Norberto Davesa y Silvana del Greco convirtieron la Estancia Las Marías, en Marcos Paz, en un destino turístico singular. Restauraron una casona estilo Tudor, instalaron domos e innovaron con la reconversión de silos en acogedores dormitorios.
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Hay ciertas ideas que aparentan llegar así, como caídas del cielo. Claro que, por azarosas que parezcan, siempre hay algo concatenado detrás, un camino previo que condujo a la mente hacia ese específico lugar. Por eso, que a Norberto Davesa se le haya ocurrido reconvertir unos silos para almacenar maíz en unos bellos dormis para huéspedes no tiene tanto de casualidad: Norberto es ingeniero, dedicado a la construcción. Mucho menos extraña le pareció la idea a su esposa, Silvana del Greco, arquitecta. “Fue así, vi que las medidas daban para armar habitaciones, con 4 metros de diámetro y 5 de altura; son silos que los arman los menonitas de la pampa”, cuenta.
Norberto y Silvana son la pareja al frente de la Estancia Las Marías, ubicada en Marcos Paz, un oasis de campo y animales (muchos animales) a sólo 45 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. Además de los tres disruptivos silos, tienen otros tres domos, un lago artificial y el casco del campo: una imponente casona estilo Tudor, construida entre las décadas del 30 y 40. Esa casa fue justamente el motivo detrás de toda esta historia, cuyo inicio estuvo lejos de tener una motivación vinculada al turismo.
“Hace 12 años compramos este campo, pero con un fin familiar”, cuenta Norberto. “La idea era tener un lugar más amplio, donde poder tener caballos y otros animales”, completa. Por entonces, vivían en Ituzaingó, ambos dedicados de lleno a la construcción. “La casona nos impactó, estaba deteriorada, pero era recuperable, así que aprovechamos nuestra profesión y encaramos de lleno su restauración hasta dejarla diez puntos”, cuenta Silvana. Entonces, Las Marías se convirtió en epicentro de reuniones familiares, asados y más asados, cumpleaños y hasta casamientos.
“No estaba en el horizonte dedicarnos a la actividad turística, ni se nos cruzaba por la cabeza”, asegura Norberto. De a poco, la familia fue comprando los campos de alrededor. Pasaron de tener 8 a 70 hectáreas. A pesar de estar muy cerca de la ciudad, alrededor sigue siendo todo campo, una zona de influencia de inmigrantes vascos y portugueses, dedicados a la siembra de trigo y a los hornos de ladrillos. Tan campestre es la zona que, para llegar a Las Marías, hay que recorrer más de 4 kilómetros de tierra a través de un camino mejorado con tosca.
“La idea de armar algo para compartir este lugar surgió hace alrededor de tres años”, comenta Silvana acerca de los inicios del negocio turístico. Detrás de esta decisión aparecía la necesidad de bajar un cambio para dedicarse a actividades menos demandantes; también, el intento de generar una excusa -y una fuente de ingresos- para sostener el mantenimiento del campo. Una breve investigación en el tema los llevó hasta la moda de los glampings. “Instalamos los domos y enseguida empezó a venir la gente, fue muy rápido”, dicen.
Entusiasmados, empezaron a recibir cada vez más huéspedes. Y entonces apareció la idea de los silos. “Los habíamos encargado a los menonitas para un criadero, que luego cerramos, así que habían quedado abandonados”, rememora Silvana. “Entonces Norberto tuvo esta idea”, agrega, como al pasar. “Fue una idea espontánea, nunca habíamos visto nada similar”, jura él. “Como los domos habían funcionado muy bien, teníamos la sospecha de que esto también podía funcionar”, añade.
Con la ayuda de un tractor, llevaron las estructuras de chapa hasta unos lugares especiales del campo. Construyeron un deck en altura -con unas reposeras y hasta una hamaca-, desde donde se ingresa directo a una especie de living con cocina integrada. Desde allí parte la escalera hacia la habitación. Las paredes del interior -revestidas y debidamente aisladas- pintadas de blanco, contrastan y hacen juego con mucha madera y hierro. Los silos -que llevan los nombres de Trigo, Girasol y Maíz- tienen también un pequeño balcón con piso de vidrio, garantía de atardeceres apoteósicos.
En Las Marías, la experiencia se completa con una pileta al aire libre, otra techada y un mini sauna. Además, el servicio de desayuno se ofrece en el living del casco de la estancia. “La idea es que la gente disfrute también de la casa, que es hermosa”, explica Silvana. “También tenemos muchos animales, que están sueltos y conviven con los huéspedes”, avisa. Por entre las distintas dependencias del hospedaje se pasean caballos, ovejas, gallinas, cabras, gatos, chanchos y patos. “Están ahí, se acostumbraron al contacto y son muy dóciles. Imaginate que, cuando te acercás al laguito artificial que armamos, los patos salen del agua para recibirte”, dice entre risas.
Además de Norberto y Silvana, del proyecto participan sus hijas -Irina y Solana- e Iván, el encargado, una pieza clave del andamiaje cotidiano. Detrás de todo hay una idea central: transmitir y compartir el disfrute que les genera a ellos mismos este lugar: “Cada vez que vamos, la estancia nos genera tranquilidad, una paz… es acogedor. Esta es una estancia con historia, con muchos recuerdos adentro”.
Datos Útiles
El campo está ubicado en el partido de Marcos Paz, pero la ubicación exacta se le comparte al huésped una vez realizada la reserva.
T: (11) 59093353
Web: https://estancialasmarias.com/
Mail: glampinglasmarias@gmail.com
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