Patricia O’Shea y Tom Rixton encontraron una casa de los años 50 en Parque Chas donde crearon su hogar rescatando lo mejor del estilo de Home Hotel Buenos Aires.
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Hacer un corte con el trabajo es una decisión compleja cuando el trabajo está ubicado en uno de los hoteles boutique más bellos de Buenos Aires. Tomar distancia del jardín arbolado, la pileta, los objetos de diseño que armonizan Home Hotel BA, en el corazón de Palermo Hollywood,fue la decisión que tomaron Patricia O’Shea y Tom Rixton, los dueños de uno de los lugares más instagrameables y premiados de la ciudad.
Fue en pandemia cuando la pareja sintió la necesidad de hacer un cambio, replantearse el estilo de vida y mudarse. Pero claro, la vara estaba muy alta. El objetivo era pasar más tiempo en familia, en una casa amplia y, en lo posible, ni tan lejos ni tan cerca del hotel de Honduras al 5800 destacado por Condé Nast Traveler, Luxury Travel Award y Boutique Hotel Awards en varias ocasiones. “Era muy disruptivo y difícil separar la vida laboral de la vida privada, personal y familiar”, señala Patricia sobre los motivos que los llevaron a Parque Chas, un barrio que no habían considerado cuando buscaban entre Colegiales, Chacarita o Paternal.
En plena pandemia arrancamos la búsqueda. Consideramos que la distancia al hotel no fuera de más de 20 minutos. Y cuando encontramos esta propiedad nos enamoramos de Parque Chas, una zona que no conocíamos en lo más mínimo. Reunía todo lo que queríamos: densificación baja, sin edificios altos, muy tranquilo. Y lo más relevante: no queda lejos de Palermo”, dice con entusiasmo Patricia, ya instalada en la casa a la que bautizaron Turín, como el nombre de la calle.
Y así empezó a construirse el sueño de un Home personal, a la medida de la familia, huéspedes que proyectaron cada rincón de acuerdo a necesidades puntuales. Ya que en el hotel las obras de arte, los objetos de colección y los wallpaper tienen un lugar privilegiado, el comitente O’Shea-Rixton le pidió a la arquitecta Juana Grichener y su socia Iris Grosserohde, de @somosestudio, espacios diseñados para atesorar la colección de robots y vinilos de Tom. Y repisas y paredes libres para disponer de obras de arte.
Entonces, eligieron sus favoritas de Home Hotel y se las llevaron, ahora sí, a su propia casa.
"No queríamos que nuestra casa fuera una mini réplica del hotel porque justamente queríamos tomar distancia del lugar de trabajo. Pero de todas maneras nos trajimos un poco de Home"
“Es un sueño, construimos una casa solo para nosotros y dejamos atrás el ruido in crescendo de Palermo. Estamos felices”, destaca. Al proyecto se sumó el arquitecto Martin Zaitch y, entre todos, establecieron una “relación colaborativa” que, según Patricia, era clave para avanzar. “Tenemos una visión muy clara en arquitectura y diseño”, aclara.
La casa que encontraron estaba con signos de deterioro pero mucho potencial. La tipología de los años ‘50 contribuyó a que el proyecto pusiera en valor los 80 metros cuadrados. “Era de esas casas que abundan en pueblos de provincia, un clásico poco reconocido de la arquitectura argentina”, definen sobre la unidad de una planta, con un zaguán de entrada con columna, jardín de fondo, patio lateral y pasillo abierto que conecta directo a la cocina. Mantener la entrada original fue, desde el primer momento, uno de los requisitos.
“Nuestra idea fue agrandar la casa para contar con tres habitaciones, un estudio y un living comedor con cocina incorporada, conservando la máxima superficie de jardín posible, incluyendo una pileta, parrilla y lavadero”, señala la feliz propietaria que junto a los arquitectos decidió integrar el pasillo exterior a la casa, que originalmente llevaba directamente a la cocina, para construir la escalera que vincula la planta baja al primer piso donde se encuentran los dormitorios y baños.
En planta baja se utilizó el living a la calle como garage porque en la zona es difícil conseguir lugar para estacionar. Como living se sumó un ambiente contiguo a la cocina, entre el patio interior y el jardín.
Ese patio, pensado como pulmón verde asume la función de organizar las áreas del nivel 0 con ventanales continuos que iluminan y ventilan toda la planta.
La solución arquitectónica que aplicaron para lograr la apertura total hacia el jardín fue la colocación de una viga de 8 metros, instalada de medianera a medianera.
Para los dueños de casa la cocina es un lugar estratégico que se percibe como una articulación entre todos los espacios. Como la puerta de entrada original es azul, y así quedó, decidieron que este espacio también fuera azul.
En tanto, el hall de distribución de la planta alta facilita las conexiones a los tres dormitorios: el principal cuenta con baño en suite y acceso acceso a una terraza verde con césped real, árboles en maceta y pradera de flores que atraen mariposas y colibríes.
Para Lupe, la hija del matrimonio, el cuarto también se dispuso con visuales a la misma terraza. Y como los padres de Tom vienen de visita desde Inglaterra muy seguido también se diseñó una habitación de huéspedes para recibirlos.
“Priorizamos la luz y la vista al cielo, algo que no abundaba en la casa anterior porque tenía paredones altos. Por eso estamos fascinados con el barrio, bajo y abierto”, dice Patricia.
Del interiorismo también se encargaron junto a los arquitectos, para ambientar los espacios con mobiliario propio, de colección. Y se decidió estratégicamente la ubicación de obras de arte.
Tom, ex productor musical y DJ en Inglaterra, cuenta con una extensa colección de vinilos, para los que se diseñó un mueble a medida donde ubicar bandejas de discos, mezcladores y los mismos vinilos.
El jardín fue diseñado por el equipo de paisajistas Cecilia Ortolano y Manuela García Faure, responsables del paisajismo que rodea la nueva casa. Después de 18 años viviendo a 2 cuadras del hotel que dirigen, ahora sienten que este proyecto cuenta con su propia huella personal.
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