Flamencos, playas paradisíacas, resorts cinco estrellas, excursiones a barreras de corales, snorkel, buceo y una cocina típica son parte del menú de las famosas islas.
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Se las conoce en plural, Las Bahamas, porque son 700 islas y más de 2.000 islotes, cayos y atolones de arena blanca, rodeados de mar turquesa, un color que parece inventado o teñido. Pero es real.
Los 412.000 habitantes –el 90% de la población es de origen afroamericano– ocupan 16 islas principales; el resto está deshabitado. En Bahamas hay tantas islas que se venden: Eddy Murphy, Shakira, David Copperfield, Beyoncé y Jay Z y Oprah ya compraron. Otras están, ahora mismo, en venta. A partir del millón de dólares y hasta los cuarentipico, en la división inmobiliaria de la casa de subastas Christie’s.
Más o menos desde que lo visitaron los Beatles, en 1965, para rodar Help!, el turismo despegó y no paró de crecer: es la primera entrada de esta nación insular a 80 kilómetros de Miami y 400 de Cuba. Más fuerte incluso que el sector financiero, que es la segunda entrada. Igual que las Caimán y Bermuda, Bahamas es un paraíso fiscal.
A diferencia de otros lugares del Caribe, no se ven demasiados hoteles all inclusive, más bien hay resorts cinco estrellas, como el Grand Hyatt Baha Mar o el Atlantis, los dos más conocidos con los casinos más grandes del Caribe. Llega la temporada alta y comienza el desfile de visitantes. El 80 por ciento de los siete millones que recibe Bahamas cada año viene de Estados Unidos. Los latinoamericanos están volviendo y se quedan, en promedio, siete noches. Los hoteles suelen ser enormes, con más de mil habitaciones, entre cinco y diez piletas, más de veinte restaurantes, spa, parque acuático y playa. Lugares donde uno se puede pasar una semana sin salir y cada día encontrará un nuevo plan.
La mayoría está en los alrededores de Nassau, la capital, en la isla New Providence, donde vive la mayoría de la población. Pero también hay resorts exclusivos, a los que se llega en avión –Bahamas tiene 20 aeropuertos internacionales–, en Andros, Bimini, Eleuthera, Ábacos y Exumas, entre otras islas.
En el país se habla en inglés y se maneja por la izquierda porque fue colonia británica –el año pasado festejaron el 50 aniversario de la independencia– y todavía está ligada a la Commonwealth y la cabeza del estado, aunque sea decorativa, es el rey. Actualmente, Cynthia Mother Pratt es la gobernadora general de Bahamas, representante de Carlos III.
Las excursiones imperdibles
Algunos turistas se instalan en el hotel y no salen en toda la semana. Otros prefieren sumar salidas para conocer. Entre las excursiones que todos quieren hacer, la de las Exumas es una de las mejor rankeadas. Las islas Exumas, apenas pobladas, están a 56 kilómetros de Nassau. Dicen que en Bahamas están las mejores aguas del mundo, con más de diez matices de azul, y dentro de las Bahamas, las mejores están en las Exumas.
Hasta ahí se puede llegar en lancha rápida en dos horas, en yates de ultra lujo con varias paradas y almuerzo con caviar o en un vuelo de 20 minutos en avioneta.
Las Exumas, por donde pasa el Trópico de Cáncer, están formadas por 300 cayos y una de las actividades más populares es nadar con chanchos. No con delfines ni con manta rayas, con cerdos. Al parecer, los primeros chanchos llegaron al Caribe en los barcos de los colonizadores, hace siglos. Se asalvajaron en las islas y se las ingeniaron para nadar de cayo en cayo en busca de alimento, y sobrevivieron. Hoy son una atracción turística de Bahamas y se puede nadar con ellos en varias islas.
Sobre los 20 que se ven en Pig Beach existen varias teorías. La más lógica es que a causa del (mal) olor, los granjeros de Staniel Cay los trasladaron a Pig Bech, en el cayo vecino, Big Major Cay, y todos los días, les llevaban la comida en una lancha. Cuando los veían acercarse, los cerdos se lanzaban al mar a buscarlos y nadaban hasta alcanzarlos para pedir comida.
Más o menos lo que se hace hoy en las excursiones de turistas. Y, al verlos limpios y rosaditos, la gente los alza a upa como si fueran bebitos. Los chanchos de las Exumas son más parecidos a Peppa Pig que a los que husmean basura en un chiquero.
Las Exumas son, también, un gran lugar para bucear o practicar snorkeling.
Las islas más grandes de Bahamas –y una de las más grandes del Caribe– se llaman Andros. La mayor tiene 167 kilómetros de largo por 70 de ancho. Ahí están las tierras fértiles: de Andros llegan las frutillas y las hortalizas frescas que consumen en los restaurantes. Ideal para maridarlas con la comida amada de los bahamenses: el conch, que se pronuncia “conc”. Es un caracol de mar que crece sobre las hierbas de los fondos marinos y los pescadores bucean, uno por uno, durante la temporada permitida, de agosto a marzo. La consistencia y el sabor es similar al calamar. Hay conch soup, fritters –cortado y frito–, ensalada tipo ceviche, croquetas o guiso; el cracked conch se prepara al estilo tempura, bien crocante, y el chowder es más espeso que la sopa y lleva bastante tomate; y por supuesto, se come en sándwich o hamburguesa.
En Andros hay cinco parques nacionales, una barrera de coral impresionante, de más de 300 kilómetros de largo, con variedades de corales. También hay blue holes o agujeros azules de unos 30 metros de diámetro y cerca de 200 de profundidad, para bucear y nadar como en una pileta insondable.
Gran parte de los turistas que llega a Las Bahamas lo hace en crucero. Están de paso, una o dos noches, y recorren la zona comercial del centro y hacen excursiones. Andan con camisa hawaiana, anteojos oscuros y gorra o sombrero tipo Panamá. La versión bahamense de la típica camisa hawaiana es con flamencos en lugar de hibiscus. Las venden en Bay Street, la avenida principal de Nassau, y en el Mercado de la Paja, el lugar para comprar artesanías. El flamenco es el ave nacional: en las islas hay más de 80.000, la mayoría bien al sur, en el parque nacional de las islas Inagua, el lugar preferido por los observadores de aves.
Con el tiempo, el flamenco se convirtió en un emblema de las islas y de las vacaciones. Se lo puede ver en la ambientación de un nuevo resort, en fotos de una galería de arte, en tallas de madera y en una laguna artificial del hotel. Esos últimos son reales y posan para los turistas que no dejan de mirarlos, de admirar la elegancia, la figura estilizada, el pico grande y curvo, los ojos amarillos.
Una de las visitas imperdibles, en Paradise Island, es el hotel Atlantis. Inspirado en la historia de la Atlántida, viene de celebrar sus 25 años con una renovación multimillonaria de las 1.500 habitaciones y la piscina de la Coral Tower, y lanzar nuevos restaurantes, entre otros, el famoso Nobu. Los que no se hospeden ahí pueden visitar, gratis, el acuario maravilloso con más de 50.000 criaturas del mar que representan más de 250 especies, desde langostas y tortugas, hasta caballitos de mar, meros gigante, los tiburones y cardúmenes de pez payaso, el que inspiró a Nemo.
La mejor época para ir Bahamas, cuando si no ocurre nada extraño brilla el sol y hace calor y no hay huracanes, es entre marzo y agosto.
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