Tras seis meses de vivir allí, la arquitecta Estefanía Di Carlo convocó a su colega Nicolás Vera para llevar adelante el proyecto.
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Conocía muy bien la vivienda, ubicada en el mismo barrio en el que vivía cuando era chica: “Siempre me había gustado, pero tenía dimensiones acotadas para nosotros cinco”, comparte la arquitecta Estefanía Di Carlo. Antes de comprarla, pidió los planos y trazó el proyecto de reforma y ampliación. Cuando confirmó que era una posibilidad viable a futuro, la adquirieron, resolvieron algunos arreglos esenciales y se mudaron.
Durante los seis primeros meses, Estefanía fue detectando las necesidades reales y concretas de su familia de cinco, pensó posibles mejoras y terminó de imaginar la vivienda ideal para todos.
"Me encantaba la casa de base, por eso mantuvimos la forma constructiva y el estilo. Pero la pusimos en valor: nos enfocamos en la materialidad y mejoramos drásticamente el confort."
Arq. Estefanía Di Carlo, dueña de casa, a cargo del proyecto de reforma y del interiorismo
Expansión e intimidad
Tras esa etapa experimental en la casa, Estefanía decidió convocar al arquitecto Nicolás Vera, al frente del estudio NRV Arquitectura, para que realizara la dirección y ejecución de la obra. Gracias a esa alianza profesional que puso en acción el proyecto, la casa duplicó sus metros: expandieron el estar e incorporaron una parrilla, un espacio reparado al aire libre, un playroom, dos habitaciones, lavadero y toilette) manteniendo su morfología, con un ala reservada para los ambientes privados y otra para los públicos.
El estar ganó más de 2 metros, avanzando hacia el exterior, además de agrandar la abertura al máximo, lo que visualmente le da todavía más proyección.
"El proyecto me cautivó desde el principio. La sensación que transmite la casa es difícil de explicar: tiene algo de la playa, otro poco del campo, mucha paz. Es austera, pero hecha con materiales naturales de calidad."
Arq. Nicolás Vera, de NRV Arquitectura, al frente de la dirección y ejecución de obra
“Por su forma de herradura, la casa es privada como un claustro. Desde adentro, no se ve nada de lo que pasa afuera, y viceversa”, dice Estefanía Di Carlo.
Conectividad
La cocina era el último ambiente del ala social. Ahora, quedó conectada con la galería a un lado, y con el nuevo playroom al otro. “Mientras que para los interiores elegimos superficies brillantes, para el exterior nos inclinamos por las texturas porosas”, nos cuenta Nicolás Vera.
“Siempre me gustó trabajar en equipo, y acá necesitaba a alguien con quien intercambiar ideas y que llevara adelante la obra”, cuenta Estefanía. “Nos potenciamos. Parecía que éramos dos arquitectos trabajando para un tercero... ¡pero ella era la clienta!”, dice Nicolás.
Ajustes necesarios
La pileta mantuvo su ubicación original. Durante la obra le quitaron algunos centímetros de ancho para hacer más cómoda la circulación, extendieron la parte menos honda y elevaron el filo del contorno, que también funciona como protección para los chicos. “Cuando no se usa, aporta la serenidad de un estanque”, dicen. Antes de la reforma, la casa terminaba a la altura donde está sentada la dueña de casa.
“No quería una galería techada, pero sí un sector para compartir comidas al aire libre. Por ahora instalamos una estructura metálica con un toldo provisorio hasta que las enredaderas formen un techo verde”, dice Estefanía.
Como remate del ala social se hizo una parrilla (que la casa no tenía). “En línea con el resto, queríamos un espacio blanco. Y para seguir con las piedras naturales, elegimos mármol, un material que en general no tiene ese uso”, cuenta Nicolás.
Resguardo
El cuarto principal es el único con doble circulación de aire, con ventana al lateral y al patio central. Gracias a las carpinterías de piso a techo, queda a un paso de la naturaleza, pero los nuevos postigos le dan la necesaria privacidad.
“En toda la casa se destaca la sutileza de los materiales elegidos, que resaltan dentro de la gran caja blanca”, subraya el arquitecto Vera.
Una meta fundamental de la ampliación fue incorporar habitaciones nuevas, que hoy son los cuartos infantiles, además de un baño extra. Además, renovaron todos los techos e instalaron losa radiante.
El resultado buscado
“Tras la obra, la casa tiene los ambientes que necesitábamos, bien resueltos, y todo en planta baja, algo que me interesaba mucho”, dice Estefanía. En total, son 240m2 entre espacios cubiertos y semicubiertos.
Anita Maiquez diseñó el paisajismo de impronta californiana, con macetas grandes (Fina Naturaleza) en el patio y stipas, una gramínea ornamental que aporta volumen en ambos jardines.
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