La arquitectura silenciosa fue el punto de partida del arquitecto Gonzalo Bardach para construir una casa que respeta la topografía de los bosques costeros y fomenta la propagación de especies nativas.
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La amistad es el hilo conductor de esta historia. Gastón, enamorado del bosque y de la playa de Costa Esmeralda, quería construir ahí una casa para conectar con la naturaleza y compartir con amigos los fines de semana en los meses fríos, y estadías más largas en verano. Fue justamente a través de ellos que conoció al arquitecto Gonzalo Bardach, con quien comparte la inquietud por la sustentabilidad. Entre viaje y viaje a la costa, construyeron esta casa que se funde con el bosque y una amistad que perdura.
Un refugio entre los árboles
Gastón siempre quiso tener una casa en el bosque, que fuera de fácil uso y mantenimiento, y que estuviera lo más integrada posible al paisaje. Siguiendo estos requerimientos, se diseñó una estructura de una planta con tres pabellones semienterrados y unidos al terreno por cubiertas verdes: uno para el cuarto principal y los otros para invitados. En el medio, se generó una gran transparencia para la parte social, con living-comedor y cocina.
En el hall se sumó un espejo para multiplicar el paisaje en el interior. Ya en estos primeros pasos encontramos el preludio de la paleta reducida, mayoritariamente neutra y oscura, que reina en los ambientes. “Estos tonos hacen que la mirada se vaya hacia el paisaje, hacia los verdes exteriores, sin distracciones innecesarias”, explica el arquitecto.
Los pequeños toques de color aparecen en los géneros naturales: lino en las cortinas y en los sillones, cuero en las poltronas y lana de oveja en las alfombras. También se sumaron obras de arte realizadas por Gonzalo.
"Lo que más disfruto es el espacio central. Todas las ventanas se esconden en los muros laterales al abrir; esto lo integra completamente con la naturaleza."
Gastón, dueño de casa
Para disfrutarse en invierno, se incluyó loza radiante, un aire central y chimenea. Nada como estar en la costa y encender un acogedor fueguito.
Parte del paisaje
La forma y el diseño de la casa se inspiraron en los movimientos naturales de la tierra. El terreno presentaba una topografía especial, con desnivel que exigía un minucioso plan. “Cuando visité el lugar, pensé que el proyecto tenía que estar implantado ahí, donde se generaba ese desnivel. El desafío era lograr que la construcción pasara a formar parte del lugar”, cuenta Gonzalo. Una de las soluciones para lograrlo fueron las formas curvas, que le permitieron fluir, como lo hacen el viento y las ondulaciones de los médanos cercanos.
“Queríamos crear algo lo más cercano posible a lo que la naturaleza genera en la zona. La piedra líquida nos permitió moldear las formas que buscábamos”.
Cubiertas verdes
Una pradera de nativas enraíza los volúmenes con la tierra. Estas cubiertas verdes, además del impacto visual y del efecto inmersivo en la naturaleza, aíslan la casa, protegiéndola del frío y, especialmente, del calor.
“Pusimos plantas nativas para que hubiera biodiversidad, ya que generan un ‘corredor nativo’ en el que se propagan, y así le brindan refugio a animales silvestres e insectos polinizadores.”
Arquitectura silenciosa
Cuando Gonzalo y Gastón llegaron por primera vez al terreno, tuvieron la misma visión: “una vez lista la casa, esto debía seguir siendo un bosque. No quisimos un jardín con grama bahiana y plantas tropicales, que no tuviera nada que ver con el lugar, sino uno en el que no se notara el paso de nuestras manos”. Esa capacidad de integrarse al paisaje en vez de destacarse es lo que su autor llama “arquitectura y paisajismo silenciosos”.
Casa de amigos
Como la casa nació con la idea de recibir, tiene cuatro cuartos: uno principal en suite y los demás equipados con camas individuales o cuchetas, y acompañados por sus respectivos baños. Siguiendo la paleta del resto de la casa, en los baños las paredes de hormigón y pisos de cemento alisado se combinaron con vanitorys en madera de incienso y mesadas en negro.
Claves para un diseño sustentable
Para lograr una casa que fuera respetuosa con en el entorno, se implementaron una serie de buenas decisiones:
- Elección de materiales nobles y de mantenimiento mínimo, como la piedra líquida, la madera, el hierro y el vidrio.
- Proliferación de autóctonas y paisajismo silencioso: se propuso un enfoque más orgánico y menos controlado para el diseño y el mantenimiento del jardín.
- Guiarse por el diseño bioambiental: considera cuidadosamente las orientaciones solares y los patrones de viento, priorizando la iluminación natural en todos los espacios y la ventilación cruzada, que permite mantener el confort térmico de manera natural.
- Respeto por el terreno: la casa se implantó en una duna, realizando la menor intervención posible en sus formas.
- Inclusión de cubiertas verdes: aíslan térmicamente la casa y fomentan la absorción de CO2, lo que las vuelve vitales en entornos más urbanos.
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