Actividades, emprendimientos innovadores y flamantes espacios de arte y cocina en la ciudad patagónica que se reinventa todas las estaciones del año.
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Bosques. Andes. Refugios. Islas. Lagos. Ocasos. Cóndores. Huillines. Estepa. Bariloche alberga una pluralidad de aspectos. Con el entorno como gran protagonista, el destino dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi no pierde vigencia, gracias al enorme despliegue de experiencias y aventuras.
Las playas, el stand up paddle, el rafting y las excursiones lacustres resultan un imán durante el verano, que en esta última temporada alcanzó temperaturas récord. Tras los largos días de calor, con sus atardeceres inolvidables, los senderos de trekking cambian las flores de amancay y de chilco por los colores rojizos de la lenga y el ñire. Aunque se hace corto en relación con la estación que le sigue, el otoño es pura magia hasta que el viento hace de las suyas.
Los visitantes vuelven a llegar masivamente cuando la nieve dibuja sonrisas entre esquiadores y snowboarders. Cuando las precipitaciones son abundantes como en el último año, los cerros se cargan de humedad y dan paso a la exuberancia primaveral. La temperatura va en aumento para que el ciclo se reinicie y el lago se transforme en el escenario principal.
Y mientras transcurre esa potente secuencia anual, la identidad de Bariloche también se consolida de la mano de personajes tan variados como pueblos originarios, productores rurales, emprendedores, cocineros, guías turísticos, científicos y artistas. La heterogeneidad –de climas, ambientes naturales, pensamientos, actividades y servicios– parece ser la clave de una ciudad imposible de abarcar en un solo viaje.
Nomads of the Lake + Fuegos de Patagonia
Entre las múltiples experiencias turísticas que ofrece Esencia Patagonia está Nomads of the Lake, una forma única de explorar el lago Nahuel Huapi. Con navegaciones “a medida” a bordo de diferentes embarcaciones (barcos y veleros con capacidad para entre 6 y 12 pasajeros), la propuesta enlaza naturaleza y lujo.
Tras dejar el muelle de Bahía López atrás, sólo es cuestión de adentrarse en el lago y explorar algunos de sus siete brazos. La propuesta incluye caminatas por lugares recónditos, paseos en mountain bike, “culopatín” en la cascada Blanca del brazo Blest, stand up paddle, snorkel y pesca. Para que la desconexión sea total, se pueden pasar varias noches a bordo. La comodidad está garantizada en los camarotes en suite con vistas a nivel del agua, baños con ducha y agua caliente, cocina con heladera, anafe y horno eléctrico, salón, sillones y espacio de lectura, entre otros detalles. Además, los atardeceres se disfrutan en el fly (cubierta con toldo) o en el solarium de la proa, sobre unas redes que brindan la sensación de ir navegando literalmente sobre el agua.
Para el tiempo en tierra, los creadores de Esencia idearon Fuegos de Patagonia, un parador-oasis en el Km 12,9 de la avenida Bustillo. Con el foco puesto en potenciar el concepto de anfitrión, buscan transmitir la alegría de recibir a los visitantes. “Queremos instalar un nuevo paradigma de experiencias, a través de la comodidad y la atención personalizada. Que cada situación cuente una historia”, dice el alma mater del espacio, Nahuel Alonso, especializado en turismo de alta gama.
Fuegos se destaca por su gastronomía, con platos a cargo de Belén Rodríguez, y su coctelería, de la mano de la bartender Maru Ávila. Durante la Fire Night (de 20 a 23) y luego de alguno de los tragos de la serie “El País de las Maravillas” (sus ingredientes permanecen en secreto hasta el final), el cordero braseado durante cuatro horas con romero y limón se vuelve inolvidable mientras la luna sale por encima de la Península San Pedro.
Pablo Bernasconi
“La ridícula idea” se llama el espacio multidisciplinario que el artista Pablo Bernasconi y su esposa Tania Gatti generaron en la ciudad. El objetivo fue permanecer en la periferia del turismo masivo: por eso la elección del nombre y la decisión de no difundir la ubicación del lugar. “La gente va llegando con esfuerzo, porque tiene que averiguar, preguntar, investigar. Lo lindo es que se nuclean afinidades. Y llegan con ganas genuinas de descubrir la galería”, cuenta Pablo.
El espacio, que abre al público los miércoles y sábados, se propone romper con la formalidad de las galerías de arte tradicionales. La experimentación y los juegos sensoriales están entre las experiencias lúdicas que se ofrecen en las visitas guiadas: muchas obras metafóricas de Bernasconi funcionan como trampolín para tender puentes culturales.
La construcción octogonal se relaciona con conceptos que el artista trabaja desde hace muchos años, como el infinito. “La búsqueda siempre se vincula con qué se puede aportar como galería de arte pero desde el lugar de lo experimental. Y eso nos permite dialogar con personas que quizás no se acercarían a una galería de arte”, resume Pablo.
Cirse
Nacido luego de la pandemia, Cirse Club de Lago apareció como una extensión de la experiencia de acampar. La propuesta, en el Km 14,5 de la avenida Bustillo, incluye parador de playa, food trucks, música en vivo, arte y moda, stand up paddle, una escuelita de optimist, slackline y otras actividades. Además, el espacio –que en verano abre todos los días de 12 a 23– se organiza alrededor del Mercat del Cirse, una gran carpa con mesas, sillones y barra de tragos.
La vista al lago, la ambientación, las reposeras y los fogones que se encienden tras la caída del sol atraen a locales y turistas, que buscan terminar el día entre amigos o familia. En ese ambiente distendido se suceden festivales musicales y pop-ups de distintos artistas. Esta temporada, el lugar fue sede de Camping Bariloche, un evento que convocó a músicos como Lisandro Aristimuño y Marilina Bertoldi, y bandas como Blair, Ainda e Isla de Caras.
Manuel Rapoport
El barilochense Manuel Rapoport es diseñador industrial y escalador. Junto a su colega Martín Sabattini fundó Designo Patagonia, un estudio de diseño enfocado en el respeto por los recursos naturales y humanos. Además de productos emblemáticos –como el banquito matero hecho de lenga y cuero de oveja o cabra, y la lámpara colgante Big Bang Baby, realizada con ramitas de “moneda de papa”–, los diseñadores han trabajado en el espacio público, con la idea de incentivar la creatividad y el vínculo colectivo.
Para la Plaza Ciudades Hermanas, al costado del Centro Cívico, se inspiraron en la estética de la piedra basáltica e hicieron una escultura-mobiliario lúdico con troncos. El lugar se convirtió en un espacio de juego en el que incluso se dan cita quienes practican parkour. A pocos metros de allí, en el Parque Costanero sobre el lago Nahuel Huapi, Designo diseñó ocho innovadores juegos, entre los que se destacan un “chancletófono” para hacer percusión con una chancleta (son 13 caños afinados que completan una octava en do mayor y sus semitonos), un “tubofón” (mezcla de subibaja, calesita, brújula, lanzapelotas y telescopio) y el “trepatrap”, un juego-escultura para el juego libre.
Gin Piel
Federico Dorado es el creador de la destilería de gin Piel, ubicada en el barrio Ñireco de Bariloche. El proyecto surgió hace casi seis años en el patio de su casa en Buenos Aires y luego se trasladó a esta ciudad. Previamente, este emprendedor trabajó durante 10 años en diferentes industrias, como la comunicación y la gastronomía: “Esas experiencias me convencieron de tener un proyecto propio en el que no sólo la calidad del producto sea la estrella, sino también lo estético, por mi background como fotógrafo”.
A fines de 2020 desarrolló las primeras botellas de vidrio 100% reciclado de la Argentina, junto con la cristalería San Rafael. “Ante una crisis como fue la pandemia, conseguimos eliminar residuos y resolver una necesidad. No usamos materias primas, sino vidrio recuperado, es decir, vidrio roto y vuelto al horno. Creo que fue una hazaña desarrollar un envase así, en momentos en que todo era importado, y el acceso a las botellas de industria nacional era sólo mayorista”, explica Federico. Ese puntapié dio paso a que otros pequeños y medianos productores se sumaran a la movida sustentable.
Federico Marchesi
Nació en San Isidro, pero pasó su adolescencia en Bariloche, donde se quedó a vivir. Tiene una casa de piedra y adobe, y un taller generoso para trabajar con el material que recoge en canteras del centro de la provincia. Se formó como dibujante técnico, se lució en la pintura y durante mucho tiempo se dedicó a la escenografía, pero con los años confirmó que su pasión estaba en “lo permanente”; en ese oficio que había descubierto de chico, en la montaña, impactado con el trabajo de los picapedreros.
Su principal fuente de recolección es una cantera en el centro de Río Negro, en el pueblo Los Menucos, en pleno macizo central de la meseta patagónica. Desde ahí sale a recorrer 70 km2 a la redonda para encontrar piedras de diferentes colores y texturas. Algunas son más gruesas que otras, y hay muchas que son traslúcidas. Tienen 250 millones de años. Con ese material que extrae y transporta con esfuerzo, ayudado por un equipo de gente que él mismo formó, hace pisos, pero también chimeneas, mesas, sillas, lavatorios y mucho más.
Su primera obra fue el piso de entrada de una conocida chocolatería de Bariloche, que está sobre una vereda pública y es sumamente colorida. ¿La más importante? Su intervención en la casa del magnate británico Joe Lewis, en Lago Escondido, que tiene el piso de un jardín de invierno en 370 m2, la cocina, un pasillo, la bodega y el desayunador con su firma.
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