Los creadores del “minitrekking” sobre el emblemático glaciar de El Calafate proponen una salida más intensiva, con cupo limitado y solo apta para personas de 18 a 50 años.
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06:30am. La ciudad de El Calafate permanece dormida. El frío dice presente en la ventana y la luz se esconde en el horizonte, pero la expectativa es grande. Muy pocos se apuntan al Big Ice, el “plato fuerte” del glaciar Perito Moreno.
El sol empieza a aparecer en el camino que separa la ciudad de la entrada al PN Los Glaciares, a unos 80 km. La guía nos brinda detalles sobre el glaciar, para que palpitemos lo que vendrá: el Perito Moreno cuenta con una superficie de 257 km2, similar a CABA (para tomar dimensión). La inmensa masa de hielo se origina en el Campo de Hielo Patagónico Sur. En su descenso, alcanza al brazo sur del Lago Argentino y el Lago Rico. Su frente posee 5 km de longitud, una altura de 70 m sobre el nivel del agua y una profundidad total de 170 m.
La previa en pasarelas
La estepa se pierde al ingresar al parque. Las precipitaciones que logran cruzar la cordillera de los Andes, dan vida a un hermoso bosque patagónico de lengas, ñires y guindos. Con cámara en mano y en silencio avanzo sobre las pasarelas en busca de las mejores vistas. Tras una hora, me uno al grupo para dirigirnos al puerto Bajo de las Sombras para así dar comienzo a la aventura. En el barco, mientras cruzamos el Lago Rico, la guía presenta el Big Ice. Esta actividad, de alta dificultad y para la que se requiere un buen estado físico, consiste en transitar una ruta escénica a través del bosque para luego continuar sobre la morrena en busca de la plataforma de hielo. Durante tres horas y con los crampones colocados exploraremos el glaciar entre sus grietas, túneles, sumideros y lagunas.
Al descender del barco cuatro guías de montañas dan la bienvenida y confirman que estamos a punto de iniciar el trekking. En el primer refugio nos abrigamos y comemos una barrita de cereales. Siguiendo las huellas del guía, serpenteamos la playa de arena negra del Lago Rico. A lo lejos, la inmensa pared de hielo vigila el andar. A pesar de la distancia, ya desde el llano impacta su altura y longitud. Tras 20 minutos de caminata, de baja dificultad, arribamos a los domos donde nos colocaremos el equipamiento, casco y arnés, y recibiremos las instrucciones sobre seguridad.
Hacia el Campo de Hielo
Equipados y en fila, avanzamos por la morrena hacia el Campo de Hielo. Desde aquí se ve claramente la unión del suelo con el hielo, y se “ve” la fuerza con la que la masa helada desciende, arrastrando a su paso tierra, piedras, y todo lo que encuentra en su camino hacia los lagos. Mientras tanto, se hace difícil avanzar, el glaciar con sus idílicos colores nos roba la mirada del camino. Detrás, los picos nevados y las lengas rojas forman un perfecto cuadro. Del otro lado, el bosque regala pequeñas cascadas y más tonos otoñales. Se dejan oír los estruendos del glaciar, producto del movimiento interno motivado por sus ríos subterráneos.
De a momentos debemos ajustar las cuerdas al arnés para atravesar los estrechos pasos que presenta la morrena. Tras una hora y media de caminata abandonamos la línea de vegetación. En este punto el Perito Moreno alcanza una perspectiva única. Un desierto de hielo se abre entre las montañas. A lo lejos se alcanza a ver el comienzo del Campo de Hielo. Unos metros delante el terreno desciende de forma vertiginosa antes de encontrarse con el hielo. El barro complica el andar y las piedras con escarcha traicionan las pisadas. Mirando al compañero de adelante avanzamos con alta concentración. Con éxito alcanzamos la zona para colocarnos los crampones. El guía aprovecha y nos cuenta sobre el glaciar. Destaca tres tipos de estado de glaciares, en retroceso, expansión o equilibrio.
El Perito Moreno se encuentra en el último estado, su masa de hielo se mantiene estable. A su vez explica que estos se dividen en dos zonas: la alta o de “acumulación” donde la nieve compactada va formando sucesivas capas de hielo, y la baja o de “ablación”, zona final del glaciar, en donde se produce la pérdida de hielo a través de los desprendimientos que terminan en el agua en forma de témpanos. Agrega, con los crampones puestos, que cada una serie de años el glaciar forma un puente de hielo en la Península de Magallanes (zona de las pasarelas) dividendo el Brazo Rico del Lago Argentino y dando vida al Canal de los Témpanos. Este dique natural hace que el agua del brazo rico se eleve hasta 30 m de altura y genere una gran presión sobre él, produciendo filtraciones en el hielo que crean un túnel de hasta 50 m para luego colapsar la estructura. Una verdadera obra de arquitectura natural y un momento muy buscado por el público internacional.
En marcha
Mi pie derecho impacta de lleno sobre el hielo. La sensación es espectacular, siento que estoy dentro de un enorme freezer. Siguiendo las indicaciones del guía, con los pies rectos y separados, avanzamos sobre la mole. Es rígido y a la vez es inestable. Mas allá de estar concentrados en el andar disfrutamos y reímos de la experiencia. Algunas voces juegan con la comparación de caminar sobre la luna, aunque nadie la visitó. En el camino damos con una profunda grieta. Las miradas se pierden en un azul hipnótico. Nos asomamos con prudencia. A media distancia, otro grupo avanza en prolija fila india. Los cuerpos se tornan diminutos y fácil de reconocer por su contraste con el blanco que predomina la escena. Con cuidado y guiados por los profesionales esquivamos las placas de aire, en donde un mal paso puede hacer romper una fina placa de hielo y hundir nuestros pies en él. Seguimos en busca del corazón del Perito Moreno.
A mitad del recorrido realizamos un stop para almorzar. Sentados sobre el hielo y en compañía de una pequeña laguna, damos cuenta de nuestras viandas. Después retomamos la caminata hacia el fin de la aventura. El objetivo, avanzar hasta la zona en donde el glaciar se torna vertical y dificulta el andar, un área exclusiva para profesionales. En el camino atravesamos lomas de hielo, pequeños ríos y cascadas. Un sonido a río detiene la marcha del grupo.
A pocos metros detectamos un gran sumidero. Este agujero se forma en la superficie y a través de sus túneles, creados de forma natural, traslada el agua hasta la base del glaciar. Un portal a los ríos subterráneos. El final del camino es inminente, el guía señala el límite máximo de la expedición. Tras un par de aplausos y festejos damos paso a la contemplación. El mar de hielo se abre de forma violenta y uniforme mientras que en el horizonte se alzan los cerros Dos Picos, Pietrobelli y Cervantes.
El regreso se disfruta igual que la ida, ya que se logran nuevos ángulos. Los celulares y cámaras explotan de fotos y videos. Las sonrisas dan testimonios de la calidad de la excursión. Soltando los crampones y con los pies en el barro rodeamos la morrena con facilidad, el camino a esta altura se torna conocido. La visita cierra con una postal de oro. En la cubierta del barco navegamos muy cerca de la cara sur del glaciar para así despedirlo y agradecerle por su eterna belleza. Él nos despide con un clásico saludo a puros estruendos y estallidos.
Hielo y Aventura. Se realiza del 15 de septiembre al 30 de abril. $54.000. Nivel de complejidad: Alto (aproximadamente 7 horas y media de caminata). No incluye vianda, ni entrada al Parque Nacional.
- Son sólo diez pasajeros por salida. Apta para mayores de 18 a 50 años.
- Traslado opcional con guía y visita de una hora aproximadamente a pasarelas.
- No apto para personas con discapacidad física o mental, con obesidad, embarazadas o personas que sufren de vértigo grave
- No permitido para personas con enfermedades cardiovasculares, EPOC, enfisema, asma, cirugías recientes o Covid Positivo.
- Descuento del 20% para jubilados / pensionados argentinos y residentes de la provincia de Santa Cruz. No aplica al traslado.
- Mas información en @gavito.travelling
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