Desde Catamarca hasta Neuquén, espejos de agua en volcanes o entre montañas a los que se accede con esforzados trekkings o en travesías doble tracción.
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Trepar una montaña siempre tiene el atractivo de la cumbre como premio. Aquí cuatro enclaves que vienen con bonus track: una laguna de altura para dejarse sorprender.
Laguna Diamante
Catamarca
Se trata de la caldera del volcán Galán, la más grande del mundo. Tanto que en realidad cuesta darse cuenta de que uno está en su cima. De hecho, el volcán fue descubierto y catalogado como tal gracias a una foto satelital aparecida en 1970. La boca mide 45 km de norte a sur y 24 km de este a oeste. Se accede por huella en vehículo 4x4 desde El Peñón o Antofagasta de la Sierra. La laguna en sí, es un espejo de agua que cubrió parte de la caldera provocada por la erupción del volcán hace 2.200.000 años. Está poblada por flamencos y por unos microorganismos muy pequeños –llamados estromatolitos– que les confirmaron a los especialistas la existencia de vida mucho antes de que el oxígeno estuviera presente en la atmósfera.
Para llegar hay que trepar unas dos horas hasta más allá de los 4000 metros de altura. Los efectos de la puna se hacen sentir, pero los paisajes son majestuosos, y la soledad, inconmensurable.
Corona del Inca
La Rioja
La temperatura, en verano, ronda los -20 °C. Y Corona del Inca, la laguna del cráter (1 km2 de superficie y 300 m de profundidad) se aprecia a 5.550 msnm: es la de mayor altura de la Argentina y aseguran que también bate el record a nivel mundial.
El cráter Corona del Inca es una de las metas off road más difíciles, accesible sólo en 4x4 a partir de diciembre (antes, imposible: los accesos están bloqueados por la nieve) y hasta los primeros días de abril, que es cuando comienza a nevar.
Es experiencia de un día que permite (1) llegar; (2) contemplar la “corona” de los volcanes circundantes –Bonete chico y Bonete grande, Veladero, Pissis, Reclus, Baboso y Gemelos Norte y Sur– que se aprecian desde el inmenso cráter, con sus glaciares que alimentan la laguna de un azul tan profundo como hipnótico, y (3) volver al punto de partida.
Por seguridad se arman, mínimo, grupos de seis personas con dos vehículos doble tracción, especialmente equipados para este tipo de travesías. Mejor si el grupo es más grande y se suma otra camioneta.
El programa clásico es combinar Laguna Brava con el Corona del Inca. Se parte de Jagüé rumbo al cráter y se sube por la colorida Quebrada del Peñón hasta el portezuelo de la laguna. Se continúa hacia Pampa de Veladero a través de campos de cenizas volcánicas, farallones del Campo de Piedra Pómez riojano y el Cañón de las Rocas de lava. Después del ascenso al cono del volcán y el silencioso embelesamiento, se consuma el regreso por Laguna Brava.
Laguna Brava Excursiones. Coordinador/guía, Carlos D. Perea C: (3825) 62-2178 y 45-6325. lagunabravaexcursionesinfo@gmail.com
Laguna Blanca
San Juan
Se llega por camino de ripio desde Barreal, y suele tomarse como el punto de partida para un trekking que cotiza alto en los últimos años: el Arroyo Turquesa. Para alcanzarla, hay que bordear el río Los Patos y acercarse al Mercedario. Por varios kilómetros se siguen los cauces del río Colorado y del río Blanco hasta llegar a ella, la Laguna Blanca, una laguna glaciar con forma de riñón alargado, alimentada por los hielos del cerro, que por lo general se ve más verde que blanca, y cuyo caudal se modifica según el deshielo que recibe a través de un pequeño arroyo. Es así como hacia fines del invierno tiene escasa cantidad de agua, que va creciendo a medida que deshiela. Alcanza los 600 metros de largo por 150 de ancho. Unos 5 kilómetros más y se llega al refugio del Club Andino Mercedario, un antiguo refugio minero desde donde arranca la caminata al Arroyo Turquesa (7 horas entre ida y vuelta) para el gran pero breve premio: un hilo de agua de color mágico, de apenas 250 metros.
Cráter del Copahue
Neuquén
Tres horas de esforzado ascenso implican llegar a la fabulosa laguna en el cráter del volcán Copahue –actualmente activo– que aloja, además, un glaciar. El Copahue es un volcán de 2997 metros de altura ubicado en la frontera entre Argentina y Chile, y su cumbre marca el límite entre los dos países. Su actividad eruptiva es relativamente frecuente: tuvo unas 16 erupciones entre 1750 y 2018.
El Copahue y su cráter son bastante accesibles. Desde las localidades de Copahue y Caviahue que se encuentran a unos pocos kilómetros, se llega en vehículo hasta la base ubicada al pie de la segunda laguna de Las Mellizas, donde hay una pequeña usina geotérmica y donde arranca la caminata sobre el faldeo noreste del volcán. En el trayecto hay grandes vistas del Lago Caviahue y las lagunas circundantes, y se distinguen los volcanes Tromen y Domuyo de la cordillera neuquina. Uno se acerca también a las nacientes del río Agrio. Un último sector implica mayor esfuerzo físico ya que la pendiente se hace más pronunciada y se atraviesa por un buen tramo arena y ceniza volcánica.
Una vez en la cima, se descubre dentro del cráter la laguna de espesa agua verde blanquecina envuelta en una nube de vapores y gases sulfurosos–humos más o menos intensos según la temperatura y la presión del agua−, las pronunciadas paredes de basalto y la lengua del glaciar interno. Cuando hay viento puelche, que lleva los vapores azufrados hacia el lado chileno, se puede incluso bajar hasta la laguna. En temporada de invierno un vehículo oruga o ratrack del centro de esquí lleva a los esquiadores hasta las inmediaciones del cráter para que regresen a Caviahue esquiando.
La Huella. T: (02942) 40-2035 (Javier Álvarez)./ Caviahue Tours. www.caviahuetours.com
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