La propiedad de los años 60 fue refaccionada para satisfacer las necesidades actuales de una familia de cinco y, además, tener dos grandes oficinas para los dueños de casa.
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“La armonía de la familia tiene mucho que ver con la espacialidad de nuestro lugar”, reflexiona María Sivak –artista visual y creadora de Raw Murales– sobre la casa de Olivos donde vive junto con su marido, Julián, sus tres hijas y dos perras. La encontraron en 2018, tras una larga búsqueda. Es que, para mudarse, no solo necesitaban los ambientes lógicos para la vida familiar, sino también dos espacios de trabajo separados, amplios, luminosos y en planta baja.
"Como las columnas negras son portantes y no se podían sacar, decidimos dejarlas a la vista, pintadas de negro, igual que las carpinterías que dan al jardín."
María Sivak, creadora de Raw Murales y dueña de casa
Paciente proceso
Julián y María emprendieron la reforma junto al arquitecto Daniel Ferrari, de Estudio Ferrari Arquitectura. La obra llevó 11 meses: se cambiaron las conexiones de electricidad y agua, avanzaron unos metros hacia los dos jardines, sumaron un cuarto en la terraza y cambiaron todos los ambientes de lugar, excepto un baño que hoy usan como toilette. Además, instalaron aires acondicionados fríos y radiadores en toda la vivienda.
Hablando de cambios más blandos, en su casa anterior no tenían ni una planta de interior. Hoy no se imaginan sin ellas. “Los padres de Julián nos empezaron a traer gajos, el primero fue un palo de agua. Y de ahí no paramos”. María se ocupa del cuidado de las de adentro, mientras que Julián está a cargo del jardín.
“Imaginaba que la cocina y la parrilla de la galería estuvieran en continuado, pero el arquitecto me convenció de que ese espacio era el ideal para el living, y hoy lo aprovechamos muchísimo”.
Home office, una prioridad
“Living, comedor, cocina, galería y jardín quedaron integrados. Y hasta mi estudio se incorpora a ese conjunto cuando hacemos una reunión. Se generó un súper ambiente que usamos mucho. Es muy cómodo y nos da libertad”, cuenta María. Si bien evaluaron varios proyectos, se inclinaron por este que cumplía con sus necesidades y que dejaba los estudios en la planta baja para que, si necesitan recibir gente, no tengan que circular por el espacio privado.
El mural ‘Mi refugio’ en papel adhesivo al agua, uno de los productos que crea María, se asocia con el verde exterior y suaviza la pared junto a la ventana.
Entre tantos objetos queridos, el fichero fue una donación de su hermana Analía, escritora, quien lo mandó a hacer especialmente para guardar sus cuentos en hojas A4. “Ahora yo guardo pinceles, lápices, muestras y pruebas de Raw. Cuando ella vuelva se llenará de cuentos nuevamente”, dice María.
Avance y renovación
La cocina terminaba en la columna portante que está a la vista; al ampliarse hacia el jardín delantero, desde donde recibe luz natural, quedó mucho más cómoda. La conexión con el living quedó abierta.
En la primera obra refaccionaron la cocina para que quedara utilizable, pero no estaba en su versión final. El año pasado, la arquitecta Milagros Cornejo fue la encargada de refrescar ese ambiente, para el que eligieron una base neutra para muebles, paredes y lámparas, y colores vibrantes complementarios para el sector de la isla.
Dormitorios llenos de color
“Quería un estilo bien cargado para el toilette y así lo hice, con muchos colores y texturas. De hecho me gustaría llenarlo de plantas, pero me frena la falta de luz suficiente para eso”, detalla la dueña de casa.
“Cuando nos mudamos, quise encargar un mural para el cuarto de mis hijas. Y ahí hice el clic: ‘Yo pinto, puedo hacer eso, solo es otro formato’, me dije. Y así nació mi emprendimiento”.
“Dudábamos si cerrar la terraza o no para hacer un cuarto más, porque ya era demasiada obra y se nos iba de presupuesto. Le dije al arquitecto que no lo hiciera, que quedaría para más adelante. Y él respondió: ‘Tranquila, ya la cerré, lo estamos haciendo’. Siempre nos dijo: ‘Mi cliente no son ustedes, mi cliente es la casa’. Tuvo la sabiduría y el carácter necesario para tomar decisiones acertadas en función de lo que la casa pedía. Le estoy muy agradecida por eso. Hoy, esa exterraza es el dormitorio de nuestra hija más chica”.
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