Son 76.306 hectáreas de área protegida, uno de los grandes pulmones del planeta que la UNESCO declaró Reserva de Biosfera en 2002.
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El silencio es absoluto, hay humedad, y un viento sutil hace que el liquen que se desprende de los árboles se bambolee de un lado al otro, sin estridencias. “Le dicen barba de viejo”, señala Cecilia Iriarte, antropóloga, y actual intendenta del Parque Nacional Calilegua, en Jujuy. Lo estamos recorriendo como parte de las yungas, un ecosistema de selva de montaña donde el oxígeno parece sobrar. “El liquen es la asociación de un hongo y un alga. Habla de la pureza y la baja polución del aire”, agrega la experta.
Hasta el PN Calilegua –plato fuerte de la región de las Yungas– llegamos por el norte y no por el sur, como la mayoría de los visitantes, por la RP 83. Arrancamos nuestro paseo por el punto más alto –1.700 msnm– del parque que toma el nombre de la serranía homónima. Tras ver el portal de ingreso, el primer sendero aparece después de pasar un monolito. Se llama Bosque de Cielo y es de fácil acceso. Aquí los líquenes se bambolean, pero además hay cientos de hongos de variedades diversas, frambuesas silvestres y árboles altísimos. Todo es verde, luce fértil y sumamente acogedor. Por momentos, fascinante.
“Este sendero es la máxima representación de uno de los pisos de las yungas, el bosque montano, que va de los 2.400 a los 1.500 msnm. Aquí se puede encontrar el aliso del cerro, el pino y saucos, por ejemplo”, señala la intendenta en relación a la flora. “Hay numerosas aves, como el loro alisero o la pava del monte, entre las más comunes”, agrega mientras algún que otro rayo de sol se cuela entre los árboles. “Hay días en los que las nubes están a la altura del bosque y uno lo camina como si fuera de paseo por el cielo y la montaña”, asegura sobre este parque con senderos de baja, media y alta dificultad que permiten conocer distintos pisos altitudinales de yunga, esta región que en 2002 la UNESCO declaró Reserva de Biosfera.
Entre mariposas nunca vistas e insectos que no molestan, los helechos son protagonistas. Definidos como plantas perennes sin semilla ni flores, se reproducen por esporas: esos puntitos que se observan en el reverso de la hoja y que se liberan impulsados por la humedad. Según la Sociedad Argentina de Botánica, el Parque Nacional Calilegua tiene cerca de 100 variedades de helechos y así supera en diversidad las reservas de Misiones y la Patagonia. En cuanto a los subgrupos más representados en el parque están los Pteridaceae, con once géneros, y los Dryopteridaceae y Polypodiaceae, con seis géneros cada uno. Además, desde la entidad aseguran que el 70% de los helechos que se registran en el parque son terrestres, un 20% son epífitas –crecen apoyadas en otra planta o árbol– y el resto son saxicolas (unidas a rocas) y acuáticas.
Tras un buen rato alucinados por el sendero Bosque de Cielo, volvemos a agarrar el auto para seguir bajando por la RP 83 hasta llegar al centro de visitantes. Aquí nos recibe Raúl Moyano, que es brigadista de incendios forestales, agente de conservación y el artista en madera a cargo de la cartelería del lugar. “Calilegua es el parque nacional más grande del noroeste. No tiene cataratas ni lagos: sólo una gran superficie de selva y bosque. Es un gran pulmón para el planeta. Su flora y fauna es muy variada; tiene yaguaretés, que acá le dicen tigre o uturunko. También hay tapires, corzuelas, zorritos y lobitos de río. Entre las plantas autóctonas encontramos cedro, urundel, quebracho y quina. Nuestra principal problemática es el desmonte y el robo de madera. Muchas familias de la zona viven de la carpintería. También padecemos la caza furtiva. Tenemos mucho para controlar en más de 76.000 hectáreas”, apunta Moyano.
Entonces la intendenta del parque precisa: “Es el parque más grande de los que conservan yungas, seguido por el PN Aconquija y el PN Baritú. Porque en el noroeste hay 9 áreas protegidas nacionales. Y entre ellos está el Parque Nacional Copo, en Santiago del Estero, que es más grande, pero conserva otro ambiente: chaco seco”. En este sentido, Aconquija, en Tucumán, tiene 76.207 hectáreas, apenas 101 menos que Calilegua, que tiene 76.306. Mientras que Baritú, en Salta, cuenta con 72.439. ¿El santiagueño? Protege 118.119 hectáreas.
Antes de seguir camino, sobre la accesibilidad y los senderos disponibles, Iriarte aclara que algunos circuitos están cerrados porque a lo largo del año –como por ejemplo antes de la temporada de verano– hay que hacer tareas de mantenimiento y seguridad. Por otro lado, en temporada de lluvias también se cierran los recorridos de alta complejidad, ya que tienen mucha pendiente y podrían tornarse peligrosos. “La buena noticia es que estamos trabajando en senderos nuevos, como el que antes se llamaba Herradura, que ahora se llama Somos Selva y es accesible a personas con movilidad reducida. Propone paradas para desarrollar los sentidos”, asegura.
La antropóloga además explica que el atractivo de Calilegua está dado por una conjunción de factores. “En primer lugar, su biodiversidad. Es una de las áreas protegidas más variadas en arboles, mamíferos y aves. Pero además de lo natural, lo cultural hace al parque que fomenta el vínculo con pueblos originarios de tres naciones: el pueblo ocloya, el guaraní y el coya. Esto se observa en senderos interpretativos, como Seres Fantásticos, que repasa cómo la naturaleza se relaciona con la mitología local. Pero, además, Calilegua tiene como plus que es muy fácil llegar. Queda a solo 9 kilómetros de la RN 34 por un camino de buen ripio y a 20 minutos de la ciudad de Libertador General San Martín”.
Entonces la intendenta se remonta a la fundación de este parque nacional jujeño, que siempre se dijo había sido una donación del emporio agroindustrial de la familia Ledesma, los principales productores de azúcar del país. “En 2009 el departamento de conservación y uso público del parque hizo una investigación histórica sobre los orígenes del área protegida. Se visitaron hemerotecas y se recabó información de diarios de la época. Se observó que en los años 70 había dos leyes nacionales que obligaban a empresas con mucho personal concentrado en un solo lugar a asegurarle a sus empleados acceso a la salud y vivienda. En ese marco, en 1973 el gobierno nacional sancionó a la empresa Ledesma por incumplimiento. De esa sanción devino la firma de un convenio por el cual la empresa le cedía al gobierno provincial estos dos lotes que hoy conforman el PN Calilegua. Porque tras ese convenio de donación, la provincia le cedió a la Nación los terrenos para la creación de un área nacional protegida”, repasa Iriarte sobre los orígenes de este lugar que condensa lo más tupido, agreste y encantador de nuestro noroeste selvático.
Datos Útiles:
PN Calilegua. Queda a 120 km de San Salvador de Jujuy. La intendencia está en Marinero A. López s/n (4514), Calilegua. T: 03886-422046. Más info en web. Tiene senderos, un área recreativa que se llama Mesada de las Colmenas, varios miradores –uno sobre el río San Lorenzo– y un camping ahora habilitado solo para uso diurno. El acceso al parque es gratuito, pero la recomendación siempre es llamar antes para contratar un guía que permita descubrir de manera cabal los misterios de la yunga. Actualmente, por tareas de vialidad en la RP 83, conviene chequear cómo está el acceso al parque antes de ir.
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