La arquitecta Paula Lloret nos muestra cómo transformó el espacio más importante de su casa, envalentonada con el proyecto que imaginó en plena pandemia.
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‘’Voy a jugar a desarmar y volver a armar mi casa. A mi gusto”. Eso fue una de las cosas que a la arquitecta Paula Lloret la ayudaron a transitar el hastío del encierro durante la pandemia. Empezó soñando con su nueva cocina y, de a poco, iba compartiendo esas ideas y croquis con su marido. La cuestión es que él también se terminó entusiasmando, así que, como quien no quiere la cosa, juntos empezaron a mirar precios de materiales y a consultar presupuestos. El resultado es lo que hoy les mostramos.
“Hace nueve años que vivimos acá. La casa nos enamoró por su encanto y su estilo campo: mi marido, ingeniero agrónomo, y yo estamos muy vinculados a esa tradición. Pero bueno, también tenía sus fallas y la cocina era las más notable. Estaba como encajonada, siempre oscura; más allá de su aspecto anticuado, funcionalmente tampoco era cómoda”.
Increíble, pero real
Donde estaba el anafe y extractor, actualmente se encuentra la barra que abre hacia el comedor, bañándolo todo de luz.
“Abrimos la cocina hacia el comedor principal a través de una barra. El ventanal grande del comedor, que da al frente, llenó la cocina de luz. ¡El cambio fué tremendo!”, nos cuenta Paula. “La barra conecta ambos espacios, así que mientras cocino, charlo con mi familia o mis amigos. Funcionó tal como lo imaginé.”
“Para la barra queríamos una tabla de aspecto rústico y envejecido. Conseguimos esta en un aserradero, y la sometimos a un proceso de arenado, que desgasta la madera con arena para resaltar las vetas.”
Oportunidades
“Un gran desafío a nivel estructural fue reemplazar una columna que había por un perfil pesado y complejo de manejar dentro de la casa. Aunque me hizo renegar, esa viga terminó dividiendo el sector de fuego de la casa, creando una separación natural entre cocción y disfrute.”
“Incorporé elementos rústicos que le gustan a mi marido en algunos detalles, como las tablas y los tiradores, y, especialmente, la campana oculta tran un mueble que termina con este arco. Después lo equilibré con la elegancia del blanco, la laca y los replanados en los muebles. Hay un elemento de los Hamptons que me gusta y me identifica”.
Conectados
Eliminar la escalera existente no era una opción, pero sí moverla. Después, Paula abrió un ventanal hacia un retiro verde para darle un fondo de luz que la hace aún más especial. Esa escalera lleva directamente al playroom que usan sus tres hijos. “Pueden estar jugando o mirando una peli, pero saben que estamos abajo, cocinando o charlando y les gusta sentir esa cercanía”.
Punto de encuentro
La isla es espacio de trabajo y también es mesa de comedor diario, detalla Paula “Nosotros desayunamos en la isla, almorzamos y cenamos, una picadita con un grupito de amigos reducido, la tarea con los chicos ¡es un gran gran lugar! la verdad es que estamos todo el tiempo acá.”
Espacios con propósito
Genial paso al lavadero
En esta cocina diseñada hasta el milímetro, todos los electrodomésticos son panelables para que no se vean ni la heladera, ni freezer, ni el lavavajillas ¡Menos que menos el dispenser de agua! Un detalle muy simpático es que hicieron con la misma estética de todos los frentes las puertas (con paneles y tiradores) que llevan al lavadero.
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