A casi 4.000 metros de altura, sobre la ladera de la ciudad, es un conglomerado que sobresale por el colorido de sus paredes, grafitis y murales. Fue oscuro y peligroso, pero desde hace tres años brilla gracias a la iniciativa de sus vecinos.
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A Chualluma conviene venir siempre de mañana, para que el sol ilumine de lleno sus paredes y los colores brillen más. Prototipo de aquello que colecciona cientos de miles de likes en Instagram, el presente de este barrio de La Paz, en Bolivia, es el resultado de una iniciativa popular. Lo que pasa en Chualluma es gracias a su gente, común y corriente, que entre quehaceres domésticos y vida de barrio se acostumbró a recibir turistas.
Tal es el caso de Tomasa Gutiérrez Choque, que enjuaga enaguas en la puerta de su casa, sentada entre palanganas. “Para vestirnos elegantes nos ponemos cuatro o cinco enaguas debajo de una pollera bonita que matizamos con la blusa, los zapatos y el sombrero. Usamos una manta, un prendedor y unos aretes”, cuenta –orgullosa de sus tradiciones– cuando nos acercamos, y antes de que le preguntemos lo que le venimos preguntando a los vecinos del lugar: ¿cómo ven que les hayan pintado el barrio? “Yo impulsé el proyecto”, contesta, para nuestra sorpresa, y se presenta como la ex presidenta de la zona Alto Chualluma.
Entonces, con muchas ganas de que se sepa lo que logró con sus coterráneos, Tomasa se seca las manos y se entusiasma con hablar. “Hace cuatro años se lanzó el concurso ‘Mi Barrio, Mi Hogar’. Presentamos un proyecto y ganamos. Competíamos con muchos otros barrios”, apunta la líder, mujer de mediana edad que sabe lo que quiere y cómo contarlo. “Tardaron tres meses en ejecutarlo. La artista Nnorke Leaf (Norka Paz) vino con pintores y dejaron murales y frases. Antes les contamos la historia del barrio, por eso todo lo que hicieron nos representa… Como El Moreno Abel con su máquina de coser. Esta es zona de costureros”, agrega Tomasa mientras caminamos por este paraíso grafitero de la zona de El Tejar, a 3.800 metros de altura sobre el nivel del mar, con la ciudad de La Paz por debajo, en los Andes de Bolivia.
Mientras el teleférico rojo pasa por arriba nuestro (ese que al día siguiente nos regalará otra panorámica impactante del barrio), Tomasa detalla que lo que ocurrió con Chualluma es mucho más que un cambio de fachadas. “Antes aquí estaba todo descuidado. Ni siquiera tirábamos la caca de los perros en los tachos”, confía la ex presidenta de este lugar que también era peligroso y oscuro. Artesana dedicada al crochet –vende en ferias–, sabe de lo que habla porque lleva 36 años en esta comunidad que cuando ella llegó no tenía electricidad, ni alcantarillas, sino escaleras enclenque. “Mejoró con los años, pero más aún cuando pintaron las casas. Nos da ganas cuidar lo nuestro”, agrega sobre este proyecto que, asegura, les ha cambiado la vida.
Y con énfasis resume: “Ahora todo es más alegre. ¡Vengan a sacarse fotos con murales de Chualluma! ¡Los estamos esperando con brazos abiertos!” A nadie le llama la atención que su casa se llame Qhalincha, que significa “pícara” en aymara. Claro que, voz cantante del discurso promotor, lo que dice parece ser efectivo. Desde mayo de 2019, cuando el barrio terminó de pintarse, todos los días llegan turistas –sobre todo europeos y norteamericanos–, así como muchas celebridades que lo eligen para sus videoclips y producciones de moda.
Razones hay de sobra. Los números oficiales dicen que se pintaron 17.000 metros cuadrados de fachadas, escaleras y puertas, y que hay 19 murales distribuidos equitativamente. Se estima que el proyecto costó de 4.5 millones de bolivianos (650 mil dólares estadounidenses) para beneficiar a alrededor de 350 familias, que se invirtieron en pintura, albañiles y gastos de Knorke Leaf (la artista principal) y los fachadistas de su equipo, así como muralistas invitados.
Con más peatonales que calles vehiculares, mientras bajamos escaleras nos encontramos con Vaña, que hace ocho años vive acá, atiende un quiosco y no puede estar más de acuerdo con Tomasa. “Lo pintaron de arriba hacia abajo y ¡claro que se ve más bonito! Ahora además hay más control policial”, señala sobre la zona que tiene un par de almacenes y una carnicería. Otro vecino, Daniel, que trabaja en la construcción y lleva 25 años acá, detalla que tienen una sede social, una escuela y una parroquia. Todo entre murales de lettering con palabras en aymara, imágenes de sicuris, claveles y picaflores, además de un arco iris para hablar de diversidad e inclusión.
Entonces un cartel explica que Ch’uwa Uma quiere decir “vertiente cristalina” en aymara. Pero además, escrito como suena en español, Chualluma es el nombre de un barrio que es sinónimo de cambio, color e identidad. Un barrio que empezó su metamorfosis desde la fachada, pero que pronto vigorizó valores intrínsecos de una comunidad que ama lo propio: su casa, su hogar.
Datos útiles
Queda en La Paz, en la zona de El Tejar, casi en El Alto. Se puede tomar un remis o taxi con espera. Sino está la opción de subirse a un minibús en la avenida Entre Ríos, bajar a la altura del mercado El Carmen y subir la avenida Utapulpera hasta la calle Segundo Bascones y Chualluma, donde están las escaleras de ingreso al barrio.
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