Próximos a la cordillera, cinco enclaves termales rústicos donde beneficiarse de las aguas templadas obliga a trekkings, excursiones o reservas anticipadas por sus escasas plazas.
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No son las termas organizadas de Río Hondo, ni las de Entre Ríos, ni las de Copahue. Ni siquiera las de Fiambalá, en Catamarca, que tienen sus piletones bien marcados con distintas temperaturas y son muy reconocidas entre los locales y algunos amantes de las propiedades curativas de estas aguas. Estas son locaciones mucho menos conocidas y con menos servicios.
Termas del Río Jordán
San Francisco, Jujuy
Hay que salir antes del mediodía porque son dos horas en bajada a la ida, y tres horas en subida de regreso. Como se trata de un sitio salvaje, sin señalización y con algunos acantilados, es indispensable ir con guía local (hay una docena disponible en San Francisco). Los senderos son viejos caminos madereros por los que transitaban bueyes hasta la década del 30, por eso son tan anchos. Después del Campo La Higuera –antigua cancha donde apilaban las maderas–, la huella se pone arisca con el descenso del río. Hay que aferrarse a piedras y raíces firmes. En los últimos 200 metros, el Jordán se mezcla con el río termal que surge de una vertiente y la temperatura alcanza los 30 ̊, pero va enfriándose a lo largo del trayecto.
El olor a azufre predomina en el aire y anticipa la aparición de esos ojos de aguas azules donde, dicen, hay que bañarse desnudo para hacer realidad los sueños (no zambullirse porque la profundidad apenas alcanza los dos metros). Conviene llevar ojotas –además de zapatillas, claro– porque hay piedras laja, y estar atento a los patinazos en el musgo.
El sitio sólo se habilita de junio a noviembre.
Termas de Villa Vil
Villa Vil, Catamarca
Inauguraron en junio de 2023 como parte del hotel municipal de esa localidad, a 80 km de Belén, y desde entonces están siempre reservadas. En rigor, han dejado de ser silvestres, pero como por ahora son sólo contraseña de locales, gozan del privilegio de una popularidad acotada. Son apenas tres piletas circulares con aguas del río Villa Vil que brotan de los 38 a 42 grados. Además, hay baños para privados cubiertos (para hasta 3 personas) y duchas con agua termal, y está prevista la instalación de una cafetería en un futuro próximo.
Villa Vil está justo en el inicio del camino que trepa hacia la puna catamarqueña, cuyo epicentro es la localidad de Antofagasta de la Sierra, que convoca cada vez más turistas por el atractivo del Campo de Piedra Pómez, el volcán Galán y el Salar del Hombre Muerto, entre otros atractivos.
Complejo Termal Villa Vil. A 3 km del pueblo. T: (383) 490-2987 Abren todo el año de 7 a 22.30. $1.500 por persona. Jubilados 50% de descuentos. Menores de 6 años y discapacitados, gratis.
Termas de El Sosneado
San Rafael, Mendoza
Rodeadas del imponente paisaje cordillerano, las ruinas del antiguo hotel Termas El Sosneado, que data de 1938, y que alguna vez convocó a turistas de elite, devuelven hoy una postal casi onírica. A un lado, las termas permanecen casi intactas e invitan en verano a un baño relajante.
Se trata de un plan de día entero y es necesario hacerlo en excursión contratada, ya que el camino incluye un tramo de ripio de 60 km en muy mal estado que sólo acepta vehículos preparados para transitarlo, pero también un conductor avezado. Otro dato para tener en cuenta es que una parte del camino cruza por varios cursos de agua, que pueden aumentar de caudal en el mismo día, según los volúmenes de deshielo de la temporada.
Ubicado al oeste de San Rafael, El Sosneado sólo se visita en verano, cuando mejoran las condiciones climáticas. La visita suele extenderse hasta Semana Santa; el resto del año es imposible llegar. Las excursiones se contratan en San Rafael porque en El Sosneado no existe este servicio. Algunos prestadores incluyen también un alto en las Salinas del Diamante.
El lugar está muy cerca del Valle de Las Lágrimas, donde en 1972 cayó el avión de los rugbiers uruguayos. Se suelen organizar cabalgatas de tres días que llegan al sitio mismo de la tragedia, donde aún quedan restos del fuselaje del avión.
Más info: Aukan Expediciones y Halcón Turismo Aventura
Aguas Calientes
Domuyo, Neuquén
Junto con los géiseres de Los Tachos, este complejo termal es uno de los atractivos del volcán Domuyo –el más alto de la Patagonia, con 4.702 metros– y una muestra de que todavía hay actividad geotérmica en esa zona cordillerana del norte neuquino. Se llega en auto, tras remontar un tramo largo y escarpado de la RP 43. Los piletones, una variedad de pozones de agua humeante que brotan entre las piedras y son aptos para bañarse (entre 35° y 45°), más dos cascadas, son de acceso gratuito.
Se conoce a estas termas por su discreta infraestructura: cinco cabañas con techos a dos aguas y capacidad para 6-8 personas, que abren sólo en temporada de verano y ofrecen alojamiento. Si bien cuentan con cocina completa, electricidad y wifi, hay que llevar sábanas, toallas y alimentos porque la proveeduría más cercana queda en Varvarco, a 34 kilómetros. El complejo es del ISSN (Instituto de Seguridad Social de Neuquén); cuenta con área de acampe, un bosquecito de pinos, y un entorno serrano magnífico.
Termas de Queñi
San Martín de los Andes, Neuquén
Hua Hum, en la frontera con Chile, es el punto de partida para estas termas que no son las únicas del PN Lanín –donde están también las de Lahuen Co–, pero sí mucho más inaccesibles, puesto que no se puede llegar en auto bajo (lo mejor es a pie o en 4x4).
Se sale en dirección a la cascada Chachín. En los 10 km siguientes hay que cruzar tres vados. Como cambian de nivel, conviene chequear la profundidad. Se llega a un punto en que ya no se puede avanzar en vehículo. Desde allí son 4 km a pie hasta las termas, unas dos horas. Durante la travesía, se otea el lago verdísimo que le da nombre a esas aguas calientes por entre los árboles de la selva valdiviana, hogar de pájaros carpinteros. Si es el fin de la primavera, muy posiblemente se detecten frutillas silvestres.
El trekking desemboca en tres pozones rústicos y con temperaturas diferentes: dos amables, uno solo para friolentos. El ruido del agua corriendo en medio de la naturaleza virgen y sin testigos completa la experiencia.
Hay camping libre. Indispensable llevar traje de baño, toallón, vianda y bebida. Es muy desaconsejable y peligroso aventurarse en invierno, con nieve.
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