El edificio fue proyectado por Diorella Fortunati cuando recién terminaba de la facultad e inaugurado cinco años después, en 2021; el resultado es un afortunado reflejo de sus ambiciones académicas que incluso fue premiado
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Premiado internacionalmente, este edificio de Ituzaingó que propone departamentos distintos entre sí, vistas al verde y una planta baja pública que juega con la trama urbana fue diseñado y dirigido por Diorella Fortunati, hoy asociada a la arquitecta Nuria Jover en Estudio Morton.
Además de múltiples nominaciones −que incluyen su exhibición en el célebre Instituto de Tecnología de Illinois (Chicago)−, recibió el Gran Premio en la Bienal Internacional de Santa Cruz 2024 (Bolivia) y también fue distinguido por la Federación Argentina de Entidades de Arquitectos (FADEA).
Fanática de Silvina Ocampo, la arquitecta bautizó los departamentos con el nombre de especies que la autora menciona en Árboles de Buenos Aires (1979). “Esos poemas describen particulares sensaciones de estar inmerso en la copa de un árbol; y acá yo buscaba algo similar: una perspectiva fuera de lo convencional”, cuenta Fortunati.
El departamento de Julián
Julián Joandet tiene 36 años. Es diseñador, director de arte y está al frente de B* Creative Studio, una agencia con tres áreas operativas: branding, producción de eventos y reclutamiento de influencers. Trabaja mucho desde su casa y la amplitud y la flexibilidad de sus ambientes le permiten hacerlo, sin problema, en cualquiera de ellos.
“Conocí el edificio a través de un amigo que tomó posesión de los locales de la planta baja cuando la obra se estaba terminando. Me invitó a recorrerla y, de inmediato, me llamó la atención que no se trataba de una construcción seriada, sino que cada piso tenía su propia impronta y espacio distintivo. Ningún departamento se repite. Eso me dio la pauta de que no habría rigidez en el uso de los espacios”, recuerda.
"Partiendo del banco de hormigón de la terraza, que ingresa al interior, distribuí otros bancos de madera por el departamento para usar la oficina o el hall de entrada como lugares de descanso, por ejemplo."
Julián Joandet, diseñador, director de arte y dueño de casa
Julián vive en la unidad “Ceibo”, que tiene un estudio/oficina al cual puede acceder directamente desde el palier común a través de lo que hoy es una ventana, pero que está preparada para transformarse en puerta, para recibir clientes sin que pasen por la casa, algo preciado en estas épocas de home office.
En ese espacio, el diseñador hace de todo: trabaja, edita sus fotos, escucha música, destina ratos libres. El balcón es otro de sus preferidos: cuando los días están lindos, se convierte fácilmente en comedor gracias al banco de hormigón, una extensión de la estructura que habilita a sentarse o apoyarse sin necesitar muebles extra. “Me gusta poder resignificar los espacios constantemente, en línea con la versatilidad del diseño, que invita a apropiarse con libertad de cada ambiente”.
“Ajusté el mobiliario y la decoración a lo mínimo indispensable, no solo porque el edificio tiene un diseño que viste, sino también porque contar con pocos elementos me permite registrarlos mejor y mantener el orden”.
“Al momento de mudarme, me atrapó que los departamentos fueran distintos y poco predecibles, algo que aleja esta construcción de las ofertas más comerciales, en las que todo se hace igual”.
El departamento de Julieta
Julieta Doellinger trabaja desde muy chica junto a su papá en una empresa de transporte de pasajeros llamada Ale Bus. Él, dice, le dio las herramientas necesarias para crecer profesionalmente y formar negocios propios. Tanto es así que, recientemente, a sus 30 años, abrió junto con su pareja un local de venta de celulares y accesorios importados llamado iPhone Padua.
“Lo mío se maneja todo en familia”, dice entre risas. Hace años que vive en Ituzaingó, en el mismo barrio donde está ubicado este edificio que la atrapó por la cantidad de ventanas y vistas al verde. Su departamento fue equipado en gran parte por la dueña, a quien le atribuye todo el mérito de la decoración.
"El balcón es uno de los espacios que más disfruto. Allí paso muchas noches de verano y, además, me permite ampliar enormemente el comedor cuando abro sus puertas ventana de par en par."
Julieta Doellinger, emprendedora
“No hizo falta desarrollar demasiado el interiorismo porque el lugar tiene tanta luz que por sí mismo cobra vida. Únicamente sumamos algunos objetos con colores pasteles para que quedaran engamados con la arquitectura”.
El edificio es una masa horadada por tres vacíos, en la que la vegetación y la ventilación dan el presente en todo el perímetro. Cada dormitorio está en relación con el exterior arbolado.
El departamento de Diorella
Diorella Fortunati es propietaria de uno de los departamentos y, además, es la arquitecta detrás de la obra. Vivir en este lugar es, para ella, un orgullo. “No estaba en mis planes mudarme acá, pero surgió la posibilidad. Es muy gratificante estar tan a gusto en un espacio diseñado para otros”.
"Hay gente joven que no puede afrontar los gastos de vivir en un departamento caro, pero que igual quiere (y tiene derecho a) vivir bien, o personas solteras que no tienen por qué vivir peor que si lo hicieran con más gente. Tampoco considero que las unidades de poca superficie deban tener balcones igual de chicos."
Arq. Diorella Fortunati, autora del proyecto y socia fundadora de Estudio Morton
Esta fue su primera obra de propiedad horizontal; la empezó a diseñar en 2016, cuando tenía 25 años, y se concretó en 2018. “Es un bloque de casas apiladas con sus cuatro fachadas liberadas y trece tipologías distintas. Fue posible gracias a la imprudencia de mi juventud, a mis pensamientos universitarios y a los inversores, que entendieron que se traducirían en espacios de calidad”.
En la comodidad de sus 45m2 –y 15 de expansión– queda plasmada su búsqueda de “equidad espacial”, como ella misma define.
Cocina y espacio de trabajo
“Como la cocina iba a estar a la vista y sería mi espacio de trabajo, le di igual importancia que al living. Escondí la heladera en un mueble y puse una isla de 1,50x1,50m para cocinar, comer y desplegar computadora y planos. El verde fue una apuesta de diálogo con los árboles, que resultó bien. Si no arriesgo en mi propia casa, ¿entonces dónde?”, reflexiona la arquitecta.
Balcón-terraza que se disfruta
Diorella recuerda que, durante la obra, los operarios se reunían en sus ratos de descanso en la terraza del primer piso, que ahora es suyo, justo frente a la copa de los jacarandás (su unidad les debe su nombre). “Presto mucha atención a las dinámicas urbanas, y entendí que esa expansión era muy potente. Decidí destacarla abriendo más ventanas en dirección a esos árboles”, cuenta, respecto de algunos ajustes de diseño que encaró una vez que supo que viviría aquí.
“Desde mi terraza veo cómo se aprovecha la planta baja: hay locales gastronómicos y se cedió parte al uso público ensanchando la vereda y sumando un estanque, el favorito de los niños”.
“El sofá mide 1,10x1,20m, así que podemos usarlo como cama si alguien se queda a dormir”.
Claves de su dormitorio
El placard tiene 30cm de profundidad; los otros 30 se cedieron al espacio integrado de cocina y estar. “En los placares de 60cm, sobra lugar detrás de las remeras, así que prefiero destinar el sobrante a las áreas comunes y buscar otro lugar para perchas”.
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