los alumnos publicaron un libro de cuentos que tiene prólogo del famoso escritor”, rememora la guía.
Una vez en la planta baja del Colegio –el más antiguo de Santa Fe–, en el Patio de los Naranjos quedan solo tres naranjos. De las paredes cuelgan placas con los nombres de miles de ex alumnos. Y muchos recuerdan que en los años 70 aquel patio funcionaba como cine al aire libre para los vecinos que venían con reposeras. ¿Más hitos históricos? Desde el patio las guías señalan los ventanales del auditorio que en 1853 fue habitación de Delfín Huergo, Juan María Gutiérrez y José Gorostiaga, tres de los constituyentes que se instalaron en la ciudad para sancionar nuestra Constitución Nacional.
Fundado en 1609 por la Compañía de Jesús –orden religiosa de San Ignacio de Loyola– en Cayastá, el Colegio Inmaculada Concepción de Santa Fe se mudó a su actual emplazamiento en 1660. Junto con el Santuario Nuestra Señora de los Milagros, funcionó como sede educativa desde entonces y hasta hoy frente a la Plaza 25 de Mayo. Sufrió una interrupción de casi cien años, cuando en 1777 los jesuitas fueron expulsados de los dominios españoles en toda América. Les dieron dos horas para dejar el lugar. Entonces la orden de los mercedarios se hizo cargo del colegio, pero –cuentan las guías– cuando murió el último de los mercedarios el edificio se cerró, y lo usaron interinamente como hospital e incluso cárcel.
“Recién en 1862 los jesuitas pudieron volver y reinauguraron el colegio. Desde entonces educa niños que van desde los 4 hasta los 18 años y durante décadas recibió alumnos pupilos”, apuntan mientras recorremos los pasillos del edificio revestido en piedra París que tiene una sala museo y un observatorio que rescata objetos, elementos de ciencias, mapas, libros, uniformes y pupitres que solían usar alumnos y profesores. “Para la reapertura los jesuitas compraron la manzana completa, con el sector este –el deportivo–, al que accedían por túneles que van por debajo de la calle 25 de Mayo. Dicen que los túneles estaban hechos por cuestiones de seguridad, porque lo cierto es que los jesuitas tenían muchas riquezas”, señalan cuando subimos a la terraza de la institución que siempre fue exclusivamente de varones, tiene jardín de infantes, primario y secundario, garantiza educación académica de primer nivel y es el más caro de la ciudad.
Digno de devociones y ritos, al lado del Colegio está el Santuario Nuestra Señora de la Virgen de los Milagros, que data de 1660 y fue ampliado en 1920. La fachada es de estilo barroco indoamericano, los muros de tapia y se preservan columnas de un metro ochenta de ancho. Su retablo es el resultado del trabajo de artistas jesuitas y guaraníes en la misión de Loreto (Corrientes), cuyo ensamble se hizo en Santa Fe.
“El cuadro de la Virgen Milagrosa es de 1634. Fue pintada en Cayastá –Santa Fe La Vieja– por Luis Berger y representa el capítulo 12 del apocalipsis. Es una mujer llena de luz con 12 estrellas en cabeza y sobre una medialuna. Es Patrona de la Pura Concepción de Europa y de Asia”, detalla Victoria Paiva sobre la pintura más antigua de la provincia, protagonista de una devoción centenaria. “El 9 de mayo de 1636, a las ocho de la mañana, al terminar de dar la misa, el padre Pedro de Helgueta notó que algo brillaba en el cuadro. Se acercó, lo tocó y se mojó con el líquido que derramaba la Virgen de la cintura hacia abajo. Hizo sonar las campanas para alertar a los fieles, que embebieron sus algodones en el cuadro. El suceso duró una hora y a los veinte días los vecinos hablaron de las primeras curaciones”, relata Victoria sobre aquel milagro que quedó registrado en las actas notariales por el escribano del rey. Y que fue punto de partida para una tradición católica inalterable: los 9 de marzo se pone una escalera al pie del cuadro de Berger, y los fieles suben con sus algodones para tocar la virgen que alguna vez, hace casi 400 años, derramó agua bendita.
Datos útiles
Oficina de Turismo de Santa Fe Capital. Para visitar la Manzana Jesuítica que incluye el Colegio de la Inmaculada Concepción –con la habitación que ocupó Jorge Bergoglio– y otros hitos del centro de la ciudad, hay dos guías muy informadas: Victoria Paiva y Andrea Maraz. Se puede llamar a la oficina municipal de turismo o hacer reserva de turnos a través de la web del colegio. Lo mismo para entrar al Santuario de la Virgen de los Milagros, contiguo a la institución. Abre todos los días para las misas, de 8.30 a 18.30 horas y cuenta con audioguías. Juan de Garay y San Martín, Santa Fe. T: (342) 457-4128 o 457-4124 o 457-4123. IG: @turismosantafecapital
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