En un terreno cargado de verde e historia personal, una cantante lírica argentina que vive en Alemania hizo una base cómoda para sus visitas al país.
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La cantante lírica Gabriela Berardone lleva una vida nómade: se crio en Congo, vivió en Estados Unidos y en distintos países de Europa y actualmente reside en Alemania junto con su familia. Cuando visita la Argentina, se queda en la localidad agrícola El Pato por un excelente motivo. Hace cuarenta años, sus padres compraron un extenso terreno en esa zona remota del partido de Berazategui, donde hoy tienen casas hermanos, tíos y primos.
“A mi mamá le quedaba una última parcela por vender. Con mi marido nos estábamos yendo a vivir afuera, pero queríamos retener algo propio en Argentina; entonces, tomamos la decisión más obvia: continuar con la tradición. Ahora, la quinta es una suerte de complejo familiar”, cuenta orgullosa la artista, que está casada con un norteamericano y tiene tres hijos adolescentes.
Simple y de pocos materiales
Este proyecto fue diseñado por las hermanas Sofía y Paula Gerlach (al mando de Estudio Gerlach), en conjunto con la arquitecta estadounidense Jill Lewis. “Los dueños viajan una vez al año, pero la casa tiene tanta decoración con historia que pensás que vive alguien hace diez”, aseguran las socias.
"La casa se pensó como un quincho de espacios fluidos donde te podés quedar a dormir. Y aunque sea para estadías cortas, es un lugar que está repleto de objetos cargados de sentido."
Gabriela Berardone, cantante lírica y dueña de casa
La familia volvió de Congo con wengue, una madera local. Como es dura y pocos la trabajan artesanalmente en Argentina, solo pudieron armar piezas simples, como las del comedor. Mesada en Silestone ‘Gris Marengo’ (Marmolería Magrone). Bajomesada en melamina símil nogal (diseñado por el Estudio Gerlach y ejecutado por Mi Cocina).
“Me gusta muchísimo el verde, pero como ya hay tanto en El Pato, busqué otro color natural que repitiera menos lo que se ve por las ventanas: el azul”, comparte la dueña.
La luz primero
El pasillo tiene ventanas de techo sobre las puertas de entrada a los cuartos, y el mismo recurso se repite en los baños: sin salida al exterior, los baños se iluminan con lucarnas.
Gabriela quería un mosaico calcáreo en línea con el campo y de toque artesanal. Eligió un motivo geométrico (pero no modernoso) del color de la vegetación.
Jardín salvaje y nativo
“En Alemania vivo entre rosas y hortensias. Quise escapar del paisajismo europeo y tener algo salvaje y rústico, acorde con El Pato. Plantas que no se vieran manicuradas”.
Gabriela se ocupó del diseño del jardín junto con Ricardo Kohler, quien ha estado siempre a cargo de la jardinería en el terreno familiar. La mayoría de las plantas fueron trasplantadas desde otros puntos del predio, porque el objetivo era tener estar rodeados de especies nativas.
Para compartir en vacaciones
“Hicimos solo un cuarto para los chicos, así se amuchan cada vez que venimos de vacaciones. Queríamos fomentar un modo de compartir distinto del de todos los días. Si quieren privacidad, tienen una quinta enorme para desconectarse”.
En continuidad estética
Ropa de cama (Matteo Bedding). Almohadones (Binah Deco). El pie es una rafia antigua comprada en África. Mesas de luz ‘Pebeta’ y cómoda en cuero blanco y negro (todo de Eugenio Aguirre). En el baño principal, vanitory laqueado (Carpintería del Sur) con mesada de Purastone ‘Blanco Icon’ (Marmolería Magrone).
Como gesto único, las paredes azules y la melamina de los muebles de la cocina se repiten en los dormitorios. Eligieron pocos materiales para la continuidad estética de la casa.
De bajo mantenimiento
"La idea fue diseñar una casa que exigiera poco mantenimiento. Por eso el hormigón: un material noble, cuya dureza, además, aplaca un poco el verde y evita que se torne abrumador."
Arq. Sofía Gerlach, socia del Estudio Gerlach
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