Fue un almacén de ramos generales y epicentro de la vida arequera. Desde mediados del Siglo XX está en manos de familia Bessonart, que mantiene viva una historia de más de 200 años.
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El Boliche de Bessonart podría no existir. A principios del año 2000, la Municipalidad de San Antonio de Areco casi autoriza su demolición. Hubiera sido una verdadera desgracia patrimonial, sin lugar a dudas. Esta antiquísima casona tiene alrededor de 200 años y alberga uno de las pulperías más icónicas de la provincia de Buenos Aires. No sólo por las dos plantas que luce en una esquina de vereda angosta, sino también porque su frente está literalmente inclinado.
Pero Augusto Bessonart, actual dueño, siempre supo el destino de este boliche era volver a ser epicentro de la vida arequera. Como lo había sido durante sus más de 100 años como almacén de ramos generales, propiedad de la familia Castex, hasta que en 1951 pasó a manos de la familia Bessonart. Los antepasados de Augusto eran productores rurales (verduras, leche, huevos) y repartían en un carro a domicilio. “Fue mi abuelo Ricardo quien decidió alquilar para continuar con el almacén”, cuenta.
Así nacía una marca registrada de la esencia del pueblo. Tras la muerte de Ricardo, sus hijos decidieron comprar la propiedad, entre ellos “Coco” -padre de Augusto-, un personaje muy carismático y popular en Areco. En ese entonces, el boliche les vendía esencialmente a las estancias de la zona, que dejaban el pedido temprano a la mañana y luego lo pasaban a buscar por la tarde. Cada tanto, alguno se quedaba tomando algo en la barra.
Augusto creció en el almacén, viendo todo ese cotidiano devenir. La repentina muerte de “Coco”, cuando él tenía 18 años, hizo que tuviera que tomar el lugar en la sociedad con sus tíos. Empezó entonces a trabajar en el boliche. Hace 20 años, la sociedad se disolvió y él decidió comprar todo con la idea de transformar el lugar para convertirlo en un bar.
Peligro de derrumbe
Sin embargo, el camino no estaba allanado. Entre idas y vueltas, el edificio se deterioró y la Municipalidad deslizó la posibilidad de demolerlo por peligro de derrumbe. A pesar de la amenaza latente, él decidió avanzar. Apareció una arquitecta que lo ayudó de “forma desinteresada”, Gabriela Viñales, que a su vez lo contactó con un estudio especializado en restaurar casas antiguas con este tipo de problemas. Le marcaron todo lo que había que hacer para salvar la casa: reemplazar columnas y vigas, colocar tensores de hierro, voltear paredes de la segunda planta que estaban complicadas. “La rescatamos, por suerte”, dice.
De alguna manera, Augusto fue un visionario. Poco tiempo después, Areco se convirtió en una escapada de fin de semana casi obligada y “lo de Bessonart” en un ícono indiscutible de la identidad del pueblo.
Acá hay picadas de buena calidad y empanadas que las prepara el propio Augusto, quien recomienda especialmente las de cordero cortada a cuchillo. Llevan ocho horas de cocción y son 100% artesanales. Fueron un éxito y los turistas suelen llevarse para freezarlas.
¿Un secreto? La preparación del fernet: lo hacen con Pepsi y de una forma singular. “No es un invento mío, yo lo veía prepararlo así a mi viejo”, reconoce Augusto. “Y no sólo eso, un cliente de toda la vida me contó que mi abuelo ya lo preparaba así”.
Datos Útiles
Zapiola 151
IG: @boliche_de_bessonart
T: (2325) 655600
Abre de miércoles a viernes desde las 17hs hasta las 1:30hs, sábados domingos y feriados a partir de las 11hs hasta las 1:30hs
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