Tuvieron su apogeo en la década del 30, fueron parte de la identidad de Munro y Olivos, pero habían caído en el olvido hasta que fueron que fueron declarados Monumento Histórico y la Municipalidad impulsó su recuperación.
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Es viernes recién entrada la noche en la localidad de Olivos, y donde las calles Juan Bautista Alberdi y Catamarca se juntan, el público espera tranquilo a que se abran las puertas del cine teatro York. Vienen a ver una de las funciones del ciclo Vecine VeCine, dedicado en esta ocasión a María Luisa Bemberg. Es uno de los pocos cines de barrio que resiste el paso del tiempo, 112 años después de su creación. El York se opone a seguir la tendencia del cine comercial y su público lo sabe. De hecho, asiste por eso, sabiendo que los baldes enormes de pochoclo y los vasos XL de gaseosa no tienen cabida aquí.
“Hoy solo cuatro espacios pasan el tipo de cine que pasamos nosotros”, dice Adriano Bruzzese, subsecretario de cultura de la Municipalidad de Vicente López. “Si querés ver cine de autor o no comercial no tenés dónde verlos más que en la Lugones, el San Martín, el Malba, con nosotros y nadie más; es muy difícil de encontrar”, asegura. Y explica que son los únicos cines que tienen proyector 35 mm que permite pasar una película en ese formato o, como en su caso, también en 16 mm. Cuentan con un proyector que, según dice, hace que la gente se vuelva loca de entusiasmo.
“Antes era normal tener tu cine de barrio, y creo que no valorábamos el York como lo valoro ahora”, dice Osvaldo Valpuesta, director de la sala y vecino de la zona. “Teníamos el Atlantic sobre la avenida a tres cuadras que ahora es iglesia evangelista, estaban el Bristol y el Astro en Martínez”, reflexiona. “La gente grande que viene al cine lo ama; estamos cerrados una semanita porque reformamos y se ponen felices cuando abrimos, nos extrañan”, comenta.
El York fue desde 1910 sede de la sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos de Olivos, creada por un grupo de vecinos. Allí se cree que se realizaron desde su inauguración funciones teatrales, bailes y actos políticos y sociales. Fue en la década del 30 que comenzó a funcionar como cine, primero llamado Select y más tarde York, y aunque estuvo cerrado después de los 80 durante mucho tiempo, nunca dejó de ser un emblema de la cultura local y parte de la identidad de Olivos. Al tiempo, el teatro a la italiana fue declarado Monumento Histórico Municipal y fue en 2000 cuando lo compró la Municipalidad de Vicente López y comenzó con las obras de remodelación ya que estaba destruido.
Un dato fuerte: en este cine de Olivos se conocieron Klaus Eichmann (el hijo de Adolf Eichmann, uno de los principales genocidas nazis buscados internacionalmente) y Sylvia Hermann (la hija de Lothar Hermann, un abogado que había sobrevivido torturas en un campo de concentración), cuya relación llevó a que se capturara al jerarca. La historia fue abarcada por Netflix en la reciente película Operación Final, que filmó las escenas del encuentro justamente en el York.
El cine teatro se muestra hoy flamante: tiene 275 butacas, una cabina de proyecciones con un proyector DLP (la mejor calidad para reproducir materiales digitales), una pantalla de 9,5 x 6 metros, butacas y alfombras nuevas, nuevos paneles acústicos y telones, y los mencionados proyectores de 35 y 16 mm, además de consolas de sonido y de iluminación renovadas.
En sus mejores años, en el York se proyectaban como estrenos las películas que se grababan en los Estudios Lumiton de Munro, que abrió en 1933. Juntos hicieron que, antes de los años 50, los barrios de Vicente López fueran considerados un polo cinematográfico donde rodaban estrellas como Mirtha Legrand, Niní Marshall y Luis Sandrini.
Los comienzos de una industria
Lumiton Museo del Cine Usina Audiovisual se visita y funciona hoy en la casona de estilo neoclásico español en la que, en los años 20, los llamados “Locos de la Azotea” instalaron cuatro galpones cinematográficos. Se trataba de un grupo de amigos fascinados por las telecomunicaciones que lideraba el Dr. Enrique Telémaco Susini y que fueron pioneros mundiales de la radiodifusión al lograr transmitir desde las terrazas del Teatro Coliseo una ópera de Wagner. Así se ganaron el apodo. Y, años más tarde, decidieron ir más lejos con sus proyectos e invertir en la industria cinematográfica. Viajaron a Hollywood, estudiaron el modelo de producción de cine sonoro y, en los alrededores de la quinta La Algovia de Munro, levantaron en pocos años los estudios que produjeron en 1933 la primera película sonora de ficción de la Argentina, Los tres Berretines. No pararon: entre 1933 y 1952 Lumiton produjo un total de 99 películas.
Como joya de la historia cinematográfica del país, La Casa de las Estrellas (como se llamó a la casona) se mantuvo en pie y fue declarada Monumento Histórico Municipal en 1992, gracias a los esfuerzos de un grupo de vecinos y ex-empleados. Tan fuerte era su identidad en el barrio que en 2010 fue declarada Monumento Histórico Nacional.
“Con el Proyecto Lumiton buscamos desde 2015 recuperar la identidad de un barrio que fue un barrio de cine, la historia de una comunidad cinematográfica”, explica Bruzzese. “Fue la primera industria de una zona que era campo”, dice. Y cuenta que entrevistaron vecinos que relatan que iban de pantalón corto a la estación de tren de Munro a ver cuando llegaban las estrellas que venían caminando las cinco cuadras que separaban la estación de los estudios con las valijitas, pañuelos, sombreros… Entre ellas estaban Niní Marshall y Mirtha Legrand y su hermana, acompañadas por su hermano José Martínez Suárez. Dicen que él era un ávido lector y que se quedaba en la entrada leyendo mientras ellas filmaban. Un día le preguntaron, ¿vos no vas a entrar a trabajar?... Y entró. Enseguida empezó a ser asistente de dirección y pronto filmó una película en el delta. Así arrancó como director.
En los estudios se filmaba sin parar y algunos se quedaban a vivir en los cuartos de la casona (donde hoy funcionan las oficinas) durante los rodajes. Bruzzese relata que cuando arrancaron con el proyecto paseaba por el barrio y una señora se le acercó y le dijo: “Qué lindo, ahora sí que está lindo”. “¿Qué recuerda de esa época?”, le preguntó él. “Fui extra de muchas películas en lo que necesitaran; los estudios eran una prolongación del barrio”, le comentó emocionada. Algunos vecinos eran extras, los carpinteros de la zona se convirtieron en realizadores e hicieron decorados, había galpones gigantescos donde guardaban la utilería, el vestuario y los decorados. “Alta producción hacían, Lumiton fue una escuela, estaban todos aprendiendo”, asegura Bruzzese.
“El primer obstáculo que encontramos fue no poder reconstruir con claridad la historia porque no había material escrito que hablara de Lumiton, había solo retazos ya que en las escuelas de cine te cuentan de los 60 en adelante”, comenta Bruzzese, que es director y productor de cine. “Aunque filmaran como Hollywood o mejor, se le quitaba valor a esta época”, asegura. Y comienza a enumerar las estrellas que trabajaron en los estudios: entre otros, Luis Sandrini, Maria Duvall, Libertad Lamarque, Tita Merello, Mecha Ortiz, Sabina Olmos, Juan Carlos Torri, Enrique Serrano, Osvaldo Miranda.
Paso a paso, y en base al museo del cine que había armado previamente un grupo de vecinos, se comenzó a recuperar material de Lumiton, a preservarlo y restaurarlo y a reorganizar el archivo. Parte del trabajo fue la búsqueda y la recuperación de los afiches, que ya están restaurados y digitalizados. También están digitalizando y restaurando los primeros títulos del Sello del Gong. Armaron una línea de tiempo, consiguieron objetos de época y organizaron visitas guiadas. La idea fue devolverle la identidad a la casona que también había sido restaurante y terminó en manos de la iglesia antes de que el predio y los estudios fueran comprados por la productora audiovisual Non Stop.
Visitar hoy el pequeño museo es entender el mundo Lumiton, meterse en la línea de tiempo y poder dimensionar lo que fue la producción; encontrarse con una maqueta que, más allá de las fotos, ayuda a entender la espacialidad de lo que se hizo en el lugar, y visitar la muestra permanente. Las visitas proponen entrar de a poco en este mundo acompañado de un historiador. “Más que un museo es una usina dinámica, un lugar en transformación donde pasa de todo”, describen desde la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad.
Datos útiles. Ambos espacios forman parte de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Vicente López y sus actividades son gratuitas.
Lumiton Museo del Cine- Usina Audiovisual. Sargento Cabral 2354, Munro. Hay visitas guiadas todos los miércoles con inscripción. En Lumiton funciona además un espacio dinámico de formación, exhibición y producción audiovisual. Sede de talleres, masterclasses de las distintas ramas del cine dictados por reconocidos profesionales de la industria, es un punto de encuentro, intercambio, reflexión y debate para la comunidad cinematográfica y para los vecinos. lumiton.ar es la plataforma en la cual la usina genera sus propios contenidos culturales
Cine York, Alberdi 895, Olivos. Vecine VeCine es un programa que promueve ver cine en el cine. Produce ciclos de cine permanentemente y abarca cine clásico, de autor, documental, de distintos movimientos, grandes maestros y festivales de cine internacionales. Hay función los miércoles, jueves, viernes y domingos; los sábados hay, además, teatro, danza y música.
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