Nació en una tribu aborigen, pero fue criado por colonos suizos en la localidad de Humboldt, Santa Fe.
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Por sus aristas, la historia de Bernardino Fausto San Juan podría ser parte de una novela de aventuras de Jack London o Joseph Conrad. A los 20 años se hizo marinero y recorrió el mundo. Dominaba el idioma alemán, lo que lo llevó a ser intérprete entre el capitán de su barco y la reina de Inglaterra a finales del siglo XIX. Luego volvió a la Argentina, donde tuvo quince hijos. En 2021 se estrenó una película sobre su vida.
Es difícil establecer el año exacto en que comienza a desenvolverse esta trama, pero todo indica que fue hacia 1880, en la zona de lo que hoy es el departamento Las Colonias, en el centro de Santa Fe. Era un tiempo de plena expansión de las colonias agrícolas y durante una expedición hacia el norte del río Salado para expulsar a los indígenas, un grupo de mocovíes se vio obligados a abandonar, en medio de la forzada huida, a dos de sus hijos. Eran una niña de unos cinco años y un niño de dos, que fueron recogidos por los colonos.
De regreso a Humboldt, la niña no fue recibida por ninguna de las familias y habría sido trasladada a la provincia de Córdoba, donde la crónica histórica perdió su rastro. Pero el pequeño fue adoptado por la familia de Roberto Zehnder, de origen suizo. “Era una de las familias de más reputación. Lo adoptaron, le dieron el nombre de Fausto y lo criaron bajo las costumbres europeas, entre ellas el idioma alemán”, rememoró el historiador humbolense Raúl Kröhling, quien investigó en detalle la historia. Si bien es una arista que se trata de evitar al repasar la historia, el mocoví fue casi reducido a la esclavitud y obligado a realizar diversas tareas domésticas.
Desde el punto de vista de Kröhling, el caso de Fausto es inusual porque en las colonias de Esperanza no se registran hechos significativos de aborígenes que hayan tratado de atacar a las poblaciones, salvo pequeños robos de caballos. De hecho, era común que pasasen excursiones de aborígenes que bajaban desde el norte por las márgenes del Salado. “La relación entre los colonos de la zona y los nativos siempre fue pacífica. Y la presencia de un nativo criado por colonos no era habitual, es un caso único”, aseguró.
Comienza una aventura
Cuando cumplió 16 años, por la reiteración de los maltratos y los trabajos más pesados, Fausto abandonó a los Zehnder y se trasladó a Grütly, pequeña localidad ubicada a 17 kilómetros. Allí consiguió trabajo como ayudante de carnicero. “Encontró un amigo, una persona en quien confiar y una vida más acorde a la que quería”, consignó Kröhling. Y obtuvo también su nombre, ya que su nueva familia decidió bautizarlo como Bernardino. Y, producto de la devoción que existía en Grutly por San Juan Bautista, patrono de la localidad, incorporaron como apellido la referencia a este santo.
El mocoví criado por los Zehnder, llamado ahora Bernardino, trabajó unos cuatro años en la carnicería, hasta que en 1898 se topó con un folleto que cambiaría su vida. Era el anuncio de que un buque necesitaba reunir marineros en el puerto de la ciudad de Santa Fe para iniciar una travesía por diversos puertos del mundo. “La avidez por nuevos horizontes y el espíritu inquieto llevaron a Bernardino a pedir autorización a su tutor, quien se la cedió. Viajó a caballo a Santa Fe y se sumó a la tripulación”, explicó Kröhling.
El viaje le permitió a Bernardino no sólo conocer puertos exóticos, sino hacerlo desde un lugar privilegiado. Es que, como había sido criado por una familia suiza de habla alemana, manejaba ese idioma a la perfección. Lo cual le permitió, en distintos lugares, oficiar como traductor para el capitán del barco. En uno de los dos viajes que hizo alrededor del mundo, llegó a ser traductor entre su superior y la reina Victoria de Inglaterra, quien ejerció como monarca hasta 1901. “La reina estaba casada con Alberto de Sajonia y descendía de una dinastía alemana, entonces manejaba bien el alemán”, recordó Kröhling.
Quince hijos
Tras ejercer como marino a lo largo de cuatro años, a Bernardino le ofrecieron sumarse a un nuevo viaje, pero él decidió, en cambio, regresar a la provincia de Santa Fe para iniciar una nueva vida. Poco tiempo después de su llegada a Humboldt, conoció a una mujer suiza, hija de inmigrantes, de quien se enamoró. Los padres de ella no aceptaron esa relación, pero a pesar de todo, se casaron y tuvieron 15 hijos, Rosa, Ana, Célico, José, Luis, Roberto, Florentina, Avelino, Marcelo, Florencio, Angélica, Sibila, Dolly, Laura y Edito.
En los años venideros, Bernardino Fausto San Juan mantuvo a flote a su familia a través de su trabajo en el campo, como integrante de las cuadrillas que se ocupaban en la trilla del trigo, el lino y el maíz que desde los campos santafesinos iba a parar a esos puertos que el propio “Falucho” había visitado. Vivió el resto de su vida en la región, pero falleció de neumonía en forma prematura cuando apenas había pasado los 50 años. Sus descendientes todavía viven en Humboldt.
En pantalla grande
A sabiendas que la vida de Bernardino Fausto San Juan forma parte de la memoria colectiva de los habitantes de una amplia porción del departamento Las Colonias y convencidos del potencial de la historia, el director Alejandro Carreras y el productor y actor Claudio Weppler decidieron hacer una película. Para eso, tuvieron el apoyo de la Comuna de Humboldt y la participación de actores, actrices y técnicos de la región.
La filmación se concretó entre finales de 2019 y principios de 2020, antes de la pandemia, y tras un extenso trabajo de post producción se pudo estrenar en abril de 2021. El trabajo previo de investigación, permitió al grupo de artistas filmar en espacios en los que se desarrolló la vida de Bernardino y utilizando materiales pertenecientes al museo de la localidad.
“Ver la película fue muy importante para la gente del pueblo, de algún modo, fue como volver el tiempo atrás”, afirmó Raúl Kröhling. Ahora, además de la famosa canción “Merceditas”, que Ramón Sixto Ríos escribió hace 80 años inspirado por la belleza de una joven humbolense, los habitantes de la zona cuentan con este documento para conjurar la nostalgia.
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