Con intereses en común como la música, la meditación y los viajes, nuestros anfitriones, coinciden en esta construcción conceptual que une las líneas brutalistas de la arquitectura modernista de Brasil con la riqueza de sus raíces.
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Caminar sobre estas veredas onduladas es una invitación a bajar un cambio y transportarse a la vibrante rambla de Copacabana. Ese es el espíritu de Proyecto Brasilia: que sus habitantes vivan rodeados de símbolos emblemáticos del arte, la arquitectura, la música pero también las sensaciones de amistad y alegría que están en la alquimia brasileña.
En el hall de entrada al edificio, un mural recuerda a la escultura “Os guerreiros”, de Bruno Giorgi, que se encuentra en la Plaza de los Tres Poderes. La obra es un tributo a la modernidad arquitectónica de Brasilia, la ciudad proyectada por Lúcio Costa y Oscar Niemeyer.
En la terraza compartida, la pileta para nadar contracorriente tiene revestimiento ‘Pentagres’ (Puzzle). Junto a ella, la sala de meditación, un espacio de aire zen. Remate de chapa calada (Dobladora Campo de Mayo).
1. Sebastián
Sebastián Rendina tiene un espíritu nómade. Vivió varios años en Shanghái, donde hizo una maestría en Economía y tuvo una interesante experiencia laboral en una firma petrolera. Actualmente trabaja en la Oficina Comercial de la Embajada de Australia. Cuando comenzó a planear su regreso a la Argentina conoció el incipiente Proyecto Brasilia, y enseguida supo que, por su ubicación y características, tenía todo lo que buscaba para diseñar su hogar porteño. Aquí armó un hogar a la medida de sus pasiones en el que se conjugan los recuerdos de sus numerosas travesías, flores recién cortadas, aromas estimulantes y elementos de cocina.
Muchos de los muebles los compró online, como los sillones ‘Acapulco’ y las mesas redondas de hierro. Sobre ellas, sombrero de Pakistán, cenicero de Marruecos, un coco de Bali, bowls de Estambul, todos recuerdos de viajes.
"Tomé como base la materialidad del edificio y a partir de ahí pensé en una ambientación despojada en blanco, negro y gris, que se fue armando de manera progresiva."
Sebastián Rendina
En una decoración simple y despojada, cada elemento se destaca y representa cabalmente la sensibilidad, la curiosidad, y las inquietudes culturales inagotables del dueño de casa. “Nunca me voy a cansar de la doble altura”. Desde el sexto piso tiene una vista abierta y envidiable.
Sobre la mesa con ruedas (Harturo), otras de sus pasiones: los vinos y los aromas. Hizo talleres sobre perfumes en París, y en su departamento siempre hay velas, difusores y esencias clásicas (como sándalo o rosas) y singulares (como higos o nuez moscada), todas de Lovely George. El volumen del entrepiso marcó el espacio para el escritorio, alejado aralejos del dormitorio.
“Además del concepto original del proyecto, me convenció la distribución del departamento: es abierto pero a la vez permite tener espacios privados bien definidos”.
“La pandemia fue una oportunidad para asentarme y, como no viajé, tuve tiempo de buscar e invertir en lo que me gusta para la deco”.
“Los detalles de color en amarillo y turquesa surgieron de algunos de los primeros objetos que tuve ni bien me mudé, como un gorro que traje Kazajistán”.
La cama baja estilo tatami es un diseño que Sebastián trajo de sus años en Oriente y está en armonía con el estilo minimalista del dormitorio. Dicho mueble, los cajones, las mesas de luz y el respaldo se encastran para conformar una sola pieza.
2. Federico
Al frente de Sri Tour, su agencia de turismo, Federico Yagueddu es un joven enfocado en lo que le gusta. Parte de su eje está en su casa, donde supo armar espacios de trabajo y otros que lo conectan con su lado espiritual y creativo: la cocina, las plantas, la meditación, el ejercicio físico y estar con amigos.
"Inspirado en Tulum, que es un lugar importante para mí, pensé en crear un clima de playa donde predominaran el blanco, la madera y las plantas tropicales."
Federico Yagueddu
“La amplitud y la posibilidad de una circulación fluida me ayudaron a definir espacios para las funciones sociales y de trabajo. Encontré el lugar para todo lo que me gusta”.
Federico compartió su visión con la interiorista Dai Pagg, y juntos definieron la ubicación de los muebles. “Cocinar me encanta y me hace poner un stop. La isla fue un recurso para ampliar el lugar de trabajo, de guardado, y generar una superficie para comidas informales”.
“El gusto por las plantas crece con el tiempo. Mantenerlas me hace bajar a tierra, porque requieren observación, cuidado y paciencia”, dice Federico, que confió el paisajismo a Las Jardineras y tiene strelitzias, arecas, palo de agua, orejas de elefante y costillas de Adán.
A diferencia de Sebastián, Federico hizo un mueble bajo la mesada para ampliar el espacio de guardado en el baño. (¡Extrañábamos tanto este juego de comparaciones entre los deptos de los tres vecinos!).
“Me atrajo la propuesta visual y conceptual del edificio, pero la doble altura y la expansión hacia el balcón fueron determinantes”.
El balcón tiene espacio para la parrilla, mesas con sillones y un living. Todo se usa mucho más ahora, que los encuentros son al aire libre.
En otra diferencia con su vecino, el vestidor es abierto, y lo organizó con barrales y tablones de madera. “Es una manera de obligarme a que todo se vea ordenado”, comparte.
3. Leandro
Nuestro tercer anfitrión es publicista en la agencia Oliver y vivió tres años en Miami. Regresó para liderar un equipo regional de Microsoft, un trabajo que, paradójicamente casi lo lleva a la ciudad de San Pablo, en Brasil, un destino que conoce muy bien. Por eso, entendió a la perfección los guiños del Proyecto Brasilia: los espacios comunes abiertos que invitan a compartir con otros vecinos, la sala para meditar y las referencias a un diseño moderno, armonioso y sustentable.
"Me encontré con una planta muy armónica, que invita a la introspección, como si fuera un lienzo en blanco. Me dio la sensación de que no había que llenarlo de cosas."
Leandro Orella
El departamento que alquila ganó superficie gracias a la unión de dos unidades. Su dueño, Salvador Ischia, quiso darle una vuelta de tuerca con un estilo que evoca a los lofts neoyorquinos, con algunos toques escenográficos, como los cortinados de terciopelo o la lámpara colgante.
Leandro se encargó de generar espacio para desarrollar a gusto las actividades que ocupan gran parte de su vida: el trabajo y los equipos de música que utiliza para tocar, componer y producir sus discos. Así será hasta que su espíritu itinerante lo lleve hacia nuevas latitudes. Las cortinas de terciopelo motorizadas absorben los sonidos, algo importante en la casa de un músico. Junto a la lámpara artesanal con caireles hecha por un amigo de Salvador Ischia, propietario del departamento, le dan un aire teatral al living.
La barra hecha a medida y las banquetas en madera y hierro crean la atmósfera de un bar, una situación que el dueño de casa disfruta.
Frente a la cocina, sumaron una isla con los mismos materiales de la mesada: frentes enchapados en ‘Zebrano’ y tapa de granito con tratamiento ‘Leather’. A continuación, la barra de madera y hierro.
“Fui armando un buen equipo de cocina con accesorios, artefactos y elementos que me gusta desplegar para agasajar a mis invitados”.
En el balcón, el kamado es la estrella de las comidas al aire libre.
Bien diseñados por Leandro, amante de la tecnología, los sistemas de audio y de luces controladas de manera remota crean escenas y efectos atractivos.
“Pensé el dormitorio como un espacio orgánico y, a continuación, el escritorio alejado del área social”.
Bien diseñados por Leandro, amante de la tecnología, los sistemas de audio y de luces controladas de manera remota crean escenas y efectos atractivos.
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