Quién fue Antonio Devoto, y por qué a pesar de haber amasado una gran fortuna no llegó a vivir en la espléndida casona que mandó construir.
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En los alrededores de la plaza Arenales Antonio Devoto entrenó a 32.000 inmigrantes italianos. Lo hizo en la antigua sede de Sociedad Italiana de Tiro al Segno (SITAS). Luego envió a esos voluntarios en barco a luchar contra el imperio austrohúngaro durante la Primera Guerra Mundial. Esta hazaña le valió el título de conde, un reconocimiento del gobierno italiano que le llegó tarde en la vida, ya que falleció tres meses después.
Tampoco pudo estrenar el magnífico palacio que estaba construyendo por esos días sobre la actual calle Salvador María del Carril que, según cuentan, era de un lujo extraordinario. Esa es otra de las típicas historias de la “Argentina, granero del mundo”: siete años más tarde cuando la mansión estaba casi lista, Elina Pombo, la segunda mujer de Devoto, murió y nunca llegó a habitarse. Décadas más tarde fue demolida sin inauguración.
Pero ese es el final del cuento. La historia de Villa Devoto está unida a la de su creador, Antonio Devoto, un inmigrante italiano que llegó a la Argentina en 1850 y amasó una increíble fortuna.
Todo esto lo narran Diego Cabales y Yamila Rambaldi artífices de varios itinerarios guiados que atraviesan este singular barrio porteño. Las caminatas congregan a curiosos de la historia y la arquitectura, así como fans de la fotografía urbana porque aquí hay verdaderos tesoros.
La ruta barrial descubre una serie de anédoctas y datos históricos que Diego y Yamila investigaron por las suyas, otros provienen de los trabajos realizados por la Junta de Estudios Históricos de Devoto (JEHD). El 11 de diciembre, a las 16, convocan a una nueva visita.
El origen de un barrio
Las primeras noticias de esta zona se remontan a 1615 cuando el entonces gobernador del Río de la Plata le otorgó varias cientos hectáreas a Don Cristóbal de Luque y Cobos, un territorio que abarcaba el centro de Villa Devoto, además del norte de Agronomía, Villa Pueyrredón y el oeste de Villa Urquiza. Un poco más tarde, alrededor del 1700, los jesuitas se instalaron en la zona, en la esquina de Helguera y Navarro, pero en 1767 cuando la orden fue expulsada de América, abandonaron estas tierras.
En 1889, luego de pasar por varias manos, Antonio Devoto, director del Banco Inmobiliario se interesó por esta zona que tenía grandes perspectivas de valorizarse, básicamente por el tendido de la línea del Ferrocarril al Pacífico.
Devoto tenía en mente un barrio y presentó al gobierno un proyecto diseñado por los ingenieros Carlos Buschiazzo y José Poggi, una idea que planteaba una serie de bulevares y diagonales distribuidos alrededor de la Plaza Arenales, entonces llamada Santa Rosa.
La propuesta fue aceptada de inmediato y el banco comenzó con la venta de lotes, el trazado de calles y el sembrado de árboles. Si bien la crisis de 1890 retrasó momentáneamente los planes, estos se retomaron un poco más tarde cuando los vientos económicos mejoraron. El barrio comenzó a tomar forma, primero de la mano de las familias patricias que construyeron aquí sus mansiones de fin de semana. Escuela, biblioteca, iglesia fueron los pilares que atrajeron de a poco a un público más diverso que terminó por darle carácter al barrio.
Podemos decir que durante los últimos años del siglo XIX y los albores del XX se construyeron en Devoto las casas y edificios más importantes de la época de oro del barrio. Algunos se mantienen en pie, otros fueron transformados, otros ya no existen. Todos tienen una historia que contar.
Aquí elegimos cinco edificios históricos que nos permiten hilvanar la génesis del barrio. Todos ellos, y otros tantos, se visitan durante el recorrido urbano de fachadas que Diego y Yamila imaginaron para los amantes de la historia y la arquitectura porteña y que LUGARES compartió una tarde de noviembre.
Escuela Antonio Devoto
Fue la primera casa de Antonio Devoto en la zona, una vivienda de fin de semana que imaginó con su mujer de entonces, Rosa Viale. Los registros, sin embargo, cuentan que vino por aquí en contadas oportunidades. Hoy alberga la escuela que lleva su nombre.
Ubicada frente a la plaza Arenales, la casa fue diseñada en dos plantas y con estilo italianizante por Juan Antonio Buschiazzo. Se edificó entre 1889 y 1891. La entrada principal está flanqueada por dos columnas dóricas que sostienen un dintel ornamentado que da paso al balcón del piso superior que culmina en una atractiva torre con ventanas de arco de medio punto. En lateral izquierdo, una galería en forma de L comunica con el segundo cuerpo de la casa, donde seguramente vivía el servicio doméstico. El edificio fue remodelado en 1920 por el arquitecto Paul Pater para albergar las necesidades de la vida escolar, luego de que la viuda de Antonio Devoto donara la propiedad.
Palacio Devoto
Construido sobre un terreno de más de 10.000 m2 el edificio se levantó en un predio ubicado sobre la actual Salvador María de Carril al 3700.
Antonio Devoto y su segunda mujer, Elina Pombo, encargaron el proyecto a los hermanos Ceci en 1914. La casa copiaba las líneas de los palacios franceses de la época reinterpretados por el gusto italiano con algunas desmesuras, como por ejemplo, techos de 9 metros de altura.
La historia de la construcción resultó accidentada, Antonio falleció al poco de iniciarse las obras, y su mujer unos años después.
“La casa se concluyó, pero era como una caja vacía”, cuenta Cabales. “Los últimos detalles, pisos, revestimientos, muebles, quedaron embalados sin colocar jamás y terminaron luego en las casas de remates porteñas.”
Devoto no tenía hijos, la sucesión fue larga y la casa permaneció abandonada a la buena de Dios, luego se vendió y sus nuevos dueños decidieron demolerla en la década del ‘40.
Para tener una idea del lujo que imaginaron sus propietarios basta recordar que los mármoles eran de Carrara, los mosaicos vinieron de Venecia, los revestimientos de madera provenían de la casa Danevan y Wasser de Amberes, los balcones de hierro forjado eran de Arcari (Italia) y las estatuas de bronce de Raingo Freres fueron importadas de París. Las crónicas aseguran que se encontraron doce piezas de vitreaux destinadas a la capilla particular. Estos son solo algunos de los detalles que dan cuenta de la gigantesca inversión. Cientos de cajas repletas de materiales de construcción, arañas, estatuas, sanitarios, hasta un ascensor, quedaron intactos sin colocar.
Cuentan que hasta la tierra del jardín vino de Italia: ”Con esa tierra llegaron insectos y caracoles europeos, estos últimos se reprodujeron rápidamente y eran muy buscados por los vecinos para cocinarlos; mi abuela era uno de ellos”, cuenta Diego.
Escuela de jardinería y floricultura
John Hall fue un inglés, importador y comerciante de té, que en 1892 compró dos manzanas de tierra donde hoy se encuentra parte de la Escuela de Floricultura y Jardinería de la UBA (José Cubas al 3800) y construyó allí su casa.
Fanático de las orquídeas, armó en el predio un gran invernadero donde cultivaba especies traídas de todas partes del mundo. Dicen que llegó a tener unas 800 especies.
Hasta su casa llegaron personajes emblemáticos de la época: el general Julio A. Roca desayuno allí varias veces lo mismo que José Figueroa Alcorta y su familia. También pasó por aquí Príncipe de Gales de visita por nuestro país en compañía del entonces presidente de la Nación Marcelo T. de Alvear.
A su muerte la propiedad quedó en manos de la Universidad de Buenos Aires, como el mismo Hall había previsto, para organizar allí una escuela de jardinería.
Palacio Ceci
La magnífica casona ubicada en la intersección de Lincoln y Habana se construyó en 1913 como vivienda familiar de Alfredo Ceci.
Los hermanos Ceci llegaron al país a fines del siglo XIX. Eran inmigrantes italianos y constructores. Dueños de Ceci Hermanos, Empresarios Constructores, fueron los hacedores del Seminario Conciliar Metropolitano y su iglesia. Varias de las mansiones del barrio llevan su sello.
Hoy funciona allí la Escuela de Educación Especial y Formación Laboral Nro. 28 Profesor Bartolomé Ayrolo. A fines de la década del ‘30 la familia alquiló el palacio al gobierno, entonces y durante varios años, vivió en el predio Bartolomé Ayrolo el creador del lenguaje de señas argentino. En uno de los cuartos está recreada su habitación. Más tarde la casa fue expropiada y el estado pagó por ella una verdadera fortuna.
La mansión fue diseñada con cuatro dormitorios principales; originalmente eran tres los miembros de la familia, pero tenían diecisiete sirvientes. “Parece que una de ellas fue una sobreviviente del Titanic, según nos contó unos de los descendientes, pero no hay documentación que lo acredite; hasta el momento es solo un relato familiar”, aclaran Yamila y Diego.
Como en otros casos, la línea de la casa es un estilo francés reinterpretado por el gusto italiano y dan cuenta de su carácter ecléctico los elementos barrocos, renacentistas, incluso estilo Luis XVI que se registran en sus diferentes estancias.
La ornamentación exterior es obra de Luigi Trinchero, autor de los bustos del Salón de la Música del Teatro Colón. Por su parte, Dante Ortolani, afamado escenógrafo del mismo teatro y amigo personal de los Ceci fue responsable varios frescos. La casa de Ortolani, más sencilla pero igual de preciosa, puede verse en Emilio Lamarca al 4000.
El Palacio Ceci conserva por dentro los revestimientos y los muebles de época. Los interiores se visitan en fechas específicas, con reserva previa y de la de la mano de Diego, ya que no está abierto al público habitualmente.
Seminario conciliar
Diseñado por el arquitecto Pedro Benoit –el mismo que imaginó catedral de La Plata– la imponente estructura del seminario destaca en el perfil urbano del barrio.
Se imaginó a lo grande: “Cuando el arquitecto presupuestó la construcción del edificio, los religiosos solo tenían la mitad de ese dinero, que en realidad se empleó en la compra del terreno. El Estado aportó lo suyo, pero no demasiado. Finalmente, las obras tomaron impulso gracias a las donaciones realizadas por Mercedes Castellanos”, cuenta Diego Cabales . Así, las obras se iniciaron en 1897 y concluyeron tres décadas más tarde.
La fachada de corte ecléctico que se vislumbra sobre José Cubas al 3500 esconde interesantes estancias. El salón de fiestas es el sitio más atractivo, cuenta con platea y escenario y conserva las elegantes arañas y el mobiliario antiguo coronado por un techo artesonado. En la biblioteca se guardan valiosos incunables de temática religiosa. Después están las largas galerías y los cuartos de los seminaristas.
Los pasillos de los sótanos, que algunos llamas túneles, dan lugar a numerosas leyendas y también puede recorrerse en las visitas programadas que Diego Cabales organiza de tanto en tanto.
Recorridos guiados por Devoto. http://estudiopublica.com.ar/salidas/
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