Ante el retroceso de los glaciares Viedma y Torre, una agencia pionera empezó a ofrecer una opción de trekking en este impactante glaciar.
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El cambio climático tiene consecuencias de todo tipo en todas partes, y varias de ellas se vieron reflejadas en la actividad turística de El Chaltén. El retroceso del hielo en los glaciares Viedma y Torre impidió que pudieran seguir operándose como opciones de trekking con crampones, y así fue que Fitz Roy Expediciones, agencia pionera en la joven localidad patagónica, abrió el juego con el glaciar Cagliero, que está fuera del área de Los Huemules, pero con acceso por dentro de la reserva.
Diseñaron una propuesta de aventura muy adrenalínica, sólo apta para quien pueda mantener un ritmo activo de trekking. Propone caminar por el sendero que acompaña al río Diablo, donde se han visto ejemplares de pato de los torrentes (otra de las especies que monitorea Los Huemules), hasta el límite de la reserva. Allí montaron una vía ferrata, que es un recorrido de cables de acero que ayudan a pasar –munido de un arnés y un mosquetón– por sitios por los que, en condiciones normales, no podría pasarse. “Las vías ferratas nacieron en los Alpes, especialmente en Italia, durante las guerras mundiales, para poder subir armas y esconderlas en las cumbres de las montañas”, explica Alberto del Castillo, creador de la agencia. “Cuando la Segunda Guerra terminó, se dieron cuenta de que todas las cumbres estaban surcadas por estos circuitos, y empezaron a ser utilizados como vías recreativas. Aparecieron guías de vías ferratas, y el problema surgió cuando empezó a haber accidentes, porque los cables, y demás, estaban en mal estado”. Renovarlos fue sólo una cuestión de tiempo. Hoy, en Europa, las vías ferratas son cosa de todos los días. En estas latitudes, en cambio, resultan una novedad absoluta, que implica buena parte de la jornada.
La operación no es tan sencilla, pero el aumento de adrenalina es directamente proporcional a la sensación de aventura que deja la jornada. Es muy probable que quienes se apunten a esta salida nunca en su vida hayan hecho una vía ferrata. La seguridad está garantizada, pero el vértigo y algunas de las posiciones a las que obligan los cientos de metros de cable hacen que la excursión, en definitiva, sea mucho más que caminar sobre el hielo.
Se sale a las 8 del pueblo hasta la reserva privada Los Huemules, se camina por un amable bosque de Nothofagus hasta la laguna Diablo y allí se colocan los arneses. La explicación sobre cómo avanzar, justo antes de la laguna, donde comienza la vía ferrata, no deja tiempo a titubeos: a trepar, que el glaciar espera. Una vez allí, con los crampones puestos, avanzar no presenta dificultades. El glaciar –atravesado por sumideros celestes– es un territorio blanco y desierto, inquietante.
El Cagliero tiene una singular panorámica sobre la Laguna del Diablo y el cerro 30 Aniversario. Los viajeros hacen un alto para almorzar antes de emprender la vuelta, que implica desandar todo el camino (con bis de vía ferrata incluido). Una buena solución para no tener que apurar tanto el tranco es dormir dos noches en el refugio Cagliero (la previa y la misma de la excursión), que está a pocos metros. Se “ahorran” la hora y pico del sendero dentro de la reserva, y se prolonga la contemplación de la laguna y el glaciar a lo lejos, que garantizan bienestar.
Fitz Roy Expediciones. Av. San Martín 56. +54 9 (249) 4626-852. www.glaciarcagliero.com Del 15 de octubre al 20 de abril. La dificultad es alta, pero a diferencia de la empresa que opera el Perito Moreno en El Calafate, aquí la restricción etaria es casi una provocación: 85 años. Requiere, como paso previo, un tramo muy divertido y adrenalínico de vía ferrata junto a la Laguna del Diablo. Dado que el acceso al lugar es a través de la reserva Los Huemules, que cierra al público a las 18, hay que imprimirle buen ritmo a toda la jornada. Quienes quieran hacerla en modo más “slow” harán bien en dormir dos noches en el Puesto Cagliero, que está sobre la misma laguna.