En su hogar, el arquitecto Jorge Cermesoni integró espacios para gozar de cada metro disponible, más que simplemente aprovecharlos.
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“No estaba dentro de mis planes vivir acá”, nos cuenta Jorge Cermesoni, creador de Fondamenta Arquitectura, sobre este departamento en la mitad del edificio Kavanagh que perteneció a su madre. Pero lo cierto es que se mudó, y lo renovó con las ventajas de quien conoce todas sus mañas (las de la casa y las propias). A cargo de la dirección de obra estuvo su socio, el arquitecto Mariano Giardino, depositario lógico de toda su confianza.
“Conozco el Kavanagh desde chico porque mi madre ‘transitó’ por varias unidades, algo que era frecuente entre los miembros del consorcio. Bastaba con parar la oreja y averiguar”.
Conceptos claros
Para Cermesoni, planear su casa fue un placer, porque se dio el gusto de crear con libertad. Un ejemplo fue la elección del color reinante. “El tono oscuro ofrece un contraste interesante para la decoración, compacta el espacio, lo hace acogedor y le da la luminosidad justa, habiendo, como acá, tanta luz natural”, nos explica. Por otro lado, ese color profundo se soporta bien a sí mismo. “Casi no tengo cuadros. Estoy buscando algo que me guste mucho, decorativo y poco oneroso. No quiero terminar con algo colgado para siempre por el solo hecho de que es de una firma tal y costó tanto”.
" A las casas hay que usarlas en su totalidad. Al margen de mejorar tu calidad de vida, eliminar espacios residuales y encerrados es un concepto sustentable que evita construir y mantener metros superfluos."
Arq. Jorge Cermesoni, dueño de casa y socio fundador de Fondamenta Aquitectura
“Este, como muchos departamentos del edificio, tuvo tantas modificaciones que me resultó difícil conservar el parquet de roble de Eslavonia. Lo cambié por un entablonado nuevo, pero mantuve el roble, esta vez, americano”.
Una cocina que es una declaración de principios
En el ambiente que ocupaba el comedor, Cermesoni ubicó la cocina. “Planteé la cocina integrada, no solo porque me encanta cocinar, sino porque en un espacio de 130m2, ¿cuántas veces invitás a diez personas a comer? Eliminé la doble circulación y las dependencias de servicio, que hoy alojan un centro de lavado, segunda cocina y el cuarto de los chicos”. Su mantra, desde siempre, es cancelar lugares oscuros, sin vistas y, sobre todo, sin función.
La isla no termina en una tapa con altura de barra, sino que avanza con un apoyo a media altura, para conformar una auténtica mesa. “Fue compleja de realizar: está montada sobre una estructura tubular que debimos modular antes de revestir”.
Parte del sector social, la cocina tiene el mismo piso de roble e idéntico color. “Si bien la integración de la cocina es un gesto moderno, tener todo a mano retoma el concepto clásico de funcionalidad”, comparte el arquitecto. “Cuando viajo, compro más que nada especias e ingredientes: es un modo de recrear esa experiencia con sabores cotidianos. Además de que suelen venir en envases muy atractivos, lo que me encanta porque los tengo a la vista”.
Nuevos y más prácticos usos
Lo que era el pasillo de servicio, hoy es centro de lavado y cocina con horno y anafe. Sale de la primera sección, que se ve en la foto de la izquierda y llega hasta el cuarto de los chicos.
“En esta segunda cocina hago los guisos y el minestrone, los platos más olorosos y elaborados. Cuando estoy solo con los chicos, puedo charlar con ellos mientras cocino. Siempre la intención es estar cerca de la familia”.
“Hice de mi casa un laboratorio de nuevas experiencias que probé en primera persona antes de proponérselas a mis clientes”.
Descanso con vistas
En el dormitorio principal, la cama, con mesas y respaldo integrados en una sola estructura, es un diseño de Jorge Cermesoni realizado por Mesopotamia.
“No quise una de esas camas estilo americano, enormes y altas: se transforman en un elemento demasiado protagónico e incómodo. Diseñé algo más oriental, inspirado en los tatamis”.
“Armar el escritorio en mi cuarto me salió bien, no solo como consecuencia de la pandemia”, cuenta el dueño de casa. “Me acostumbré a responder desde ahí los primeros mails y recién después ir al estudio. Ya no es más despertar y salir corriendo”.
Más color en el cuarto de los chicos
“Creo que la gente se anima muy tímidamente con el color: una parecita, una columna, el toilette. Una pena, porque en dos días le cambiás la onda a un cuarto, y hoy hay mil tonos para elegir”.
“Los edificios que rodean el Kavanagh son en su mayoría monumentos y están muy bien iluminados. Son dos casas: de día y de noche”.
Un mito, desde adentro
Proyectado por el estudio Sánchez, Lagos y de la Torre e inaugurado en 1936, el Kavanagh fue el edificio más alto de Sudámerica, el más alto del mundo con estructura de hormigón armado, y el primero con aire acondicionado central.
Se dice que Corina Kavanagh mandó a construir este edificio para tapar la vista desde el Palacio Anchorena hacia la Basílica del Santísimo Sacramento, que Mercedes Castellanos de Anchorena levantó para que fuera, además de sitio de devoción, mausoleo familiar. Una rotunda venganza por romper su historia de amor con Aarón Anchorena, hijo de Mercedes. Un dato para muchos incomprobable, pero ¿qué edificio emblemático que se precie no tiene sus mitos y fantasmas?
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