El 8 de enero abrirá sus puertas el MACA (Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry), nuevo espacio dentro de la Fundación que lleva su nombre.
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Esculturas e instalaciones rodeadas de árboles, lagos y lomadas. La Fundación Atchugarry, creada por el reconocido artista plástico uruguayo Pablo Atchugarry, fusiona experiencia artística y esa calma que regala su entorno, en medio de la naturaleza. Desde su apertura, en 2007, esta meca del arte contemporáneo en Uruguay funciona como un lugar de encuentro para artistas locales e internacionales. A minutos de Manantiales, se trata de un área de 45 hectáreas que sumará muy pronto –el 8 de enero de 2022– el nuevo MACA (Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry). Pablo Atchugarry convocó al arquitecto uruguayo Carlos Ott para esta nueva obra de 5.000 m2 que albergará cuatro salas de exposiciones, un auditorio/cine para 72 espectadores y una cafetería y restaurante. El edificio se caracteriza por sus perfiles curvos, realizados en madera de eucaliptus uruguayo que fue enviada a Francia para su tratamiento.
Respecto de la elección de Ott para proyectarlo, Atchugarry asegura que “con Carlos nos une una amistad de años. Él es un extraordinario creador. A mí me gusta decir que él es un escultor que hace edificios. Y de entrada hubo mucha empatía y compartir ideas que iban en la misma dirección”. La premisa fue construir un edificio que tuviera una parte destinada a exponer la colección permanente y otra que sirviera para una exposición temporal. “Esa fue mi intención original, pero luego surgieron otras ideas porque Carlos, aprovechando el nivel del terreno, hizo nuevas propuestas” explica Atchugarry. “O el espacio de cafetería, que incorporó un área para hacer eventos presenciales con un chef. Se volvió todo muy polifacético”.
¿Hubo mucho idea y vuelta? ¿Trabajaron en conjunto?
Digamos que el proyecto es 100% Carlos, y que yo tuve la suerte de poder dialogar con él en una especie de ida y vuelta. Y creo que también el proyecto tuvo la suerte de que durante la pandemia Carlos viajó poco, entonces nos reuniamos una vez por semana a comer milanesas y pensar nuevas ideas, nuevos detalles. Pero es un proyecto extraordinario gracias a su dedicación. Pongo un ejemplo, él diseñó hasta los bancos, que se construyeron en Italia en madera de roble. Todo es proyecto de Carlos. Con eso quiero decir que él intervino en el macro, en el medio y en el detalle de la obra.
¿Cómo es tu conexión con Punta del Este y por qué elegiste este destino como sede de la fundación en tu momento?
Yo nací en Montevideo pero siempre venía con mis padres a Punta del Este. De joven, también vine a hacer exposiciones en lo que era el Hotel Casino San Rafael. Me acuerdo, en el año 75, de una exposición de pintura que hice en la que tocaban Vinicius De Moraes, María Creuza y Toquinho. Punta del Este para los uruguayos es un lugar muy especial. Después, con los años, seguí viniendo cuando ya vivía en Europa, pero sólo me quedaba unas semanas de vacaciones. Siempre mantuve un contacto. Mi primer exposición de escultura en Uruguay fue acá, en la Galería Tejería, y de ahí se me abrió un abanico de posibilidades y empecé a conocer el lugar. Siempre volviendo a Uruguay, desde Italia y desde otras partes del mundo, pasaba cada vez un poquito más de tiempo en Punta del Este, hasta que me dije “si yo quisiera pasar más tiempo acá tendría que traer mi taller”. Yo trabajo en el Lago de Como y empecé a pensar que podía trabajar algunos meses del año acá. Por eso, la conexión con el destino tiene mucha historia.
¿Qué es lo que te atre de este lugar?
La energía, un modo de vivir muy fácil, muy simple. La vida en Punta del Este es una camisa y un buzo por si hace frío, eso denota un estilo de vida. Además, el Atlántico Sur me encanta: las arenas, la relación con el mar. Y también el campo. La Fundación tiene un área de más de 40 hectáreas, por lo tanto hay mucho parque donde la naturaleza es la verdadera protagonista.
¿Cómo ves Punta Del Este ahora y cómo creés que va a evolucionar con los años?
Yo creo que ahora está en una fase muy especial. Muchos nuevos residentes, argentinos sobre todo, pero también de otras partes del mundo. Pienso que un poco la enseñanza de la pandemia fue que necesitamos una conexión mayor con la naturaleza, necesitamos más espacio y eso a veces las grandes ciudades no nos lo pueden dar porque ahí la densidad de la población es muy grande. También creo que empezamos a necesitar el canto de los pájaros, el rocío que moja un prado, ver crecer las plantas… El ser humano necesita siempre más conexión con la naturaleza y Punta del Este justamente es eso. El Uruguay es eso: mucho espacio y muy poca población. Además, acá todavía hay un sentido de hospitalidad de pueblo uruguayo, de solidaridad. Entonces esos valores, una vez que se descubren, enamoran. Uno tal vez se olvida que esos valores están en la base de cualquier sociedad, pero acá siendo una sociedad más pequeña, tal vez se pueden ver más.
¿Cómo definirías el arte y qué significa el arte en tu vida?
El arte en general creo que es la expresión más alta del ser humano. Desde el tiempo de las Cuevas de Altamira, de las tallas prehistóricas, el hombre siempre necesitó dejar un trazado de su existencia, ya sea en los muros de una caverna, en tallas sobre piedra, etc. El arte es esa necesidad de expresar que siempre acompañó al ser humano. Y de alguna manera, es esa “creatura” que está adentro del artista que tiene que nacer de alguna forma. Yo, por ejemplo, tengo muy pocas exigencias personales. No necesito viajes, no necesito el confort, pero sí necesito el contacto con la materia y poder expresarme. Y trabajo con la materia los 365 días del años. Quiere decir que de alguna manera me gusta lo que hago. Aunque no sé si es tanto que me gusta o que es una necesidad interior de expresarme todos los días. Cuando estoy lejos del taller es como un sufrimiento.
¿Qué siente un artista al ver si obra terminada y expuesta en un museo?
Es un momento especial. Porque la obra en realidad nace en soledad, el artista se manifiesta en su taller solo o acompañado de sus colaboradores, pero el vínculo es muy personal y muy solitario. Entonces una vez que la obra nace, el anhelo del artista es verla relacionarse con el público. Y qué mejor sede que un museo. Un museo es una sede que tiene la posiblidad de confrontar a la obra con un público muy vasto. Y a su vez el museo da un manto de calificación a la obra. Por ejemplo, en estos momentos estoy haciendo una muestra en el Palacio Real de Milán, en la Sala de las Cariátides, una sala histórica donde en 1953 Pablo Picasso expuso nada más ni nada menos que el Guernica (1937). Cuando uno hace esa especie de conexión, ese viaje a través del tiempo, valoriza lo que es exponer en un museo.
Abrirá la programación del Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry la muestra “Christo y Jeanne-Claude”, una retrospectiva internacional exhibida por primera vez en Sudamérica sobre este matrimonio de artistas que se caracterizó por envolver en telas grandes obras de la arquitectura (como el Pont Neuf o el Arco de Triunfo en París). También se podrá recorrer la colección permanente Atchugarry, con más de 50 obras de artistas latinoamericanos y europeos, y la muestra del artista argentino León Ferrari. Esta temporada habrá ciclo de películas, conferencias y seminarios anunciados por las redes.
Datos útiles. Ruta 104 Km 4,5. Todos los días, de 10 a 20. Entrada libre y gratuita.
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