A FONDO
Cucuruchos de piedra y enclaves incas10 paisajes insólitos de la Argentina para viajeros intrépidos
Una cascada ignota de la selva, ruinas incaicas en un pueblo norteño o una laguna increíble en las alturas cordilleranas: destinos ocultos a los que se accede sólo con coordenadas precisas o en compañía de guías experimentados.
SANTA CRUZ
Los Cucuruchos
Curiosas formaciones a metros de la RP 41, escénica ruta que sube desde el lago Buenos Aires
También conocida como Camino del Zeballos, la RP 41 corre por el norte de la provincia de Santa Cruz. Es la versión off-road de la emblemática RN 40 y guarda paisajes peculiares como este: enormes macizos de arenisca color ocre. Estos conos de piedra sedimentaria, que recuerdan las formaciones de Capadocia y se ocultan a unos 500 metros del camino, son el resultado de la erosión de la lluvia, la nieve y el viento sobre los sedimentos depositados a lo largo de millones de años.
Además de estos cucuruchos –a los que sólo se accede con guía por estar en una propiedad privada–, el camino que discurre sobre el lado occidental de la meseta del lago Buenos Aires expone otras formaciones, como los afloramientos o diques basálticos, el cerro Colorado –núcleo de un gran volcán erosionado– y el puntiagudo cerro Lápiz.
La RP 41 es un rastro tehuelche en plena cordillera de los Andes que pasó a ser un camino de estancias; la provincia le dio impulso turístico a través de la señalética y una audioguía en el tramo de 160 km que va de Los Antiguos a Lago Posadas. Dicho tramo es de ripio y tierra, apto para ser transitado por cualquier tipo de vehículo.
Desde El Portezuelo, el punto más elevado del camino, se tiene en días despejados un gran mirador al cerro San Lorenzo, la montaña más alta de la provincia. El tramo que sigue, entre Lago Posadas y el PN Perito Moreno (60 km), es su tan esperada continuación, recientemente inaugurada.
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Jujuy
Inca Cueva
Un refugio a 48 km de Humahuaca que se cree que fue cobijo del hombre desde el año 10.000 a.C.
Este conjunto de cuevas (en total se descubrieron ocho) fue refugio de pobladores originarios, nómades, cazadores y recolectores. En el interior aparecieron armas hechas con restos de animales marinos, hondas, boleadoras, arcos y flechas, lanzas, instrumentos musicales, semillas de maíz, pipetas para fumar. Y en las cercanías, huellas de dinosaurios.
La cueva más accesible es la que se identifica como la 1. Se llega tras 10 km de trekking desde la ruta. Allí pueden verse pinturas hechas con grasa animal, excrementos y plantas. Hay una imagen de una mujer en parto, llamas, chamanes, soles, hachas y hombres a caballo, entre otros motivos.
Al desandar el camino, el guía muestra que unos hilos de agua de pronto desaparecen, pero emergen unos metros más adelante: el río por cuyo lecho se transita tiene tramos subterráneos.
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Santa Cruz
Cañadón del río Pinturas
Está a 160 km de la localidad de Perito Moreno y es el marco del gran atractivo de la zona: la Cueva de las Manos
El cañadón, como el río, tiene 150 km de largo, 270 m de profundidad y 480 m de ancho; las barrancas, casi verticales, están formadas por relieves bajos y pendientes formadas por escombros y arena. El río Pinturas nace en Los Andes, en el macizo del monte Zeballos (2.743 msnm), al sur del lago Buenos Aires. En su primer tramo y hasta unos 100 km se llama Ecker; gira después hacia el norte en dirección al río Deseado para fluir a través del magnífico Valle del río Pinturas, o Charkamak, en su lengua original, que significa eso: ‘valle de pinturas’. En sus aguas abrevaban tropillas de miles de guanacos; estos grandes herbívoros se movían de las zonas altas de las mesetas, donde pasaban el verano, a los cañadones en los meses invernales. Y el ser humano los seguía: eran un recurso vital de amplio alcance.
La base para recorrer el área del cañadón es La Posta de los Toldos, hotel-refugio en plena estepa santacruceña sobre la RN 40, 57 km al sur de Perito Moreno, y punto de partida de los recorridos posibles. El descenso hasta el río demanda una hora; después de cruzarlo (hay pasarela), se debe subir por la pared opuesta para llegar a los aleros naturales que atesoran las pinturas rupestres. Todo el sector de la Cueva de las Manos –integrado al parque provincial homónimo– se visita con guía.
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La Rioja
Corona del Inca
En el límite con Catamarca y Chile, a este confín cordillerano por encima de los 5.000 msnm sólo se puede llegar en 4x4
La temperatura, en verano, ronda los -20 °C. Y Corona del Inca, la laguna del cráter (1 km2 de superficie y 300 m de profundidad), se aprecia a 5.550 msnm: es la de mayor altura de la Argentina y aseguran que también bate el récord a nivel mundial.
El cráter Corona del Inca es una de las metas off-road más difíciles, accesible sólo en 4x4 a partir de diciembre (antes, imposible: los accesos están bloqueados por la nieve) y hasta los primeros días de abril, que es cuando comienza a nevar.
Es una experiencia de un día que permite llegar, contemplar la “corona” de los volcanes circundantes –Bonete Chico y Bonete Grande, Veladero, Pissis, Reclus, Baboso y Gemelos Norte y Sur– que se aprecian desde el inmenso cráter, con sus glaciares que alimentan la laguna de un azul tan profundo como hipnótico, y volver al punto de partida. Por seguridad se arman, mínimo, grupos de seis personas con dos vehículos doble tracción, especialmente equipados para este tipo de travesías. Mejor si el grupo es más grande y se suma otra camioneta.
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Catamarca
Shincal de Quimivil
Sitio de altísimo valor arqueológico a sólo 7 km de la plaza de Londres. Su riqueza le ha valido el mote de la “Machu Picchu argentina”.
Es el enclave inca de mayor importancia en nuestro país. Los estudios más recientes determinaron que se trata de un centro ceremonial. Una de las argumentaciones que sostiene esta hipótesis es que posee una de las plazas públicas más grandes de la región, con tres hectáreas de extensión. Los primeros estudiosos llegaron aquí a principios del 1900. Se cree que el lugar se mantuvo preservado gracias a la presencia del shinki, un arbusto de madera resistente que envolvió las construcciones y las conservó en el tiempo. De ahí el nombre de El Shincal, que, por supuesto, no es su denominación original.
El lugar tiene un trazado típico cusqueño: aukaipata (plaza), ushnu y kallanka. Sin embargo, el tipo de construcción pertenece a una técnica local: doble muro de piedra relleno con adobe. El área protegida, declarada Monumento Histórico Nacional en 1997, se reduce a 30 hectáreas, aunque se cree que el lugar abarcaba una extensión mayor. En este sentido, la comunidad quimivil está intentando aumentar la zona de protección para evitar el desmonte y preservar los antiguos vestigios.
Río Negro
El Cóndor
Es el balneario de Viedma, a 30 km por RP 1. Alberga la colonia de loros barranqueros más grande del mundo
Se han contado unos 35.000 nidos activos. En ningún otra parte verá el visitante tantos loros como aquí. A lo largo de 12 km, los acantilados de la villa marítima El Cóndor generan un corredor turístico de gran belleza. La mayor densidad de loros se da sobre el primer kilómetro del acantilado, en la playa más popular: esto permite un contacto mágico con los pájaros bullangueros –el sonido es bellísimo también–, que entran, salen, cantan y vuelan, literalmente, sobre las cabezas de los viajeros.
La hembra incuba de uno a cinco huevos por cuatro días; nace un pichón cada dos días que alimentan tanto el macho como la hembra durante 63 días. De noche no dejan el nido para cuidarlos de los depredadores. Resulta sorprendente que una reserva tan accesible tenga tan poca difusión. Según la estación, también se observan bandadas de cauquenes, gaviotas, playeritos, chorlos, ostreros, y, con un poco más de suerte, algún halcón peregrino o un águila mora.
Mendoza
Volcán Malacara
Distinto a cualquier modelo conocido, tiene la particularidad de que se puede recorrer por dentro a través de pasadizos y cárcavas
El Malacara es único por varias razones. Si bien está en los dominios de La Payunia, donde se registra una de las mayores concentraciones de conos volcánicos en el mundo, este se encuentra apartado del conjunto, más precisamente a 42 km de Malargüe y camino a la reserva Laguna Llancanelo.
Además, está dentro de una propiedad privada –la estancia de la familia Quezada, en el paraje La Batra– y el acceso implica reservar y pagar la visita.
Por último, su origen hidromagmático subraya la gran diferencia. El agua acumulada y la roca sólida asociados a una violenta erupción formaron, a lo largo del tiempo, pasadizos y cárcavas (hoyas o zanjas que suelen hacer las avenidas de agua) de más de 30 metros de alto, que se pueden recorrer en toda su extensión. En esta exploración, los relieves que van apareciendo inducen a imaginar rostros de seres extraños o de animales fantásticos.
El volcán tiene una altura de 2.450 metros. Su nombre se debe a que, visto desde lejos, se percibe en su ladera una mancha parecida a la que tienen los caballos llamados, justamente, Malacara.
Es preciso pagar un ingreso y reservar lugar en las agencias de Malargüe e ingresar con guía, que tiene una tasa aparte.
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Buenos Aires
Montelén
Los restos de una capilla neogótica a 20 km de Bragado construida por los arquitectos Togneri y Fitte.
Primero se llamó La Matilde. Así bautizó Máximo Fernández –joven escribiente del juzgado de paz de Cañuelas– las tierras recibidas como regalo de bodas (circa 1860) tras desposar a Matilde Sevey, hija de un acaudalado estanciero. El hombre sumó miles de hectáreas, fue productor agropecuario, plantó innumerables árboles frutales y construyó una mansión estilo Palladio.
En 1904, la compró Juan Francisco Salaberry, quien se dedicó a la explotación forestal, embelleció el casco principal y encargó a Carlos Thays remodelar los jardines. Para 1914 ya había una capilla neogótica, un lago artificial, una pajarera, una glorieta, más dos jaulas inmensas que albergaron animales salvajes (entre ellos, varios leones) y un oso polar que requirió la instalación de una fábrica de hielo para mantenerlo vivo. Este delirio llegó a su fin cuando uno de los leones mató a una niña.
En 1928, Salaberry loteó varias hectáreas; esto dio origen al pueblo homónimo, que llegó a tener 1.300 habitantes. En 1942, la alicaída estancia pasó a manos de Francisco Suárez Zabala –bioquímico graduado en la UBA, había patentado la marca Geniol–, que la renombró Montelén (contracción de monte y leña) y volvió a resurgir: colmenas, producción lechera y un vivero que fue el más grande del país. El tornado de 1974 destrozó la propiedad y cundió el abandono. A duras penas quedan las ruinas de la Capilla del Sagrado Corazón.
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Santa Cruz
Cabo Blanco
Reserva Provincial con doble playa habitada por cormoranes y lobos marinos a 88 km de Puerto Deseado
Después de 50 km por camino de ripio atravesado por choiques, guanacos y maras, aparece, casi como una visión, el agreste cabo Blanco. Dicen que así lo bautizó Hernando de Magallanes porque, desde el océano, sus irregulares morros de piedra se ven blanquísimos (debido al valioso guano de las cormoraneras) y con ese nombre aparece en las crónicas de los antiguos navegantes. En lo alto del escarpado promontorio se yergue un faro color naranja, inaugurado en 1917 y hoy deshabitado, una torre cónica de 110.000 ladrillos trapezoidales a la que se accedía subiendo 115 escalones.
Cabo Blanco tiene más de 700 hectáreas de costa y es apostadero y área de reproducción de la única colonia de lobos marinos de dos pelos en Santa Cruz. Sus dos caletas, separadas por un istmo, ofrecen playas interminables: la norte, de pedregullo, es más abierta y salvaje; en la sur, de arena gris, las aguas llegan calmas. Circa 1905 –a raíz de la salina cercana– había aquí un almacén de ramos generales, una estafeta postal, algunas casas e incluso una escuela. Lo único que queda de aquel pasado es un pequeño cementerio de 11 cruces que mira al océano y una pequeña tumba apartada, amparada por el morro.
Misiones
Salto Yasy
Queda en Puerto Libertad, a 40 minutos de las Cataratas del Iguazú. Llegar no es complicado, pero tiene condimentos aventureros
Por empezar, sólo se accede por vía acuática. Es decir que para descubrirlo hay que hacerlo en lancha, canoa o kayak hasta sus inmediaciones. Para eso es preciso navegar el río Paraná y luego meterse en el arroyo Jasy, que en guaraní (aunque se pronuncie “yasy”) significa ʻlunaʼ. A lo lejos ya se divisa el salto, al que es posible aproximarse lo suficiente como para quedar frente a él. Se deja la embarcación amarrada a la vera del arroyo. De ahí salen pequeñas picadas que bordean el agua y permiten internarse en un sector pedregoso, preámbulo de la gran hoya que forma el salto, y que se une con el arroyo. Son sólo un par de minutos de caminata por la selva paranaense.
Desde esas rocas de basalto es posible contemplar el salto y el punto de observación inspira a quedarse horas. El suelo de la hoya –con sectores más profundos que otros– se sentirá como un colchón de algas y musgo, mientras se avanza hasta la pared de basalto para bañarse bajo la caída de agua. De más está decir que este plan está supeditado a la altura del río y a las lluvias.
Si bien es posible llegar por cuenta propia, lo recomendable es contratar una excursión. El conocimiento de alguien que sabe cómo y hacia dónde hay que moverse enriquece la experiencia.
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