Una selección de playas de postal muy requeridas por los argentinos, que crecieron a lo largo de los años pero no perdieron su esencia rústica y agreste.
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Supieron ser pequeños pueblos de pescadores y con el tiempo se transformaron en destinos de playa organizados, con posadas, restaurantes y buena infraestructura. Son ideales para los que ya conocen Río de Janeiro, Florianópolis o Maceió y buscan incursionar en otras playas distintas, como Pipa o São Miguel dos Milagres.
Pipa
Pensar que en los 80 no había luz, las calles eran de arena y había un solo teléfono público en todo el pueblo. El crecimiento fue vertiginoso. Al cabo de poco más de 30 años, Pipa se salvó de los edificios altos por una ley que prohibió –a tiempo– construir más de dos pisos. También ayudó la designación de 320 hectáreas de mata atlántica como APA, Área de Protección Ambiental. Es justamente la mata atlántica que rodea las playas su rasgo distintivo y más bonito.
A unos 80 km al sur de Natal, este pueblo mantiene el espíritu rústico-chic, que combina tan bien con sus acantilados rojizos y la presencia de delfines. La playa más famosa es la que tiene forma de corazón, la Praia do Amor, que también se llama Praia dos Afogados –de los ahogados– porque con marea alta se forman unas corrientes bien peligrosas. Es la playa de los surfistas, se puede llegar caminando por la arena con marea baja, cuando se forman las piscinas naturales, o por las escaleras que están al lado del estacionamiento de la calle principal.
Carneiros
Es la encarnación de la postal de playa ideal: incontables coqueiros, 6 km de arena fina, mar calmo y cristalino, dos ríos (Formoso y Ariquindá), manglares, lenguas de arena que se dibujan y desdibujan según la marea, piscinas naturales. Ubicado a una hora de Porto de Galinhas, Carneiros conserva cierta exclusividad debido a su acceso restringido por tierra: como se atraviesan propiedades privadas, solo se puede llegar mediante excursiones por el día o merced al traslado que efectúan las posadas para sus huéspedes.
No es un pueblo; apenas un puñado de paradores, posadas y restaurantes. Todo se resuelve dentro de los alojamientos, donde ofrecen la comida y los paseos en catamarán a los manglares, a las piscinas naturales y a una isla cercana en la que hay arcilla fresca para hacerse baños.
Porto de Galinhas
Lugar de piscinas naturales y muy buenos resorts, es el destino de playa más visitado del estado de Pernambuco. A 63 km al sur de la capital, Recife, con amplia infraestructura hotelera y un litoral soñado –arenas blancas, mar traslúcido e hileras de palmeras– recibe a un millón de visitantes por año. Su atracción principal es el arrecife de coral que se extiende paralelo a la costa, a unos 100 metros de la orilla del mar. Para conocerlo es indispensable estar atento al horario de las mareas: solo se aprecia cuando está baja.
Otra excursión típica es el recorrido guiado en buggy “de punta a punta” por las playas del litorial sur: la desierta Camboa, la familiar Muro Alto, Cupe y la rústica Maracaípe –escenario de competencias de surf– con su Pontal, río con manglares donde habitan tortugas marinas y caballitos de mar. Hay jangadeiros (los que timonean las balsas o jangadas) que llevan a remontar el río Maracaípe hasta su desembocadura en el mar, para ver ostras, cangrejos y caballitos que se esconden entre las rocas.
Trancoso
Es la playa más sofisticada del sur de Bahía, pero sin mansiones a la vista. Un estilo hippie-chic que la conecta con su pasado de aldea de pescadores y atrae a paulistas con bajo perfil. El aeropuerto más próximo es Porto Seguro y el cruce en balsa del río Bunharém, a lo que se suman los 15 km que lo separan de Arraial D’Ajuda, garantiza su exclusividad.
Hay barrios cerrados, un Club Med, paradores con DJ, beach clubs. Sin embargo, la bien dotada naturaleza sigue primando sobre lo fashion y Trancoso continúa bien posicionada entre las mejores playas de Brasil. El ejido urbano mantiene su epicentro en el Quadrado, que en realidad es una gran plaza rectangular cubierta de césped, cuyo lado este está coronado por la iglesia de São João Batista. La silueta simple del templo es “la” postal del lugar, y allí se lleva a cabo todos los 20 de enero, la fiesta de São Sebastião, cuando los hombres del pueblo cambian el mástil del año anterior, izando la bandera del santo que flameará otro año entero y bailando a sus pies la dança do pau.
Praia do Forte
A unos 70 km de Salvador, es desde hace años la playa preferida de las familias en la llamada Linha Verde (litoral norte de la ciudad). En la villa, flanqueada por el mar y el río Timeantube, no circulan autos particulares: se anda a pie, en bici, en tuc-tuc o en buggy. La oferta de alojamiento es apta para todos los bolsillos.
São Miguel dos Milagres
A mitad de camino entre las conocidas playas de Maceió –Jatiúca y Pratagi– y la costa de Maragogi, este enclave es un secreto muy bien guardado en el estado de Alagoas. Para descubrirlo hay que volar hacia Maceió y, desde allí, alquilar un auto o tomarse un taxi porque sólo es accesible por tierra. Si bien se detecta a solo 100 km de la capital de Alagoas, el estado de la carretera AL-101 Norte hace que el periplo lleve unas dos horas. Conviene viajar de día, por esta condición, porque casi no hay servicios durante el recorrido, y para apreciar el imponente paisaje de verdes plátanos que contrastan con un suelo colorado.
El acceso menos directo es, quizás, la clave para que este destino de aguas mansas aún palpite al ritmo de los pescadores. Aquí no hay colectivos, taxis, cajeros –las posadas aceptan tarjeta de crédito– ni resorts. La propuesta es bañarse en piscinas naturales, caminar extensas plazas desiertas a la sombra de esbeltas palmeras –imperdibles do Toque, Lage y Patacho–, descubrir la intacta cultura local, descansar alguna de sus coquetas posadas de charme o navegar el río Tatuamunha a la par de los manatíes o peixe-boi.
Búzios
Por su proximidad con Río de Janeiro (180 km), la cantidad (más de 20), belleza y variedad de sus balnearios, este destino playero convoca multitudes y las decenas de posaditas llenas de hibiscos que balconean al mar la hacen perfecta para una escapada en pareja.
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