Una pareja encomendó a un estudio de arquitectas la reforma de un monoambiente en Recoleta. El pedido fue ambicioso: querían que el espacio de 35 m2 metros lograra una sensación de casa.
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Hay una falsa creencia de que los espacios chicos se agrandan si están despojados. Probablemente fue eso lo que hizo que sus clientes se asustaran cuando Alejandra Tobar y Vanesa Schmidt, socias de Vara Arquitectura, les plantearon la posibilidad de hacer un mueble de madera que recorriera todo el largo de su monoambiente.
"El concepto general era armar un departamento que tuviera alma de casa. En ese sentido, nos parecía que un mueble podía ayudarnos a delimitar un sector de cocina, otro de living y uno de cuarto."
Arq. Alejandra Tobar, Vara Estudio
Decididas a correrse del planteo obvio al que invitaba la planta (con la cama enfrentada a la televisión y una mesa de comedor o sillón) las arquitectas estudiaron los pocos metros al milímetro e hicieron espacio para todo.
La cocina se mantuvo original con algunos cambios puntuales. Los frentes de las alacenas y los herrajes se cambiaron por unos negros, igual que la pastina de las venecitas (originalmente, blanca). “La idea era lograr una cocina bien monocromática”.
Acentos de color
“La paleta surgió con la idea de darle acentos de color al ambiente; salirse un poco de los neutros”, cuentan las arquitectas. Si bien la base sobre la que trabajaron es más bien neutra, el verde, el rojo y el azul tienen una presencia fundamental. “Son colores que además se complementan muy bien con la madera de los pisos, que aporta calidez”, asegura Tobar.
En el dormitorio la apuesta fue por el verde musgo que está presente tanto en el mueble como la ropa de cama. “No queríamos que la cama mirara a la televisión sino a la ventana, de ahí la decisión de sumar este mueble”, explican las arquitectas. Aprovechando al máximo la vista, apostaron por un mueble liviano que sectoriza y ofrece un respaldo a la cama sin interferir en la vista desde el living comedor.
En los monoambientes cada centímetro vale y más si tiene vista. Un nicho entre una columna estructural y la pared se aprovechó de la mano de un sencillo escritorio, ideal para sentarse un rato o incluso apoyar la computadora.
”El revestimiento en toda la pared fue una apuesta fuerte porque existía el miedo de que sea un exceso de madera, pero contrario a eso lo que logramos fue que el ambiente se unifique y se vea más grande”
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