A partir de hoy, la ciudad volverá a recibir turistas de otros países. Las novedades y las visitas imperdibles después de casi un año y medio sin visitantes extranjeros.
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Para todos aquellos que anhelan reencontrarse con París, sus callecitas y bistrós, este recorrido propone descubrirla nuevamente a través de sitios poco conocidos, pero tan encantadores como casi todo en esta ciudad que nunca se acaba.
1. Yam’Tcha
Comida de una estrella Michelin por 10 euros
El Louvre es una coordenada imprescindible de la capital francesa. Lo que pocos saben es que a la vuelta del museo, sobre la Rue Sauval, se encuentra la boutique Yam’Tcha, del aclamado restaurante de una estrella Michelin, que fusiona recetas asiáticas con ingredientes de la cocina francesa. En la tienda se pueden degustar sus clásicos baos de queso Stilton con corazón de cereza (desde 4 euros) acompañados por el tradicional té chino (5 euros).
El lugar cobró tanta popularidad entre los parisinos que es apodado como “la perle rare” por sus productos de primera calidad, con una carta variada en baos dulces y salados, tés y cafés de Hong Kong y postres de estación con frutas exóticas, como los Kumquats (naranjas de la china). La novedad, debido al contexto, es que el sitio cuenta con pequeñas mesitas en la calle que permiten comer in situ como los dioses a precios muy accesibles.
2. Grand Palais Éphémère
Un palacio suplente
En el parque Champ de Mars o Campo de Marte se encuentra la atracción más novedosa que luce la ciudad: el Grand Palais Éphémère. El palacio de 10.000 m² a los pies de la Torre Eiffel es un diseño sustentable del arquitecto Jean-Michel Wilmotte. Se comenzó a construir en octubre de 2020 y abrió sus puertas el pasado 19 de mayo, justo cuando concluyó el último confinamiento parisino. Será el suplente provisorio del Grand Palais mientras se lleven a cabo los trabajos de renovación del último, que se extenderán hasta los Juegos Olímpicos de 2024. Recién al finalizar los juegos, el palacio temporario se desarmará y volverá a brillar el Grand Palais original.
El momento adecuado del día para visitarlo es durante la tarde, ya que se puede apreciar la silueta de su vecina, la Torre Eiffel, reflejándose en él. Actualmente se pueden ver exposiciones permanentes y temporales de fotografía. Los tickets de acceso sólo se pueden adquirir en el sitio.
3. Iglesia de Saint Sulpice
Plan B de Notre Dame
La Catedral de Notre Dame continúa en proceso de restauración y volverá a abrir sus puertas en abril de 2024. Pero Saint Sulpice, en el barrio de Odeón, es una gran alternativa para los que quieran conocer una iglesia de formidable arquitectura e interior cubierto de arte. Fue erigida sobre los restos de una antigua iglesia romana del S. XIII y es una de las más grandes de la ciudad. El recinto cuenta con una particularidad única para su época: tiene una meridiana solar que permite saber la hora. También acoge diversas obras de arte, como los frescos de Delacroix en los laterales de la nave y el gran órgano de Cavaillé-Coll. Se popularizó entre los turistas porque es uno de los sitios parisinos donde se sitúa la acción de El Codigo Da Vinci, la novela best seller de Dan Brown.
4. La Gran Mezquita
París bereber
Desde la montaña de Santa Genoveva, donde se levanta el Panteón, se divisa el minarete de 33 metros de la Gran Mezquita de París. Es apenas una muestra de la mezcla cultural que se da en la capital francesa, con una enorme población de argelinos y marroquíes. La Gran Mezquita, en el Quartier Latin, es una de las visitas más interesantes de la ciudad. Además de ser un edificio bellísimo de estilo hispano-morisco, con idílicos jardines, una biblioteca marroquí y un patio rodeado de arcadas esculpidas inspirado en la andaluza Alhambra de Granada, la experiencia incluye degustar un típico té a la menta con un dulce de baklava en su salón o visitar su hammam (sólo para mujeres).
Otro tip imperdible de la huella bereber en la ciudad son los helados libaneses de Bachir, elaborados de manera artesanal y bio. El más recomendado es el de crema de flor de leche con pistachos (5 euros), la crema de pétalos de rosa y la vainilla de Madagascar. La heladería cuenta con dos boutiques, una en el distrito 3 y otra al pie de la colina del Montmartre.
5. Pigalle Basketball
La cancha más fotografiada
A un kilómetro hacia abajo de la colina de Montmartre se encuentra la cancha de básquet más chouette (canchera) e instagrameable de París: Pigalle Basketball. Este espacio urbano es una evidente prueba de que en esta ciudad cohabitan el presente y el pasado en una misma cuadra. Cuando se desciende por la rue Duperré, desde la lejanía se puede divisar la cancha que desafía a los términos arquitectónicos y estéticos de la metrópoli. Escondida entre dos edificios Haussmannianos del siglo XIX, emerge por sus colores destellantes, el sonido continuo de las pelotas de básquet chocando contra el terreno azulado y las tribus de adolescentes que se preparan para disputar una partida improvisada a los costados.
6. Pasajes secretos
Sólo para entendidos
En las cercanías del canal Saint-Martin se localizan estos dos pasajes inesperados y encantadores que transportan a la campiña francesa y son oasis de tranquilidad y naturaleza en plena ciudad. El primero es el Passage L’homme; se trazó en 1852 y conecta la rue de Charonne con la avenue Ledru- Rollin. Actualmente está conformado por un grupo de pequeñas edificaciones con casitas bajas envueltas en una mata de glicinas.
El segundo es el Cité du Figuier, escondido detrás de un portón azul, pero de acceso libre. Esta larga calle interna de adoquines agrupa edificios de tres pisos con casas vidriadas cubiertas de pérgolas y enredaderas de estación.
7. Sürpriz
El auténtico döner kebab
En el distrito 11, sobre la Rue Oberkampf, casi siempre hay una larga fila de personas que esperan por uno de los mejores döner kebab de la ciudad. Sürpriz evidencia la perfecta sinergia que existe entre las cocinas berlinesa y árabe con una variada y accesible carta de auténticos kebabs desde 6 euros: pollo marinado en su tiempo justo, con legumbres grilladas, el trío de tomate, cebolla y mucho queso feta, con salsitas de yogur, ajo y picante para acompañar. También tienen buenas opciones vegetarianas. Este paraje gastronómico suele estar abierto en horarios extendidos (se puede comer a las 23, que es bastante tarde para la media parisina), por lo que es una buena opción para los que prefieren comer al final de los paseos. No falla.
8. Belleville y sus ateliers
Arte y juventud bobo
La vista de la ciudad y la Torre Eiffel desde la colina del parque de Belleville es una de las más espectaculares y menos obvias. Este espacio verde en el centro del caos citadino es uno de los puntos favoritos de los jóvenes; en su parte más alta se multiplican los pequeños bares y ateliers donde los parisinos bobos (burgueses-bohemios) se dan citan para compartir una copa de vino rodeados de música y arte.
La peculiaridad de este barrio es que muchos de los ateliers y galerías permanecieron abiertos durante los últimos dos confinamientos. Los puntos a agendar son la Galerie Les Aab, especializada en artes visuales de colectivos emergentes, y los Ateliers d’artistes de Belleville, con una numerosa cantidad de obras plásticas y fotográficas.
9. Terres de Café
Para los amantes del buen café
Pionera en Francia en el campo de la mezcla de granos, esta cafetería top es una parada obligada en el barrio de Batignolles –en torno a la Place du Dr. Félix Lobligeois–, otro de los quartiers poco turísticos ideal para sentirse como parisino por un día, con terrazas pintorescas, tiendas de diseño, un pequeño mercado con productos bio y boulangeries con toda clase de gâteaux.
Desde 2009 Terres de Café ofrece un nuevo concepto del café “a la francesa”, basado en la frescura y sabor de las materias primas que obtienen de una red de productores y cooperativas. El aroma a café recién molido recibe a los que entran a este café boutique con un amplio menú de especialidades preparadas por baristas expertos.
10. Château de Sceaux
Plan B de Versalles
Si sos fan de las residencias reales con jardines perfectamente geométricos, tenés que conocer este château, a 30 minutos de París hacia el sur.
Sus 180 hectáreas, de acceso libre, son uno de los sitios favoritos de los parisinos en plan de escapada de fin de semana. Todo el predio contó con el diseño de André Le Nôtre, jardinero real que tuvo la particular tarea de esbozar los parques y jardines del Palacio de Versalles. Dentro del château se llevan a cabo diversas muestras permanentes e itinerantes que rondan los 5 euros.
IG: @fuepi